- Un difícil panorama para Macri
- Temor a que se agudice la crisis
En el mundo de las altas finanzas internacionales Argentina en una obsesión. Desde que subió al poder el presidente Mauricio Macri se ha visto envuelto en una dura lucha por conquistar las mayorías políticas, en cuanto había triunfado electoralmente por la fractura del peronismo en varias vertientes. El Jefe de Estado, con miras a conseguir su objetivo, comenzó por denunciar la corrupción y los multimillonarios malos manejos de la era de los Kirchner. Ese nepotismo familiar es claro que empujó al país al populismo exacerbado y a la alianza con Hugo Chávez, quien financió sus campañas políticas e hizo negocios con los bonos de la deuda externa.
Como se sabe, el “socialismo del siglo XXI” imperó en alianza con regímenes de izquierda como los de Lula en Brasil, Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y -obviamente- el chavismo en Venezuela, todos bajo el influjo de Fidel Castro. Los demagogos suelen unirse y mezclar negocios turbios con el socialismo populista.
Tras derrotar al kirchnerismo, Macri, como demócrata y antiperonista, denunció a la expresidenta por corrupción y apoyó públicamente a los jueces que investigaban las anomalías del anterior gobierno, que siempre estuvo sumido en resonantes escándalos que involucraban a altos funcionarios, muy cercanos a la entonces mandataria. Incluso, es célebre un video en donde se ve a un alto cargo, poco antes de su detención, que pretendía esconder bolsas llenas de dólares en el patio de un convento. El desfalco al erario habría sido billonario.
Por lo mismo, al gobierno actual le ha tocado tomar en lo económico las medidas más drásticas para intentar conjurar la difícil situación fiscal. De allí que, sin anestesia, rebajó o eliminó subsidios a los más pobres, un paso complicado porque los trabajadores, con sus salarios deteriorados por la inflación, están sobreviviendo con dificultades. El clima social se enrareció y el peronismo, que estaba fraccionado y débil, comenzó a convocar a las masas a protestar en las calles. En los inicios eran muy pocos, pero hoy suman decenas de millares. Empleados públicos, sindicalistas, estudiantes, madres de familia y gentes de la más diversa condición se manifiestan por la dureza de la crisis económica. Es verdad que están presos varios de los magnates económicos que incurrieron en corrupción, en tanto se juzga e investigan a otros, pero ello no calma el inconformismo creciente, en cuanto, como dicen los tratadistas, la democracia con hambre se torna en dolorosa ficción.
Aparte de lo anterior, el súbito cambio del gerente del Banco Central, por uno más dócil, generó controversia, como las medidas de rebaja de impuestos a productores y exportadores, que se anulan ahora para conjurar la debilidad de las finanzas del Estado. Es verdad que el FMI le otorgó a Argentina un crédito por 50 mil millones de dólares, pero sólo se ha recibido una baja cantidad y se espera que lleguen de aquí a fin de año por lo menos 21 mil millones. Sin embargo, esa expectativa no calma el pesimismo nacional ni la desconfianza de los mercados.
Lo cierto es que pese a las promesas y constantes esfuerzos del gobierno argentino, la economía todavía no reacciona y el país se sume en una honda recesión. La grave situación se refleja en el alza del dólar. Incluso una parte de los dineros girados por el FMI se han ido en intervenir a diario para calmar los mercados y frenar especuladores. Aun así el déficit en cuenta corriente crece vertiginosamente. Los factores que agravan el crítico escenario son múltiples, empezando por la incertidumbre y desconfianza sobre lo que depara el inmediato futuro.
Pareciera que las problemáticas de países emergentes, como Turquía, India y Argentina, son el campanazo de alerta de una crisis económica que podría extenderse a otras naciones. Los más influyentes diarios europeos y de Estados Unidos señalan los peligros y desafíos que amenazan el futuro de Argentina, que necesita liquidez para revertir el clima recesivo pero las divisas que circula el Banco Central son insuficientes.
El FMI ha declarado que sigue respaldando a Argentina. Pero, incluso, previo al viaje del ministro de Hacienda a Washington, para entrevistarse el martes con la directora del ente financiero multilateral, y pedir más dinero fresco, se subieron las tasas de interés. La semana pasada se subastaron 675 millones de dólares, lo que de momento contuvo el alza de la divisa. Lo preocupante es que el FMI reclama más ajustes a Macri y ello, en el panorama inmediato, significa más recesión y estrechez económica. Toda una encrucijada.