* Luto nacional por muerte de Piñera
* Una ola de incendios sin precedentes
Una difícil etapa están atravesando los chilenos. A la oleada de incendios de los últimos días, que deja más de 130 víctimas mortales y un panorama apocalíptico en regiones como Valparaíso y Viña del Mar, con pérdidas materiales cuantiosas y grandes extensiones de bosques calcinadas, debe sumarse el fallecimiento del dos veces presidente, líder político y reconocido empresario Sebastián Piñera.
En cuanto a lo primero, cuya gravedad ha sido comparada con los daños dejados por el terremoto de 2010 que arrebató más de 500 vidas, a medida que pasan las horas la dimensión de la tragedia es mayor.
Las conflagraciones, las más drásticas en las últimas décadas, no solo arrasaron amplias zonas boscosas, sino que en la región de Valparaíso las llamas se extendieron a áreas pobladas, consumiendo en cuestión de horas barrios enteros, centenares de vehículos y obligando a la huida de miles de personas. Pese a que las condiciones climáticas morigeraron en los últimos tres días, todavía hay incendios activos en algunos territorios.
Mientras crece hora tras hora el saldo mortal, ya comenzó un fuerte debate en torno a si el sistema de atención de emergencias estaba listo para reaccionar a una crisis advertida como esta. Por igual, se discutía si hubo fallas en los planes de evacuación de pobladores, sobre todo de los cerros urbanizados, en donde se produjo la mayor cantidad de víctimas. La preocupación principal es que el listado de desaparecidos es superior a las doscientas personas.
Paralelo a este doloroso proceso de búsqueda y ubicación de fallecidos, está el reto inmediato de ofrecer ayuda humanitaria y albergue temporal a las más de 20.000 personas que han quedado sin hogar. Finalmente, la ciudadanía exige celeridad en las investigaciones en torno a que detrás de algunos incendios hubo manos criminales.
En medio de esta crisis, los chilenos recibieron otra infausta noticia: el expresidente Piñera falleció el martes en un accidente de helicóptero en Lago Ranco, al sur de Santiago. A sus 74 años, el exmandatario de derecha era una figura política vigente a nivel nacional, sobre todo frente a los puntos de crisis del gobierno de su sucesor, el izquierdista Gabriel Boric. Su trayectoria era muy amplia y enfrentó duras batallas partidistas y retos durante sus dos mandatos, los mismos que lo graduaron no solo como estadista sino como uno de los líderes australes más importantes de las últimas décadas. El lamento mundial por su muerte así lo ratifica.
Visionario desde muy joven, hombre de empresa exitoso y audaz, con un concepto del Estado moderno y funcional, también fue un demócrata en toda la línea. No en vano fue el primer mandatario de derecha que llegó al poder por la vía de las urnas desde que acabó la dictadura. Enfrentó con eficiencia el proceso de reconstrucción tras el terremoto, el estallido social y de violencia a finales de 2019 y la crisis pandémica a partir de 2020. Su estilo de gobierno gerencial, su inclinación por una economía de mercado fuerte y una política social proactiva llevaron a Chile, incluso con la alternación de los mandatos de izquierda de la también dos veces mandataria Michelle Bachelet, a una de sus mejores épocas.
Entre las pocas noticias positivas para los chilenos por estos días está el reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI) que consideró que la economía crecería hasta un 2% en tanto que la inflación se ubicaría por debajo del 3%, marcando un sendero de estabilización en el aparato productivo.
Sin embargo, el mismo ente multilateral advirtió que todavía persisten riesgos, sobre todo en el flanco externo y referidos principalmente al impacto de las altas tasas de interés, la desaceleración de los principales socios comerciales, así como la intensificación de los conflictos internacionales. En cuanto al ámbito interno, para el FMI es claro que sacar adelante una serie de reformas en el campo pensional, fiscal y con miras a aumentar la inversión y acelerar la transición hacia una economía más verde se dificulta debido a un marcado clima de polarización y fragmentación política. A ello debe sumarse que persiste el descontento social, la desigualdad y la inseguridad.
Como se ve, el panorama en el país del cono sur es muy complicado. Afortunadamente en medio de la emergencia muchos países han ofrecido su asistencia a Chile. De igual manera, se multiplicaron los mensajes de pesar por la desaparición del exmandatario conservador, que era una figura de referencia de la democracia y la centroderecha latinoamericana. Hacemos votos para que la población e instituciones de ese atribulado país muestren, una vez más, su reconocida resiliencia y puedan superar esta difícil coyuntura.