El sentido del 7 de agosto | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Agosto de 2021

* Gesta clave de campaña libertadora

* El genio militar de Simón Bolívar

 

El 7 de agosto es una de las fechas más trascendentales y conmovedoras de la historia de Colombia. Hace dos años celebramos con orgullo patrio el bicentenario de la Batalla de Boyacá, una gesta militar clave que, lamentablemente, las nuevas generaciones no alcanzan a dimensionar en su sentido más amplio. De allí que siempre sea bueno repasar la alta significación de lo que hoy conmemoramos en nuestro país.

A finales de la segunda década del siglo XIX en Hispanoamérica se libraba una guerra civil desatada cuando la península ibérica fue invadida por las tropas de Napoleón Bonaparte. En Quito la nobleza se levantó y comenzó a luchar por su libertad, siendo sofocada. Ese ejemplo es seguido por otros criollos en distintos lugares, como Santafé de Bogotá, Caracas y varias poblaciones. Pero los “realistas” en la Capitanía General de Venezuela consiguieron derribar el gobierno del generalísimo Francisco de Miranda y acabar por la fuerza la Primera República.

Luego, gracias el influjo inspirador de Simón Bolívar, convertido en soldado granadino, la guerra civil se transformó en guerra de liberación. Vino la confrontación atroz y sangrienta en el sitio a Cartagena y en Venezuela, eventos en donde se destacó el genio del Libertador contra las veteranas y disciplinadas tropas del general español Pablo Morillo.   

Tras liberar una parte de Venezuela, Bolívar pretendía seguir a Caracas, siendo repelidos sus avances por Morillo y los nativos “realistas” que combatían con ardor por el Rey. El Libertador ordenó, entonces, al general Páez que distrajera a las tropas enemigas, amagando invadir la zona que los españoles aún dominaban en Venezuela, todo ello mientras el prócer resolvía cruzar la cordillera oriental y liberar a la Nueva Granada, donde le esperaban Santander, con algunos veteranos y tropas bisoñas que ardían en deseos de batirse. En ese marco se dio la heroica Batalla del Boyacá el 7 de agosto de 1819.

Esta hazaña militar de Bolívar, junto a la Legión Británica y los demás cuerpos de sus valientes tropas, se compara a las de Aníbal, César o Napoleón, con la diferencia de que el caraqueño dirigía desarrapados llaneros y pueblerinos contra las fuerzas selectas, disciplinadas y veteranas del general español Barreiro. Como dice José Manuel Groot, refiriéndose a Simón Bolívar: “aquí fue donde este hombre manifestó cuál era el temple de su alma, demostrando una energía y una firmeza extraordinarias”. 

El secreto del Libertador en estas gestas se encuentra en la sorpresa y la movilidad de sus tropas, puesto que los “realistas” no pudieron adivinar su estrategia de abandonar súbitamente su objetivo de poner rumbo a Caracas y dirigirse, en cambio, al corazón de la Nueva Granada. Así confundió al enemigo, impidiendo que Morillo apoyara a Barreiro, lo que facilitó el avance sorpresivo del Libertador, que al tomarse el puente de Boyacá, apoyado por el valeroso general Anzoátegui, quedó a las puertas de Santafé de Bogotá, en donde el Virrey, al conocer de la derrota de sus hombres, abandonó rápidamente la capital, entendiendo que la guerra se había perdido. 

El Libertador, con su arrojo característico, se adelantó a seguir a caballo hasta Santafé de Bogotá, en donde el Cabildo nombró una guardia especial para protegerlo. Las fiestas y homenajes convirtieron la capital en una manifestación continua de agradecimiento y alegría al heroico comandante. 

El poco tiempo que estuvo Bolívar en la capital lo empleó para mejorar la administración e incluso restablecer el Tribunal de Cuentas. Creó una dirección general y la superintendencia general de hacienda, organizó las casas de moneda, visitó las salinas de Zipaquirá e instauró una alta corte de justicia.

Bolívar se sabía centro de atracción de todo el país y eje del cambio, lo que manejó con prudencia y sabiduría. Otro general distinto al Libertador quizá se habría quedado en Bogotá, para disfrutar de la celebración de la victoria. Pero él no se durmió en los laureles y dejó a Santander a cargo del gobierno para continuar la campaña. Guiado por un fino espíritu geopolítico, organizó nuevas tropas y las rearmó. Tomó diversas medidas para volver a Venezuela, donde informó al Congreso en Angostura de la creación de Colombia y, en privado, comunicó a los generales de su proyecto de liberar Quito y Perú…

En toda esta gesta de independencia, la batalla del 7 de agosto se puede considerar punto de inflexión de la gesta patriótica, ya que no solo sentó las bases de la creación de Colombia sino de la liberación de una parte importante de América del sur.

Es vital que todos los colombianos dimensionen el sentido histórico de lo que hoy celebramos. No es una fecha festiva más, sino el recuerdo de la batalla clave para nuestra independencia y el cimiente de nuestra nacionalidad como país libre, soberano y democrático, elementos que hoy por hoy algunos radicales intentan grosera y fallidamente desconocer, al punto incluso de atreverse a vandalizar e irrespetar nuestros símbolos patrios. Una ofensa para todos los compatriotas y la institucionalidad.