* El fantasma de Mitterrand
* Populismo de república bananera o cartesianismo
La encrucijada por la que pasa la política francesa mantiene en vilo a Europa. Las propuestas de los dos candidatos, Nicolás Sarkozy por la reelección, y la del rival Francois Hollande, a capturar el poder para los socialistas agudiza la guerra de nervios. Las dos locomotoras que impulsan la política de la UE son Alemania y Francia; por lo general cuando esos dos países se entienden consiguen positivos resultados económicos. La estrecha relación entre la señora Merkel y Sarkozy ha conseguido que la UE acepte reglas claras para salir de la crisis, reglas que van contra el despilfarro de los dineros públicos y que exigen sacrificios, con la finalidad de reorientar la economía de la eurozona e intentar frenar el gasto desmedido. Si bien Francia y Alemania figuran entre los dos países mejor situados en medio de la tormenta que se abate sobre Europa y que afecta la estabilidad, la confianza, la producción, el empleo y la calidad de vida de la población, la ruptura de la entente entre Francia y Alemania, por cuenta de un eventual gobierno socialista instalado en el Elíseo, podría ser el golpe de gracia para la economía regional. Las altas finanzas, no solamente se resienten con las declaraciones de Francois Hollande de aumentar los impuestos a los más ricos, sino que les temen a sus desafíos. El candidato socialista ha declarado que tiene entre sus objetivos abatir el imperio de los neoliberales sin escrúpulos y su maridaje con los poderosos especuladores que juegan desde la sombra. Por eso dijo Hollande, en tumultuoso acto publico: “Mi adversario, mi verdadero adversario, no tiene nombre, ni rostro, ni partido. Nunca presentará su candidatura y, por consiguiente, no saldrá electo”.
La gente se pregunta ¿cómo un país de tendencia mayoritaria a favor del conservatismo, proclive al orden y la estabilidad, dado a defender con furor la propiedad privada, hostil a los aventureros políticos de distinto signo ideológico, de improviso se encuentra ad portas de un gobierno socialista, que sostiene la peregrina tesis de que aumentando el déficit se combate el déficit, cuando los expertos señalan que en la medida que toca fondo el derrumbe económico regional el gran problema es que el Banco europeo y las entidades internacionales no tienen fondos para reactivar la economía, por lo cual la salida es reajustar los gastos del Estado, hacer recortes y reducir la burocracia, y así aliviar la presión y poder destinar más adelante fondos para impulsar la producción y el desarrollo. Los expertos entienden que las banderas de campaña de Hollande de seguir la fiesta, de romper con el molde económico y los mandamientos de la UE, no son más que el caballito de batalla para movilizar al pueblo y conseguir los votos para ganar las elecciones, en momentos que la mayoría de las encuestas le dan ventaja sobre Sarkozy. Lo que significa que podría tratarse de un truco de prestidigitador, como el del general Charles de Gaulle, cuando proclamó frente a los oficiales golpistas del general Salan, que Argelia seguiría siendo francesa en un gobierno suyo, para después proclamar su descolonización. Mientras que los socialistas de viejo cuño sostienen que su candidato desde el gobierno dará un vuelco a la economía.
Entre los factores que han conducido a la quiebra de la derecha se recuerda que Francois Mitterrand, hizo una reforma electoral que le permitió asomar las orejas a la extrema derecha en el escenario político local, para dividirla. Mientras que De Gaulle había diseñado la segunda vuelta en el país para garantizar que los sectores conservadores pudiesen hacer mayoría frente a las izquierdas. A partir de la jugada constitucional de Mitterrand se invierten los factores; el peligro de una izquierda al acecho y la extrema derecha al alza se abate sobre la segunda vuelta en Francia. El centro se encoge pese a los esfuerzos de los últimos días de campaña de Sarkozy, para atraerlos. Mientras los votos de la derecha se reparten entre los dos candidatos. En cierta forma se da la paradoja de un Sarkozy que como gobernante ha cumplido un mandato histórico y como candidato no suscita la misma confianza de otros tiempos... Aunque estuvo mejor en el debate televisivo y podría sumar resultados inesperados. Al tiempo que Hollande, con la arrogancia de desafiar la existencia misma de la UE para atraer a los indecisos e imitar a Rodríguez Zapatero, figura adelante en las encuestas. Las elecciones van a mostrar si Francia apuesta a la madurez y la responsabilidad con Sarkozy o como cualesquier república bananera vota por seguir en la cuerda floja...