La Argentina del G-20 | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Diciembre de 2018
  • Un país que busca levantar cabeza
  • La potencialidad de los gauchos

 

Argentina fue escogida para albergar la cumbre del G20, que reúne desde ayer a las principales economías del mundo, en cuanto desde el punto de vista geopolítico es un país excepcional. En el siglo pasado pintaba como una potencia regional, capaz de recibir a millones de inmigrantes europeos, con varios premios Nobel en ciencia y descollaba tanto en literatura como en otras esferas culturales. Alberdi promovió la educación gratuita para todos. Buenos Aires rivalizaba en belleza con Londres, París y Madrid.

Muchas fueron las gestas heroicas como cuando en el siglo XIX don Juan Manuel de Rosas enfrentó una guerra civil y se defendió con ardor de la alianza militar de Inglaterra y Francia. El general Roca, en el siglo XX, fue el gran impulsor del desarrollo y fomentó la industria en todo el país. Después de la Primera Guerra Mundial la nación gaucha recibió a millones de europeos. También en el siglo pasado los militares que formaban el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) se tomaron el poder y pretendieron formar la Gran Argentina, al estilo de la Gran Colombia, del Libertador Simón Bolívar. Asumieron el gobierno con el general Farrel. Perón era ministro de Trabajo y fomentó el cambio social hasta que fue puesto en prisión. El pueblo, entonces, se lanzó a la resistencia civil a tal punto que Buenos Aires trepidó con las masas en las calles y finalmente fue liberado. Surge el binomio Perón-Evita. El primero, casi al terminar la Segunda Guerra, se la declara a Alemania para poder recibir sin peligro a los refugiados nazis.

Ya para entonces Argentina había multiplicado sus divisas vendiendo alimentos a Europa. Hasta ensayó, sin éxito, producir materiales para una bomba nuclear. Perón incluso se dio el lujo de romper el bloqueo contra el general Franco en España. En ese tiempo el Justicialismo se tomó las calles y desafiaba a los ricos. La violencia social debilitó al gobierno y se produjo un golpe militar. Perón tuvo, entonces, que salir de Buenos Aires en una frágil cañonera que le envió su compadre, el dictador Stroessner, de Uruguay. Durante 20 años de exilio se opuso a los regímenes militares de turno. Todo ello hasta que retornó a Argentina y puso a Cámpora en el poder para gobernar en cuerpo ajeno. Pero el caudillo no soportó el desafío de los “montoneros”, resolvió  sacar al gobernante y por la vía electoral asumió el poder.

A su muerte lo sucede Isabel, que era su fórmula presidencial, pero el golpe militar ya estaba cantado. Se suceden los pronunciamientos castrenses hasta que asumió el general Leopoldo Fortunato Galtieri, quien le apuesta a la guerra para recuperar Las Malvinas. Los soldados argentinos lucharon como héroes, mas sucumbieron frente a la tecnología militar más moderna y la intrepidez inglesa. La guerra, como era de esperarse, desprestigió al régimen castrense, en tanto el pueblo y los partidos políticos reclamaron democracia y libertad.

Luego, en esos ensayos económicos dictatoriales y civiles se fue gran parte de los multimillonarios fondos del país, ya que la demagogia cuesta mucho. En vez de convertirse en una potencia, en cierta forma la Argentina involucionó y sus habitantes se fueron empobreciendo de manera lenta pero inevitable. La industria decayó y los ingresos per cápita bajaron.

En esa coyuntura se empoderó el Justicialismo de izquierda, de la familia Kirchner, con el apoyo de Hugo Chávez y su cacareado “Socialismo del siglo XXI”, mientras sus agentes saquearon los fondos estatales. Millones de dólares fueron a parar a las arcas de los corruptos y el sistema económico se desquició. Mauricio Macri, millonario y empresario del fútbol, se arriesgó a desafiar al régimen al disputarle el gobierno de Buenos Aires, ganando el crucial cargo. Poco después saltó a la Presidencia y acabó con la hegemonía peronista. Lo ven como el mesiánico magnate que volverá a repotenciar a la Argentina y aunque la banca internacional lo apoya, no así el papa Francisco, con el que mantiene antiguas diferencias. El hoy mandatario pretende erradicar los rezagos del Justicialismo en el Estado, algo nada fácil en un sistema federal. Sigue a rajatabla las recetas neoliberales del FMI, que responde prestándole en medio de la crisis 50.000 millones de dólares, sin conseguir todavía reactivar la economía.

Esa es la Argentina anfitriona del G-20. La cumbre es un espaldarazo a Macri y su proyecto para volverla una potencia regional. La pampa gaucha, por su capa vegetal y condiciones naturales, y con tecnología de punta, puede alimentar a una parte de la humanidad. Su principal capital es el humano, los profesionales y ejecutivos son de los mejores, su pueblo es festivo y generoso con el extranjero. Es un país que bien administrado no debería tener gentes paupérrimas y sin futuro. Es algo que reconocen todos los jefes de Estado del G20, que deben darle la mano al gobierno para que salga del bache.