Fortaleza democrática | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Septiembre de 2012

Fortaleza democrática

 

* Las tropas respaldan la institucionalidad

** El compromiso presidencial

 

Colombia se está convirtiendo en una de las principales fortalezas de la región. La iniciativa del presidente Juan Manuel Santos de abocar las negociaciones, con miras a una futura paz con las Farc, ha mostrado que las instituciones funcionan. En tal sentido se debe destacar en primer lugar el apoyo irrestricto que le vienen dando al proceso las Fuerzas Armadas, desde el comandante del Ejército, el general Navas, hasta los superiores de todas las armas, pasando por los distintos grados hasta los soldados rasos, se observa la disciplina con la cual nuestras tropas respaldan al gobernante.

Nuestros soldados han sido las primeras víctimas de una sangrienta, larga y crudelísima guerra en la que un gran número de héroes de la Patria han ofrendado sus vidas, y los veteranos signados por las cicatrices de la contienda y formados en la disciplina y el profesionalismo no pretenden vengar los asaltos homicidas que han sufrido sino que están por restablecer el orden dentro de los parámetros consagrados por la Constitución Nacional. La abnegación de los soldados llega al extremo de guardar respetuoso silencio cuando se enteran de que un hombre de honor y héroe como el coronel Alfonso Plazas que dirigió la liberación de los magistrados del Palacio de Justicia fue sentenciado por la justicia civil, que no atiende las razones a las que obedece el estamento militar, según los dictados de sus propias doctrinas estratégicas.

Sin esa disciplina, dedicación y respeto por el poder civil no habría sido posible que el Presidente de la República asumiera la responsabilidad de explorar eventuales acuerdos políticos con las Farc. Este ejemplo de los militares los enaltece y fortalece la democracia.

La reacción del Congreso de la República, de la Magistratura, de los gremios, de la sociedad colombiana en general, ha sido positiva en cuanto a buscar una solución al conflicto armado, así persistan justificadas reservas y dudas sobre las verdaderas intenciones de los negociadores de las Farc, que en otras negociaciones cuando se decía que la paz ya estaba de un cacho, al poco tiempo ponían condiciones de última hora inaceptables para el Gobierno, abortando así esos procesos que la sociedad había respaldado en ocasiones con entusiasmo.

Hoy la relación de poder entre el Estado colombiano y la subversión ha cambiado sustancialmente y los violentos, pese a que están en posición de organizar asaltos, secuestros, boleteos, extorsiones y amenazar a la inerme población civil, no tienen capacidad para poner en jaque las grandes urbes ni a poblaciones intermedias. La Fuerza Aérea y la Infantería de Marina en nuestros ríos han desarticulado en buena parte el accionar de la subversión y el Ejército mantiene en estado de alerta sus tropas para evitar sorpresas. No quiere esto decir que se puede bajar la guardia, menos cuando se negocia en medio de las balas, al contrario, es cuando más deben nuestras tropas esforzarse por defender la democracia y la vigencia de los derechos humanos en el país.

Revisando las opiniones de expertos internacionales que se ocupan en analizar la democracia en América, la mayoría están de acuerdo en reconocer que somos un ejemplo en el cual los distintos poderes tienden a actuar en función de un gran objetivo: la paz.

Mas la paz no es un regalo, ni depende exclusivamente de un momentáneo cese el fuego, ni la paz se consigue por decreto, tras más de medio siglo de violencia, la paz pende de los valores culturales que sustentan la democracia. En ese sentido la Iglesia Católica, las religiones cristianas y la sociedad civil deben entrar a respaldar con franqueza las negociaciones que se habrán de realizar en Oslo, negociaciones en las cuales es fundamental defender el Estado de derecho, la unidad nacional, la dignidad de la Patria y tener en cuenta los pactos internacionales como los Protocolos de Ginebra para que las cosas se hagan con realismo político y transparencia democrática. El solo hecho de que el presidente de la República Juan Manuel Santos le haya encargado a su hermano Enrique Santos Calderón de comprometer su palabra garantista en el preludio de las negociaciones con las Farc, muestra la indeclinable voluntad de sacar avante los diálogos de paz.