+ Gobernabilidad sin agenda previa
* ¿Al fin cuál es la composición del Senado?
El curioso sistema político colombiano obliga a que los partidos políticos representados en el Congreso se declaren oficialistas, independientes o en oposición ante el gobierno entrante. Es ciertamente una obligación extraña, puesto que no deberían necesitarse leyes en virtud de que las colectividades puedan tomar las decisiones libres y pertinentes para desarrollar la política que a bien tengan.
En realidad, el asunto proviene de los sistemas parlamentarios, muy diferentes del colombiano, en el que existe el método de gobierno-oposición de modo automático. En efecto, como en ese caso la administración pública se compone institucionalmente de quienes ocupan las curules en el parlamento, los congresistas que ganan las elecciones presidenciales pasan inmediatamente al gabinete (y los demás cargos) y los que pierden se convierten en la bancada opositora, sin tanta mecánica de por medio.
De hecho, la oposición se configura básicamente en un “gabinete en la sombra”, es decir, que los parlamentarios actúan sectorialmente frente a cada uno de los ministerios y sus dependencias. Bajo esa premisa, se desarrolla el control político, incluida la moción de desconfianza contra el gobierno que, en caso de presentarse y aprobarse a lo largo de las legislaturas, implica llamar a nuevas elecciones. Pero no siempre todo es oposición, sino que eventualmente puede llegarse a acuerdos en determinados temas, cuando circunstancias dramáticas lo exijan.
En ese sentido, por ejemplo, en el país con un sistema parlamentario por excelencia, como el Reino Unido, se produjo un acuerdo extraordinario entre conservadores y socialistas para enfrentar la hecatombe de la segunda guerra mundial, suscitada por Adolfo Hitler, incluso con ministros de varias toldas. Así las cosas, Winston Churchill lideró un gabinete con sus contrincantes tradicionales hasta lograr el triunfo en la contienda bélica que salvó universalmente a la democracia. Luego fue derrotado por los mismos socialistas que lo habían acompañado.
Más recientemente, en Francia, donde impera un sistema semi parlamentario, es posible rememorar la llamada “cohabitación” entre un presidente socialista radical, como François Mitterrand, y un conservador de derechas, como Jacques Chirac, quien actuó de primer ministro, en buena medida morigerando o dando un paso atrás a la agenda izquierdista que venía en curso en el gobierno. Y lo mismo, la conservadora democristiana Angela Merkel, en Alemania, fue la líder de una coalición entre su partido y sus adversarios, los socialdemócratas, que gobernó a ese país por lustros, hasta meses recientes, cuando ella prefirió retirarse. Pero en todo caso siempre preponderó la plataforma acordada.
Por lo pronto, bajo el régimen que existe en Colombia, y sin una agenda legislativa pactada de antemano, se han declarado dispuestos a unirse al oficialismo del Pacto Histórico, en dirección a crear una alianza gubernamental, los partidos liberal y verde. Con ello, además de otras curules como las automáticas de los ex guerrilleros de las Farc, esa coalición ha conseguido unas mayorías ajustadas para nombrar las mesas directivas y asegurar la presidencia del Congreso, en cabeza de Roy Barreras. Es lo que tradicionalmente hace parte de los llamados pactos de gobernabilidad, tan ajenos a los que pretenden el cambio.
De otra parte, está también claro que el partido de la U no hará ninguna declaratoria de oposición y existe debate interno al respecto en Cambio Radical, con tendencia a mantener la independencia, es decir apoyar unas cosas y oponerse a otras. En esa dirección, hasta el momento solo ha anunciado su decisión opositora integral el partido Centro Democrático. Al momento no se sabe qué hará el senador Humberto de la Calle, avalado por el partido Verde-Oxígeno, cuya jefa se proclamó opositora. En tanto, el conservatismo pareciera dividirse al respecto entre lo que piensa el directorio, próximo a renovarse, y los voceros de la bancada parlamentaria, alguno de los cuales ya se reunió con el presidente electo a nombre de los demás congresistas.
En ese estado de la cuestión es probable que el gobierno del Pacto Histórico sume un bloque parlamentario numérico similar al que se dio en anteriores administraciones a partir de la gobernabilidad y aun sin saberse a ciencia cierta cuál es la agenda legislativa en que han de soportarse las adhesiones partidistas, muchas de las cuales eran inverosímiles o abiertamente impensables hace una semana. Salvo que ya hubiera conexiones políticas que no conoce la opinión pública.
El otro punto, en medio de este ir y venir, es que el país no sabe todavía, después de meses, cual es la integración final del Senado. Pasaron las elecciones presidenciales y seguimos en babia.