- Partidos, a proponer agenda de reactivación
- El Legislativo debe retomar rol determinante
La tercera legislatura de este Congreso se instala mañana en medio de circunstancias inéditas producto de la crisis sanitaria por la pandemia. Por primera vez a lo largo de nuestra historia republicana el arranque del Parlamento se hará de manera virtual, sin la presencia en el Salón Elíptico de todos los senadores y representantes a la Cámara. De igual manera, la elección de las mesas directivas se hará a distancia y no bajo el rito político tradicional de ver a cada congresista depositando la papeleta de su voto en las urnas dispuestas en cada una de las plenarias para escoger a los presidentes y vicepresidentes de ambas corporaciones.
Sin embargo, lo más importante no termina siendo la mecánica de este acto de instalación ni mucho menos el debate que se ha generado alrededor de la legalidad del procedimiento como tal. Lo crucial es, sin duda, que el país espera que desde el primer día de este nuevo periodo legislativo las bancadas y los partidos asuman un rol de liderazgo definitivo y determinante para sentar las bases de las políticas públicas que deben sustentar el plan de reactivación económica y social de Colombia una vez podamos superar, ojalá prontamente, la fase crítica de la pandemia.
Resulta evidente que el papel del Congreso en medio de la emergencia sanitaria no ha sido el más productivo. No sólo empezó a trabajar tardíamente en el primer semestre, sino que además se perdió mucho tiempo en el debate sobre si eran constitucionales o no las sesiones virtuales, más aun teniendo ejemplos cercanos en varios países latinoamericanos cuyos parlamentos y asambleas funcionaban con la gran mayoría de sus integrantes de forma presencial.
Es evidente que la productividad de la pasada legislatura fue mucho menor a la esperada, más aun cuando estaban en lista de espera algunas de las grandes reformas pendientes, como la política, la judicial o la pensional. Al final se lograron aprobar algunas iniciativas, siendo la más importante aquella que instituye en Colombia la cadena perpetua para violadores, asesinos y secuestradores de niños. Sin embargo, el gran reto que tenían el Senado y la Cámara era el control político efectivo a los estados de Emergencia Económica y Social decretados por el Gobierno para hacerle frente a la crisis sanitaria y el más de un centenar de decretos dictados a su amparo. Una tarea que se cumplió a medias e incluso en muchos debates lo que primó fue un alud de intervenciones parlamentarias inconexas e improductivas.
Ahora, en el arranque de la tercera legislatura lo que se espera es un Congreso con mayor iniciativa, que no vaya un paso atrás del Ejecutivo y la Rama Judicial, poderes que hasta el momento han liderado la mayor parte del esfuerzo estatal en medio de la más grave coyuntura del país en las ultimas épocas. Se requiere de las bancadas propuestas concretas y de gran espectro sobre los cambios legales y constitucionales que deben soportar el plan de reactivación social y económica pospandemia. Sería ingenuo negar que los partidos y el Legislativo no han tenido el dinamismo que se necesita para afrontar esta emergencia. Brillan por su ausencia los planteamientos de plataformas integrales para la recuperación económica, política, social e institucional. Tampoco se ha visto que las colectividades llamen al Gobierno para que se cree una gran mesa nacional con todos los sectores del país para construir la estrategia de corto, mediano y largos plazos que debe aplicarse en nuestra nación para superar de forma gradual y efectiva los efectos lesivos de la crisis por el Covid-19.
No es momento, pues, de enredarnos en más discusiones mecánicas sobre cómo viabilizar las sesiones virtuales. Además del ya anotado, esta legislatura tiene otros retos. De entrada deberá elegir no solo al Defensor del Pueblo sino también a un magistrado de la Corte Constitucional. Igualmente, antes de que termine el primer tramo en diciembre tiene que escoger al nuevo Procurador General. Los tres procesos tienen amplias implicaciones institucionales, por lo que se espera que estén ajenos al rifirrafe político y partidista.
Como se ve, la legislatura que comienza mañana bien podría considerarse como la más importante del cuatrienio. No solo hay que recuperar el valioso tiempo perdido en el primer semestre sino que el Congreso, los partidos y las bancadas deben tomar la iniciativa en la construcción de la estrategia de reactivación estructural y eficiente del país. Las grandes crisis exigen grandes soluciones. La actual exige del Parlamento un rol protagónico y determinante. No hay excusas ni tampoco, como se dijo, es momento de enredarse en pleitos pequeños. Llegó la hora de que el Legislativo se haga sentir y recupere algo de la credibilidad institucional perdida.