Gira en positivo | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Diciembre de 2013

*El trato bilateral

*Buen balance económico

 

Las giras presidenciales tienen diversas motivaciones, que no siempre son las que se alegan para justificar o explicar los viajes, pueden obedecer al deseo de mejorar la imagen en lo interior, como de finiquitar proyectos que se vienen negociando de vieja data de manera bilateral por la diplomacia, lo mismo que se pueden tratar temas que no aparecen en la agenda y que de momento, de la mayor trascendencia. Se estima que muchos de esos asuntos se pueden tratar por teléfono y mediante videoconferencias, que no tienen mayor resonancia en los medios de comunicación, igual se considera que nada sustituye la cercanía del trato personal. En el caso del presidente Juan Manuel Santos es evidente que se trataba de esclarecer los avances de las negociaciones en busca de paz en La Habana. En este caso, puesto que el Gobierno nacional  y el de los Estados Unidos están comprometidos en el Plan Colombia, que se constituyó para derrotar la subversión por la vía militar y a la par desarrollar las zonas de la periferia con miras a aliviar la pobreza secular de los campesinos convertidos en raspachines o reclutados por las bandas armadas, ambos países deben estar de acuerdo en el rumbo a seguir.

Es de anotar, en primer lugar, que sin el apoyo militar y logístico de los Estados Unidos, no se habrían logrado los grandes avances por restablecer el orden en el país, como, a su vez,  es dado reconocer que pese a tan notables esfuerzos militares y tecnológicos, no se alcanzó como en el resto de Hispanoamérica  acabar de raíz con los subversivos. Siendo que se avanzó y se eliminaron a numerosos jefes del denominado Secretariado de las Farc. Es visible el fortalecimiento de los servicios de inteligencia en las ciudades, que ha permitido abortar numerosos y gravísimos atentados, al punto que han obligado a las Farc a contratar sicarios del hampa común con el fin de que efectúen atentados a mansalva. Y las guerras se deben ganar. No se pueden confundir los triunfos parciales, es preciso extirpar el bando contrario, puesto que la subversión malherida es una hidra de varias cabezas. Esta situación, a la que se suma la negociación en La Habana y sus eventuales avances, han determinado que la cumbre de los dos jefes de Estado Juan Manuel Santos y Barack Obama, en Washington, fuese de la mayor importancia para las partes y la comunidad internacional, puesto que la violencia colombiana permea las fronteras y siempre existe el temor y la posibilidad de que se extienda como un cáncer por la región. Y por lo mismo, por su trascendencia merecía un mayor análisis y cubrimiento nacional e internacional. Pensamos por un instante que mañana el Congreso de los Estados Unidos en los planes sistemáticos de recortes al presupuesto, seducido por la idea de que la subversión entre nosotros está agónica, resuelva dejar sin fondos el Plan Colombia. Sin la menor duda, en cuanto siga el negocio de los cultivos ilícitos, puede resurgir la violencia  con inusitada fuerza.

 

A su vez, el Gobierno debe sopesar la tendencia en los Estados Unidos a encerrarse en sí mismos y resolver sus problemas, por lo que la chequera generosa de otros tiempos se reduce. A lo largo de su historia esa potencia ha dado muestras de moverse en el péndulo del aislacionismo y la intervención en terceros países. Por el momento es evidente según las declaraciones del Secretario de Estado Johon Kerry, fenece la Doctrina Monroe para avanzar a un nuevo trato en el cual: “los países se perciban unos a otros como iguales, de compartir responsabilidades, de cooperar en cuestiones de seguridad y de adherirse no a la Doctrina, sino a las decisiones que tomamos como socios para mover los valores y los intereses que compartimos”.  Lo que no significa que los Estados Unidos se desentiendan de su papel o no habrían enviado sus naves por los cielos en los que China pretende establecer su control.

Con fundamento en esa tesis y la nueva relación, el presidente Juan Manuel Santos, aclaró que viajaba a los Estados Unidos para hablar de igual a igual con su homólogo, que pareció captar sus argumentos sobre las posibilidades de la paz negociada. Se habló de acuerdos económicos e inversión para los tiempos del posconflicto.  Por lo que  se deben manejar opciones de acción en caso de cumplirse el objetivo negociador y, también, en el supuesto de que el pan se queme en el horno. Entre los aspectos positivos de la gira se destaca que en las reuniones del presidente Santos, con los jerarcas  del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, lo felicitaron por el manejo de la economía y la seguridad a la inversión extranjera. Las fotos, que trasmiten el ambiente o la imagen de la reunión, mejor que las melifluas y protocolarias palabras, mostraron a dos jefes de Estado relajados, que miraban el horizonte con optimismo.