Fin de un año, fin de una década | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Diciembre de 2020

* Del cambio climático a la pandemia, amenazas globales

* Era digital cambió paradigmas sociales de la humanidad

 

 

Traumático y esperanzador. Así se puede denominar el cierre de este 2020 que, además, también finiquita la segunda década de este siglo XXI (ver especial en esta edición). El mundo vivió en los últimos doce meses una de sus épocas más críticas por cuenta de una pandemia que ha infectado a más de 82 millones de personas y causado la muerte a no menos de 1,8 millones. Una enfermedad viral de alcance global que, como no ocurría desde la peste española a comienzos de la centuria pasada, volvió a encerrar a la mayoría de la población en sus casas, estableciendo de paso el mayor reto a la disciplina colectiva e individual de la era moderna.

Una crisis que no solo puso a temblar los cimientos de toda la economía mundial y generó un impacto social demoledor, sino que evidenció la tremenda vulnerabilidad de una humanidad que creía ya haber alcanzado el culmen del desarrollo tecnológico y el progreso, escenario en donde no se vislumbraba la posibilidad de que un enemigo microscópico asomara como una amenaza apocalíptica.

Pero también este 2020 puso de presente la capacidad resiliente del conocimiento científico para afrontar un desafío de semejantes proporciones. Haber desarrollado en apenas nueve meses varias vacunas con capacidad de neutralizar el covid-19 es impresionante. A lo largo de la historia de la humanidad no hay antecedentes de una respuesta tan efectiva a una pandemia. El que desde hace varias semanas ya haya comenzado la inmunización de la población en distintas naciones y que estén en lista de espera decenas de países, resalta que la misma ciencia que en las últimas décadas había desarrollado armas que pueden borrar la vida de la faz de la tierra, en esta ocasión propende por todo lo contrario.

Sin embargo, el 2020 no solo ha sido el año de la pandemia del covid-19, sino que también se convirtió en el lapso de mayor alerta sobre los efectos catastróficos de la otra gran amenaza que hoy se cierne sobre la humanidad: el cambio climático. De hecho, la falta de diligencia de los países, pero sobre todo de las grandes potencias (que son a la vez los mayores emisores de gases de efecto invernadero), para frenar el calentamiento global se puede considerar como el mayor fracaso estructural de la década. A hoy es claro que la temperatura media global continúa aumentando y que el Acuerdo de París, suscrito en 2015 como el pacto más ambicioso en el combate a este flagelo, ha tenido muy baja aplicación, poniendo en peligro la supervivencia misma de la raza humana.

También fue la década que está cerrando hoy la del mayor pulso entre dos tendencias políticas, económicas, sociales e institucionales: el multilateralismo y el unilateralismo. Dos modelos de concepción del desarrollo nacional y de la prevalencia de unos países sobre otros que han marcado al mundo más allá de pleitos heredados del siglo pasado, como los resquicios de la ‘Guerra fría’, la competencia por la explotación de los recursos naturales tradicionales no renovables o la puja de los ideologismos religiosos.

Entre 2010 y hoy la humanidad también dio el que se puede considerar como el cambio en los patrones de comportamiento social más drástico de los últimos cincuenta años. La era digital se masificó a tal punto que el uso del internet ya es global y cualquier persona, sin importar en lugar del planeta en donde se encuentre, tiene acceso inmediato a todo un universo de contenidos, puede recibir y transmitir cualquier tipo de información y, sobre todo, comunicarse en línea, sin ningún tipo de intermediación ni filtro, con todas las ventajas y desventajas que ello implica. Por virtud o defecto de ello, hay un cambio irreversible del paradigma de hombres, mujeres y niños como seres sociales por esencia vital.

Como se ve, el fin del 2020 y el cierre de la segunda década marcan una especie de punto de inflexión frente a la forma en que la humanidad enfrenta los problemas coyunturales (la pandemia) y estructurales (el cambio climático). Flagelos que constituyen amenazas de gran calado para el concierto de naciones, pero sobre todo crisis que -la gran conclusión del año y la década que terminan- pusieron de presente que el planeta es uno solo y, al final de cuentas, más allá de niveles de desarrollo político, económico, militar o social de cada país, los más de siete mil millones de habitantes de la Tierra están expuestos a los mismos peligros sobrevinientes o de vieja data, todos están en el mismo barco y la suerte de unos implica indefectiblemente la de los otros.