La presidencia de Guaidó | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Enero de 2020
  • Ratificación en Asamblea reforzará su legitimidad
  • La caída de Morales, un campanazo a la dictadura

 

El presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, aspira a ser reelegido mañana en la presidencia de la Asamblea Nacional, considerada por muchas naciones como la única institución legítima y democrática en ese país, por cuanto fue elegida en diciembre de 2015 por amplias mayorías en las urnas y aunque se detectaron intentos de fraude por parte del régimen chavista, al final a este no le quedó otra que reconocer su derrota y el triunfo contundente y multitudinario de la oposición, que se adueñaba así del Legislativo. La dictadura procedió, entonces, a tratar de neutralizar la Asamblea por distintas vías: persecución judicial a los diputados, ilegalización de sus partidos, negativa de presupuesto e incluso le trasladó muchas de sus facultades a una “asamblea constituyente” de bolsillo, citada por el cuestionado Nicolás Maduro.

Sin embargo la Asamblea se mantuvo pese a todo como principal fortín de la oposición. Y mañana, precisamente, hará un año de que tanto la opinión pública nacional como la comunidad internacional vieron emerger la figura del joven diputado Guaidó, pues no solo fue elegido presidente del órgano legislativo, sino que pocos días después fue declarado como Presidente de la República en calidad de interino, al considerar a Maduro como “usurpador” del cargo. En cuestión de pocas semanas más de 50 países, con Estados Unidos y Colombia a la cabeza, lo reconocieron como mandatario legítimo y el encargado de liderar el regreso de Venezuela a la senda democrática.

Doce meses después se destaca de Guaidó su voluntad indeclinable en la lucha por el restablecimiento de la democracia en su país, apelando siempre a los medios políticos y las vías pacíficas. Así se entendió desde ese primer momento en que trató de liderar el ingreso, por la frontera colombiana, de alimentos y ayuda humanitaria a su país. Llegó sorpresivamente a Cúcuta y allí se reunió con varios mandatarios latinoamericanos. En un emotivo discurso recordó a los venezolanos que no estaban solos en su cruzada por la libertad y que esta era respaldada por millones y millones de personas en todo el planeta.

Un año después ese respaldo político global constituye una fuerza moral incontrastable frente a un gobierno dictatorial, desprestigiado a cual más, que busca sostenerse en el poder a punta de bayonetas y la venta a precios irrisorios de su petróleo, minerales estratégicos y oro, mientras las mayorías de compatriotas padecen hambre, miseria, enfermedades y desesperanza. El chavismo es un ejemplo mundial de la mala administración y saqueo sistemático, lo que ha producido la frustración popular inconmensurable y un Estado fallido.

Sobre Guaidó llueven algunas críticas por mantenerse en su estrategia política y la hoja de ruta democrática, en vez de intentar propiciar un levantamiento popular violento para derrotar la dictadura. No se dan cuenta algunos de sus malquerientes que el mandatario interino ha logrado mantener la legitimidad de la causa democrática en Venezuela, aunando cada día más apoyos y fortaleciendo el cerco y aislamiento del régimen. Una verdadera proeza. Luchar con ideas y propuestas contra un gobierno sátrapa no ha sido vano. Por el contrario, Guaidó logró la libertad de Leopoldo López, uno de los símbolos de la oposición que padeció varios años de prisión, al que nombró como una especie de primer ministro en el exilio. También ha designado embajadores y varios gobiernos le entregaron para su administración bienes y empresas venezolanas en el exterior, ahogando así más al chavismo.

Por eso es clave lo que mañana pase con Guaidó. El Presidente interino se juega su futuro por cuanto Maduro intenta impedir que sea ratificado e incluso se rumora que podría darse una operación militar para capturarlo y llevarlo a prisión, como en su momento se hizo con López.

Pero nada de ello arredra a Guaidó, quién ha recibido el respaldo de Estados Unidos, que exige que en la votación de la Asamblea Nacional puedan participar todos los diputados, incluso los que han sido detenidos o están en el exilio, obviamente todos de la oposición. Si bien en la coalición antichavista hay diferencias, no es el momento de dividirse y la prioridad es sumar más de 90 votos para alcanzar la mayoría, dejando para después el alarde de los egos, que siempre es inevitable en política.

Maduro, aunque intenta mostrarse seguro y confiado de poder  manipular los resultados electorales, tiene claro que al montar un fraude le puede ocurrir lo mismo que a Evo Morales en Bolivia, que por cuenta de maniobrar para torcer la voluntad popular terminó depuesto y en el exilio. Un ejemplo más de cómo estos regímenes autocráticos son como una especie de castillo de naipes que al mover una sola carta se caen indefectiblemente.

Así las cosas, es mucho lo que mañana se juega Venezuela con la ratificación de Guaidó como presidente de la Asamblea y, a la par, como Presidente de la República interino. Puede que no tenga el poder interno, pero sí la legitimidad ante sus compatriotas y la comunidad internacional, tema fundamental que la dictadura nunca podrá lograr.