*Guerrilla no puede esconder que es victimaria
*Conflicto, realidades e interpretaciones erróneas
Los doce informes que presentó ante la mesa de negociación del Gobierno y las Farc la llamada “Comisión histórica del Conflicto y sus Víctimas” sin duda cumplen con el objetivo de contribuir a la comprensión de la complejidad del contexto histórico de la confrontación y proveer insumos para las partes ahora que no solo están en la recta final de la discusión del punto quinto de la agenda, relacionado precisamente con el tema de la reparación a las víctimas, sino porque también arrancó de forma simultánea la discusión de otro asunto clave y culminante del proceso de paz, el referente al “fin del conflicto” y la implementación de los acuerdos.
Dicho informe final, según lo acordado por las delegaciones negociadoras en agosto del año pasado, ayuda a comprender la complejidad del conflicto y “de las responsabilidades de quienes hayan participado o tenido incidencia en el mismo, y para el esclarecimiento de la verdad. En esa medida, será un insumo básico para una futura comisión de la verdad y contribuirá a la reconciliación”.
La temática abordada es muy amplia, según los títulos de cada informe: dimensiones políticas y culturales en el conflicto; exclusión, insurrección y crimen; acumulación capitalista, dominación de clase y rebelión armada; orígenes del conflicto social armado, razones para su persistencia y sus efectos más profundos en la sociedad; aportes sobre el origen del conflicto, impactos; política y guerra sin compasión; ¿una historia simple?; fragmentos de la historia del conflicto armado; un conflicto armado al servicio del statu quo social y político; cartografía del conflicto: pautas interpretativas sobre la evolución del conflicto irregular; injerencia de Estados Unidos, contrainsurgencia y terrorismo de Estado; y los tres nudos de la guerra. A su turno, las dos relatorías fueron condensadas en sendos documentos bajo los nombres de “Una lectura múltiple y pluralista de la historia” y “Hacia la verdad del conflicto: insurgencia guerrillera y orden social vigente”.
Pese a la complejidad de los informes, que en conjunto suman más de 800 páginas, es claro que existe, como había sido el mandato de la Mesa, una profundización sobre los orígenes y las múltiples causas de la guerra, los principales factores y condiciones que han facilitado o contribuido a la persistencia de la misma y los efectos e impactos más tangibles sobre la población a lo largo de cinco décadas de conflagración armada.
Sin embargo, esta profundización sobre lo que los tratadistas y expertos en resolución de conflictos suelen llamar las causas objetivas y subjetivas de la guerra, no puede ni debe dar lugar, en modo alguno, a que la guerrilla, específicamente las Farc, utilicen, amañen o redireccionen dichas conclusiones para esquivar la enorme responsabilidad que les cabe por la gran cantidad de muertes, heridos, dolor y destrucción que han causado a lo largo de cinco décadas. La subversión no puede, en aras de su propia interpretación histórica subjetiva mutar de victimarias a víctimas, como tampoco justificar una lucha armada en la que la mayor parte de los afectados han sido civiles inermes. Tampoco puede aceptarse que con base en los diagnósticos históricos que develan los grandes desequilibrios políticos, sociales, económicos e institucionales que han caracterizado a nuestro país, la insurgencia se autoproclame como intérprete o vocera legítima, por la vía de las armas, del inconformismo de los más pobres y excluidos, más aún cuando a lo largo de medio siglo se ha evidenciado que el apoyo popular a la guerrilla es ínfimo. Las múltiples y flagrantes violaciones al Derecho Internacional Humanitario son suficiente evidencia de que en modo alguno pueden las Farc intentar poner al Estado en el rasero de ser el primer victimario y agresor, lo que forzó a unos sectores a alzarse en armas. Y menos aún puede subdimensionarse que fue precisamente la eficiencia de la Fuerza Pública la que impidió que la subversión se tomara el poder y, más aún, la que en los últimos tres lustros golpeó tan fuerte la estructura guerrillera que la obligó a sentarse a la mesa para buscar una salida negociada al conflicto.
Bienvenidas, pues, las conclusiones de la “Comisión histórica del Conflicto y sus Víctimas”. Importante y valioso esfuerzo para entender el origen, evolución y consecuencias de una guerra que ahora se quiere superar por la vía política, sacrificando conscientemente algo de justicia para asegurar la paz. Sin embargo, no puede ni debe permitirse que la guerrilla interprete a su criterio ni utilice dicho informe para posar de víctima y esconder el papel de victimaria de todo un país por medio siglo.