- Objetivo de la reingeniería ministerial
- Acuerdo programático de alto espectro
Tras 18 meses en el poder, el presidente Iván Duque se decidió en la última semana a aplicar el remezón ministerial más amplio de su gobierno. Aunque su intención inicial era que todos los integrantes del gabinete tuvieran vocación cuatrienal, lo cierto es que en mayo pasado se vio forzado a un primer cambio en la cartera de Justicia. Luego, en septiembre, posesionó al primer ministro del Deporte, en tanto que en noviembre, tras la dimisión del titular de Defensa, optó por pasar a ese cargo al entonces Canciller y designar a una ministra en Relaciones Exteriores. Diciembre también resultó movido en esta materia, pues en la última semana se produjo la vacancia en Salud y se designó a la primera ministra de Ciencia y Tecnología. Enero no sería la excepción en cuanto a cambios en el gabinete, ya que el último día se anunció que la titular del Interior pasaba a la Consejería Presidencial de Derechos Humanos, siendo reemplazada por la ministra de Trabajo. Llegaría febrero con una amplia expectativa sobre más ajustes en el alto gobierno, los cuales se vinieron a confirmar el viernes pasado, cuando se anunciaron los nuevos nombres para las carteras de Salud, Trabajo y Agricultura. Como si lo anterior fuera poco, en altas fuentes gubernamentales y partidistas se asegura que el remezón continuará la próxima semana no solo a nivel de ministerios, sino también en una que otra embajada de primer nivel (está vacante nada menos que la de Washington) así como algunos institutos, agencias y departamentos administrativos.
Visto todo ello, resulta evidente que la Casa de Nariño está en proceso de reingeniería política. También es obvio que este ajuste venía urgiéndose desde hace varios meses, no solo por los inocultables problemas de margen de gobernabilidad que arrastra el Ejecutivo y la alta dificultad para poder sacar avante la agenda prioritaria en el Congreso, sino porque en el debate de moción de censura, a comienzos de noviembre, contra el entonces Ministro de Defensa, quedaron patentes graves y crecientes fisuras en la coalición parlamentaria oficialista, que ya de por sí tiene mayorías muy ajustadas tanto en Senado como en la Cámara. Es más, para nadie es un secreto que si Cambio Radical no hubiera acompañado en diciembre el trámite de buena parte del articulado del proyecto de Ley de Crecimiento, esa iniciativa -que reemplazaba a la Ley de Financiamiento declarada inexequible por la Corte Constitucional en octubre- difícilmente habría sido aprobada. El hundimiento del proyecto hubiera generado no solo un peligroso hueco fiscal sino truncado todos los incentivos impositivos a las empresas, que han sido determinantes para que la economía colombiana esté creciendo a más del 3 por ciento, muy por encima del promedio latinoamericano.
En ese orden de ideas, los cambios que el Presidente de la República está aplicando en el gabinete deben entenderse como dirigidos, primordialmente, a fortalecer la capacidad de acción política del Ejecutivo, no solo en cuanto a la agenda legislativa sino también para enfrentar varias problemáticas nacionales y coyunturas internacionales de primer nivel que se han venido agravando en los últimos meses. Parafraseando al expresidente Uribe, se requeriría dicho ajuste para “enderezar” el camino y asegurar el logro de los objetivos transversales fijados por la Casa de Nariño. Transcurrida ya la tercera parte de este mandato y sin existir la alternativa de la reelección, la Jefatura de Estado no tiene tiempo para perder ni puede enconcharse en la inacción política, eso es claro.
Pero en modo alguno los nombramientos en el gabinete pueden dejar de lado lo que es fundamental en la nueva marcha del Gobierno, que es la construcción de un acuerdo programático de alto espectro que sirva de columna vertebral, de chasis a este nuevo mapa político que se está conformando. Para ello es necesario que Gobierno y colectividades fijen una agenda de reformas de ley y actos legislativos precisa y puntual para empezar a tramitarla en el Congreso a partir de marzo próximo. También que se acuerde una bitácora política a implementar bajo el liderazgo del Presidente de la República, cuyo mandato popular, soportado en más de 10 millones de votos, continúa más vigente que nunca, puesto que en la segunda vuelta quedó demostrado que muchos fueron los votantes de Cambio Radical y La U que respaldaron a Duque, permitiendo un volumen de sufragios histórico.
Así las cosas, teniendo como marco de acción los derroteros del Plan Nacional de Desarrollo es necesario acelerar el paso de la gestión gubernamental, fortaleciéndola con un rol más protagónico y decidido de los partidos de esta nueva alianza política. En modo alguno se trata simplemente de una modificación burocrática. Lo que en realidad debe abrirse paso es una nueva coalición sustentada en una ruta programática integral.