La revocatoria de Quintero

Martes, 11 de Enero de 2022

* Dos modelos de ciudad en competencia

* Petro y el socialismo español en declive

 

No dejan de ser dos hechos relevantes de la campaña presidencial la autorización de la Registraduría al proceso de revocatoria del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, y la entrevista del jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, con el candidato Gustavo Petro. Ambas situaciones han puesto un ritmo renovado a la contienda por la Casa de Nariño, mientras que, por el contrario, gran parte del resto de aspirantes todavía se ven subsumidos en la mecánica proselitista.

En cuanto a la revocatoria del alcalde Quintero todo depende de la fecha en que se fije la respectiva votación. Por lo pronto, su tesis es la de polarizar hasta más no poder, en el ámbito de la capital paisa, y tratar por esa vía de templar los ánimos tanto para afianzar los respaldos como para enfrentarse a los promotores de su salida.

Es en esa dirección, precisamente, que Quintero se ha venido lanza en ristre contra la red empresarial antioqueña. Trata de mantenerse en la misma ruta de la campaña electoral de 2019, pero en esta ocasión no va a ser tan fácil, puesto que en estos dos años los medellinenses han calibrado lo que significa tener una alcaldía divisiva, llena de decisiones extravagantes y con consignas que no se compadecen en lo más mínimo con una ciudad que se había mostrado como modelo nacional e internacional a seguir.

En efecto, muchas de las urbes colombianas ven en el modelo de la capital antioqueña una vía para conseguir la máxima cantidad de sinergia y de desarrollo posibles. El eje empresariado-universidad-administración que se logró consolidar en las últimas tres décadas, ha hecho que Medellín haya mejorado ostensiblemente en todos sus indicadores, situándose además como un emblema de innovación latinoamericana. Es el resultado, precisamente, de lograr propósitos mancomunados entre las fuerzas vivas citadinas. Y que no puede, por ningún motivo, ser blanco de satanización sino, al contrario, de exaltación y profundización.

Así lo han hecho justamente otras ciudades del mundo, que soportan su desarrollo en la iniciativa privada, el auxilio técnico y científico de las universidades y gobiernos caracterizados por su ejecución. Y en ese propósito, también se ha logrado, como en Medellín, hacer ciudades sostenibles, amigables con el medio ambiente y dedicadas a enfrentar el cambio climático.

Por supuesto, quienes tienen nociones políticas totalmente diferentes y creen que el estatismo lo resuelve todo, al estilo del socialismo anacrónico, ven en ese modelo un motivo permanente de reproche. A esa vieja guardia estatista parecería pertenecer el alcalde de Medellín quien, como se sabe, le tiene fobia a la empresa privada y no ahorra adjetivos ni mendacidades para venirse lanza en ristre contra el conglomerado empresarial antioqueño, que es uno de los activos fijos más importantes en el crecimiento económico y social del país. En ese marco, a las sinergias productivas se les llama ‘cartelización’ y al éxito se le califica de ‘fraude’. Y así también ocurre con los aportes de la academia o con las juntas directivas de las empresas públicas de primer nivel.

Todo lo anterior, desde luego, con el propósito único y exclusivo de hacer política. Porque valga, por ejemplo, el caso de Hidroituango para observar que sin necesidad de haber generado una gigantesca polémica se resolvió el tema por vía del acuerdo que se hizo, con el aval de la Presidencia de la República, con las aseguradoras para responder por las contingencias naturales de una obra de este tipo y poder seguir adelante con el cronograma correspondiente.

En todo caso, para que se logre el umbral en la votación de la revocatoria se requieren más de 314 mil votos y que de estos la mayoría se manifieste por la salida de Quintero. El dilema para el mandatario, pues, consiste en si promover una participación adecuada de la ciudadanía o si, por el contrario, el punto es dejar que se desvanezca la cita a las urnas y que esta no consiga los rubros legales correspondientes.

Pero más allá de ello, el corazón del tema consiste en si Medellín quiere dejar de lado el modelo que, como se dijo, ha servido de ejemplo nacional e internacional, y si se quiere pasar al anacronismo socialista, en el que la iniciativa privada queda reducida a sus mínimas proporciones y la colaboración entre los ciudadanos se ve como un factor anómalo del ejercicio gubernamental.

Precisamente el resultado de la reunión Sánchez-Petro en España, pretende exactamente el mismo modelo ideológico. Un modelo que, como se observa en todas las encuestas en el país ibérico, viene decayendo ostensiblemente ante la opinión pública. En todas ellas, ciertamente, el Partido Socialista Español viene de capa caída y en la mayoría se da como un hecho que la coalición parlamentaria entre el Partido Popular y Vox, en caso de unas nuevas elecciones, configuraría el próximo gobierno.   

De modo que Petro llega a España con el socialismo a la baja, mientras muchos otros como Isabel Ayuso, en la comunidad de Madrid, lo que quieren es afianzar un modelo completamente contrario al que busca Quintero en Medellín, soportado en las libertades y la iniciativa privada.