*Hoy más que nunca información precisa
*¿Qué habrá en el nuevo ciclo en La Habana?
Cerca del ciclo 36 de las conversaciones en La Habana, a llevarse a cabo la próxima semana, lo lógico es que la delegación gubernamental explique de antemano los temas a discutir y su posición antes de partir a la isla. Sería lo mínimo, cuando el proceso permanece en crisis y no han cambiado en nada las cosas frente al rompimiento de la tregua unilateral por parte de las FARC, en el Cauca, cobrando la vida de 10 soldados, dejando a otro con muerte cerebral, y múltiples heridos.
En concreto, pues, y más allá de los debates suscitados y la catarata de opiniones de toda índole en estos días, hoy más que nunca la opinión pública requiere información puntual en la medida en que solo así, bajo los más estrictos cánones de la libertad de expresión, es factible al menos recuperar en algo la credibilidad esfumada. No se entendería, por supuesto, que la delegación viajara, como ha sido rutina en otras ocasiones en que ello podría ser innecesario, sin que previamente se informara, en el propio país, el contenido de la agenda precisa del ciclo. No se trata, asimismo, de los detalles que pudieran mantenerse bajo reserva, pero sí de los elementos generales a debatirse en el lapso, los alcances que se pretenden y las características de la postura estatal. Mal se haría, desde luego, dejar la sensación de que las conversaciones seguirán, como si nada, de nuevo el flash televisivo tradicional y raudo de los negociadores entrando en los salones cubanos, y peor enterarse de que puedan existir reuniones a espaldas de la ciudadanía. El proceso de paz de La Habana tuvo su época secreta, en la que se acercaron las partes, pero de ello hace más de dos años y medio, desde octubre de 2012, cuando se inició formalmente. De modo que ya va siendo hora de que la comunicación con los ciudadanos, en lo que se refiere a los diálogos y su desarrollo delimitado, tenga a lo menos esa disciplina de saberse el contenido de lo que se lleva y posteriormente la información de los resultados. Es, como se dice, lo mínimo, dentro de los cauces legales que exigen la información veraz, oportuna e imparcial.
La credibilidad del proceso, a todas luces lastimada, como dice el jefe negociador Humberto de la Calle, no se resuelve, por lo demás, con encuestas extemporáneas como las que la delegación gubernamental publicó esta semana de la Cámara de Comercio de Bogotá. Una hecha en el 2014, según la cual los empresarios capitalinos estarían un 55 por ciento frente a un 45 por ciento en favor del proceso porque, según concluyen, ello atraería la inversión extranjera. Podrá ser ella la opinión puntual del momento en que se hizo el sondeo, pero traerlo a cuento hoy, cuando la inversión extranjera es un espejismo después del desplome en los precios mundiales del petróleo, a fines del año, y hoy el proceso está en crisis, no resulta una dialéctica favorable. Por el contrario, abre dudas cuando todo el mundo está pendiente de cómo se resuelven las cosas y hablar de posconflicto pareciera más bien una maniobra de evasión de la actualidad.
El último y extenso comunicado del jefe negociador, por lo demás bien escrito, resulta una carta genérica en la que puede haber algunas frases relevantes en este propósito, como aquella de que no es dando un palmazo en la Mesa y estableciendo plazos como se puede avanzar, pero desde luego la información de cara al próximo ciclo tendría que ser dada más puntualmente y circunscrita a los temas en que se va a ocupar la Mesa. Lo que más necesita el proceso es claridad y amojonamiento. Sabido que existen discrepancias en el tema de la justicia transicional, que el país no está dispuesto a tragarse así como así el reto planteado en la matanza del Cauca y que la subcomisión militar que se había anunciado para el eventual estudio del cese de fuego bilateral seguramente ha quedado en suspenso, es evidente que sin información sobre estos temas las cosas seguirán manteniéndose en la neblina de los últimos días.