*De nuevo terna para la Fiscalía
*¿Cuánto nos queda de institucionalidad?
Mañana la Corte Suprema de Justicia volverá a revisar la terna para la designación de Fiscal general de la Nación. Dentro de sus atribuciones podrá pues llegarse a la culminación del proceso, eligiendo a una de las tres postuladas por parte del presidente de la república, o no lograrse el umbral de los 16 sobre 23 votos de mayoría calificada que exige el reglamento. Lo cual, en ambos casos, es un resultado apenas normal dentro de las leyes colombianas.
Si ocurre lo primero, o sea si la Corte selecciona a una de las ternadas bajo los lineamientos anteriores, querrá decir que ha llegado a un consenso mayoritario después de la suficiente ilustración y debida deliberación. De paso, dejando de lado el asedio a que hace unos días fue sometida y que fue denunciado en sendos comunicados de la propia magistratura.
Sucesos, sin embargo, que seguramente para no pocos magistrados todavía retumban en el Palacio de Justicia como ejemplo de desplome democrático, luego del ambiente político que llevó, durante la sesión previa, al virulento acoso en la empresa de incidir estrepitosamente sus facultades electorales, consagradas en virtud de los pesos y contrapesos constitucionales. Además, con la alerta que la entidad lanzó de inmediato sobre semejante conducta (de la que claramente se conoce la procedencia) y de reiterar su declaración original con el designio de no dejar minimizar los hechos ante el despropósito que los provocadores pretendieron, restándole trascendencia al motín. Acaso porque a mal entendedor, recordatorio doble.
Sabrá entonces la Corte, en su sabiduría y en aras de la independencia y autonomía que la definen, sopesar lo que a su juicio pueda o no añadir frente al significado de la separación de las ramas del poder público, fundamento de la democracia colombiana. Que en estos momentos aún permanece en entredicho a raíz de la “ruptura institucional” pregonada, pero en verdad organizada contra el conglomerado mismo. Y que sin rectificar hace parte del pletórico diccionario rupturista en boga. Incluso con sinónimos de idéntica factura. Por no hablar de consignas que, de modo paulatino, se han impuesto en el léxico oficial al paso de acciones cada vez menos veladas.
Estará entonces de la corporación, sin presiones ni sesgos, enviar las señales que a bien tenga con las consideraciones que adicionalmente pueda apreciar de valiosas y necesarias. O si basta con lo hasta ahora dicho. O examinar si en tan corto lapso han cicatrizado las heridas inferidas al sensible tejido institucional, recobrándose, al mismo tiempo, del estremecimiento y en especial precaviendo toda secuela ulterior. En lo que, en efecto, cualquiera sea su decisión, la Corte cuenta con la solidaridad de antemano demostrada, tanto de las otras máximas instancias jurisdiccionales, de los órganos complementarios y estructurales del Estado, de una porción razonable y abrumadora de la dirigencia, así como del grueso de las llamadas fuerzas vivas y de la opinión pública en general.
También, si así lo cree conveniente, podrá el tribunal aprovechar la ocasión para afianzar los pilares democráticos del país frente a los disparates de ciertos seudopontífices internacionales y que impróvidos se alinderaron con la maniobra. Pero, por igual, la Corte podrá pasar de largo por la coyunda puesto Colombia es capaz de sostenerse por sí sola y mantener su decoro con la altiva dignidad que da el silencio, sonoro y profundo.
Ahora bien, si sucede lo segundo, es decir, de no conseguirse las mayorías reglamentarias prescritas para perfeccionar la elección, podrán darse varias posibilidades. Entre ellas: que cada una de las postuladas obtenga algún registro de votación, pero sea insuficiente, o que vuelva a prosperar el voto en blanco. La última opción, bien porque aún ninguna de las hojas de vida logra un saldo concluyente entre los magistrados, bien porque definitivamente la terna, en su conjunto, no convence a un sector importante. Lo que en su época los juristas llamaron la “terna inviable”, sin nunca nadie desconocer la legitimidad de la Corte, aunque después de votaciones múltiples. Y que tal vez hoy no sea del caso con solo tres intentos y en un procedimiento de características eminentemente complejas, según lo calificó el ex ministro de justicia, Yesid Reyes, en entrevista dominical a este diario.
Fuere lo que sea, con determinación favorable o citación a otras sesiones, con nuevas proclamas de la Corte o sin ellas, no habrá espacio para un mínimo incidente parecido al de la semana anterior, ni tampoco para el cerco de garantías hostiles que entonces se vivió al lanzarle la piedra y luego esconderle la mano. Justamente, de lo que mañana ocurra el país sabrá cuánta institucionalidad nos está quedando.