* Cifras confirman escenario positivo
* Más allá de la subjetividad política
Nada más diciente que las cifras para evaluar de manera objetiva la marcha de la economía. Por más interpretaciones subjetivas que se hagan sobre los principales indicadores macro y micro, y más allá del recurrente dilema entre ver el vaso medio lleno o medio vacío, al final de cuentas la frialdad de los números y porcentajes termina siendo el termómetro más realista.
Bajo esa premisa, el panorama económico con que cierra el gobierno Duque tiene más puntos positivos que negativos, sobre todo teniendo en cuenta que dos terceras partes de su mandato estuvieron impactadas por la crisis sanitaria, económica y social más grave de las últimas décadas debido a la pandemia.
En medio de ese difícil escenario, Colombia creció el año pasado a un histórico 10,6%, poniéndose en el top mundial en reactivación económica. Ese ritmo se mantiene en 2022, al punto que esta semana se indicó que el Índice de Seguimiento a la Economía (ISE), con corte a mayo, se ubicó en 16,5% respecto al mismo mes de 2021. Aunque todavía no se conoce el Producto Interno Bruto (PIB) del primer semestre, el Gobierno saliente, la banca multilateral y los centros de estudios especializados apuestan a que este indicador estará en diciembre por encima del 6%, una de las proyecciones más altas a nivel global, sobre todo en medio del complicado escenario mundial por el coletazo económico de la guerra en Ucrania, la escalada inflacionaria en todo el planeta e incluso el riesgo recesivo en potencias como Estados Unidos.
Otra cifra clave en esta etapa de transición gubernamental es la del desempleo, que cayó en mayo a 10,6%, muy lejos del 21,4% de igual mes de 2020, en medio de la etapa más drástica de cuarentenas y parálisis productiva para enfrentar el covid-19. Ya se recuperaron los más de dos millones y medio de plazas perdidas por la crisis sanitaria y se ve posible en el corto plazo volver a una tasa de desocupación de un solo dígito.
Hay otros indicadores sectoriales en buen momento: el barril de crudo continúa rondando los 100 dólares, la libra de café está en 2,74 dólares, la construcción de vivienda sigue marcando récord, al tiempo que el comercio, la industria y el consumo muestran dinamismos superiores incluso a los datos de prepandemia. También hay mejoría en competitividad regional, fortalecimiento del parque de energías limpias, aumento de la inversión extranjera directa, un repunte billonario en construcción y entrada en funcionamiento de obras de infraestructura, así como ganancias récord de Ecopetrol, entre otras materias. La balanza comercial también mejoró, pese a las contingencias cambiarias, con el plus de un crecimiento de exportaciones de productos no tradicionales…
Lo más complicado ha sido, sin duda, acompasar el dinamismo económico con la superación de las principales problemáticas de orden social. Sin embargo, en medio de la crisis pandémica el Gobierno saliente destinó más de 30 billones de pesos en transferencias monetarias directas y subsidios a la población más vulnerable y empresas. Esto permitió que al cierre de 2021 la pobreza monetaria bajara a 39,3% y la pobreza extrema a 12,2%, rubros, sin duda, todavía muy altos, pero inferiores en un promedio de tres puntos a los registrados en 2020, cuando se dispararon dramáticamente.
Obviamente hay otros factores y sectores que preocupan. La inflación, sin duda alguna, es el principal. En medio del coletazo de la guerra ucraniana y el consecuente encarecimiento de hidrocarburos, alimentos, agroinsumos y materias primas, el costo de vida en Colombia saltó a 9,67% en el último año, golpeando fuertemente la capacidad de gasto familiar. También hay alertas prendidas por los altibajos del dólar, producidos en su mayor parte por el incierto escenario económico global y en menor proporción por la expectativa frente a las reformas del gobierno entrante. Igualmente, las tasas de interés han crecido este año por cuenta de las alzas del Banco de la República a sus tipos de referencia, ya en 7,5%. Otro tema urgente por solucionar es el relativo a que las firmas calificadoras de riesgo aún no le devuelven al país la nota del grado de inversión, en tanto que es urgente disminuir más el déficit fiscal y el nivel de deuda, que crecieron por el plan de contingencia sanitario.
Como se ve, entre puntos altos y bajos es innegable que la economía que le deja el saliente gobierno a su sucesor está en terreno positivo, lo que no solo facilita la anunciada intención de corregir distintas falencias, sino que implica la responsabilidad de la nueva administración en torno a que sus reformas y demás ajustes macro y micro no generen un retroceso ni deterioro en este escenario potable que tanto ha costado conseguir.