Finanzas públicas y desarrollo
El fenómeno del Niño
ES una tendencia que se da en todo el país, como una característica nacional, la improvisación y violación de las normas ambientales. En La Guajira, la extracción del carbón está ligada al gasto del agua, lo mismo que se han perdido sumas millonarias destinadas a conservar las cuencas y favorecer el nacimiento de las fuentes de agua. La tala de árboles afecta la tierra y facilita el deterioro general del medio ambiente. Sembrar y crear nuevos bosques debería ser un objetivo nacional, así como el mejor de los negocios. En Bogotá la contaminación del río del mismo nombre viene desde los tiempos coloniales, cuando las curtiembres contaminaban los afluentes o el mismo río. Parte de las verduras que se cultivan en zonas por donde pasa el río se riegan con sus aguas contaminadas y producen gravísimas enfermedades. Las que determinan millonarios costos hospitalarios y muertes que de estar el río descontaminado se podrían evitar. Las noticias de estos días, en medio de los problemas que afectan a la población de La Guajira son de índole opuesta, lo que corresponde a un país extenso y con territorios tan variados. La Guajira presenta muertes por deshidratación y en el extremo de la geografía por el Vichada, las aguas desbordadas de los ríos inundan los caseríos y las gentes abandonan despavoridas sus viviendas en lanchas o agarrados a un madero.
Los males se agravan y no siempre por falta de fondos, el Gobierno gira sumas multimillonarias para los municipios con problemas de agua, como es el caso de Santa Marta, sin que esos recursos se empleen con la debida eficacia, puesto que a juicio de los entes de control y de la población en buena parten se despilfarran. Lo que se comprobó con las cifras que se manejaron en el Foro sobre Recursos Hídricos que organizó la Contraloría General, donde se conoció la entrega de montañas de dinero a las regiones, que en algunos casos incumplieron su objetivo social. A partir del fallo del Consejo de Estado se destinarán varios billones de pesos para descontaminar el río Bogotá, cuyo éxito depende de las técnicas apropiadas y la capacidad de ejecutoria.
La noticia la semana pasada señalaba que: “Santa Marta la ciudad más antigua del país, que el 29 de julio cumplió 489 años, no cuenta con un servicio de agua regular desde hace más de 25 años”. Parte de la población se abastece mediante carrotanques y pimpinas. No es solamente la corrupción, el asunto tiene que ver con el aumento desconcertante de la población, que consume más agua, lo mismo que los centros turísticos y la industria, así como por despilfarro y pillaje. A lo largo de la tubería por donde corre el suministro a cargo de una empresa privada, que el municipio contrató, se instalan tuberías clandestinas para hurtar el preciado líquido. En Bogotá, los medios de comunicación denuncian que por la vía al municipio de La Calera, en una zona de protección ambiental las autoridades municipales dan un grotesco ejemplo de cómo se burla la ley y se atenta con “permiso oficial en el bolsillo” contra una zona de reserva forestal y el embalse de San Rafael. Siendo que el gerente del Sistema Maestro del Acueducto de Bogotá, de manera epistolar le comunicó al Alcalde de La Calera, el peligro para los 70 millones de metros cúbicos de agua del embalse de San Rafael, nada parece detener el atentado ecológico, una gasolinera con el engañoso nombre “El Manantial” está a punto de ser inaugurada, pasando por sobre la ley y las protestas de los habitantes de la zona. En la capital, millones de seres vimos por décadas cómo dinamitaban las montañas que nos circundan para sacar rocas y arena, siendo convertidas después en barrios de invasión o en lujosas urbanizaciones, que no tienen en cuenta las advertencias sobre fallas geológicas. Hechos escandalosos como los que acabamos de mencionar no deberían ocurrir y repetirse en un país organizado en donde el Estado cumpla su misión a cabalidad. La permisividad, la cantidad de entidades que se reparten la responsabilidad, la intermediación y la venalidad de algunos funcionarios choca con la voluntad de los capaces y ejemplares que cumplen su deber.