La humanidad está en una etapa de desarrollo de nuevas tecnologías, países emergentes pugnan por producir cada vez más y lograr tasas de crecimiento elevadas. Es un proceso que viene desde la revolución industrial. Este esfuerzo se enfoca necesariamente a que lo que sale de las fábricas inunde los mercados. Los adelantos han sido sorprendentes y a medida que haya nuevos descubrimientos vendrán trasnfrmaciones inimaginables. El mundo del futuro quizá no lo pueden describir ni los escritores de ciencia ficción o los guionistas de cine.
Toda la dinámica tiene siempre como soporte y motor el ser humano. Hacia él se orientan todos los empeños y los mismos humanos, no obstante la automatización en casi todas las actividades, son los protagonistas de lo que se haga en esté hábitat único para los seres vivos. Para todo lo que se realice en la Tierra, incluso los enfrentamientos, la agricultura, la industria, las finanzas, en fin, el universo productivo, el concurso humano es la máquina que lo impulsa.
En medio de los conflictos que surgen en muchas partes, que captan la atención de los países poderosos, dispuestos a intervenir, en ocasiones no advierten circunstancias que en pocos años van a incidir en sus economías, en la producción, y necesariamente presionarán variaciones en políticas de orden social, migratorio y provisión de recursos para atender a quienes ya no producen. Desde hace varios años viene una tendencia inevitable: el envejecimiento de la población. Los últimos avances de la medicina han sido claves en el aumento de la expectativa de vida, determinantes en el incremento de jubilados. En ciertas naciones europeas, el número crece. Al contrario, la natalidad disminuye, al punto de que hay países con menos habitantes que hace diez o más años. Incluso hay déficit de jóvenes para el servicio militar y tienen que aceptar extranjeros.
Más de siete mil millones de habitantes tiene la Tierra. En solo cinco años habrá más sexagenarios que niños. Algo no visto en los siglos precedentes. La preocupación de garantizar seguridad alimentaria quizá tenga respuesta positiva. Nuevas tecnologías agrícolas para multiplicar la producción en el campo. Sin embargo, lo que se avecina con el incremento de gente mayor y cada vez menos jóvenes y niños es asunto serio.
Es previsible que en las próximas cuatro décadas los mayores de 60 años sean dos mil millones. El crecimiento poblacional, respecto de nacimientos, se va a dar tal vez en las naciones subdesarrolladas, aunque éstas también suelen planificar. La Organización Mundial de la Salud -OMS- ya ha alertado sobre los grandes cambios sociales que se avecinan, uno de ellos, el envejecimiento de la población. Y el fenómeno va a afectar por igual a los pueblos en desarrollo y en éstos el problema se torna bien difícil si no trazan estrategias y sistemas para atender este segmento de la población que crece. Además la esperanza de vida al nacer seguirá subiendo. Quiere esto decir que en los años venideros la gente tenderá a la longevidad. Así que serán muchas las personas que sobrepasarán los ochenta o noventa y aun más años.
Los países con tasas de natalidad bajas y población mayor en aumento tendrán que replantear políticas migratorias, ya que van a requerir gente en edad productiva para su desarrollo. Es indudable que en todas las naciones deberán adoptar decisiones adecuadas y programas asistenciales, sociales y de salud para las personas mayores. Es el reto del siglo XXI, el envejecimiento de la población mundial.