* Solidaridad de otras religiones
* Debilidad e impotencia de organismos internacionales
EL Papa Francisco les ha pedido a los católicos del mundo orar por la paz en Siria. Desde el momento de su elección como sucesor de San Pedro, no deja de mostrar la más honda consternación por la violencia aciaga que se abate sobre ese país, en el cual los católicos son minoría. El clamor del Papa por la paz ha suscitado la solidaridad de las otras religiones, de sus dirigentes y feligreses sirios. El próximo sábado el Papa encabezará la jornada de oración y ayuno por la paz. El más alto prelado de la Iglesia sostiene que es deber de todos los católicos del mundo insistir en la inutilidad de la violencia para resolver los desencuentros internos de las naciones y entre los Estados. En sus intervenciones públicas y privadas reafirma que es una locura pretender en el siglo XXI que los problemas mundiales se resuelvan a tiros. Y le duele la debilidad y la impotencia de organismos internacionales en los que tienen representación casi todas las naciones del globo, que resultan inoperantes para limar las asperezas entre los pueblos y facilitar el entendimiento pacífico.
Sorprende que el presidente Barack Obama quien, precisamente, recibió el Premio Nobel de la Paz, por sus buenas intenciones para lograr que las partes en conflicto se entendieran en el Medio Oriente, como lo prometía en su campaña. Y esa inclinación por repudiar la guerra y propiciar la conciliación se hace más evidente al repasar las intervenciones presidenciales en las que su voz se alza contra la guerra y la violencia. Incluso en los actuales momentos él podría haber ordenado el ataque militar en Siria, sin consultar con el Congreso, como lo hicieron varios de sus antecesores desde Washington, tal el proceder de Ronald Reagan, al ordenar bombardear sin consultar al Congreso el campamento del temido dictador de Libia o cuando ordenó la intervención en Guyana, para defenestrar el gobernante socialista. Lo mismo hizo Bill Clinton, cuando debió bombardear Afganistán, contrariando su prédica pacifista. Y se repite la historia con Bush, que impulsa una campaña en la que se argumenta que el dictador de Irak, Hussein, estaba en posesión de armas de destrucción masiva. Frente a esa posibilidad se resuelve bombardear. Las Naciones Unidas, por lo general están en contra de esos bombardeos, que suelen cobrar numerosas vidas de inocentes. A los que se les culpa por vivir en un país en donde impera la dictadura hostil.
Las gentes se preguntan cuál es la razón por la cual gobernantes de Estados Unidos que se han mostrado pacifistas y prudentes, en un momento dado resuelven apelar a los cañones. Pareciera que las potencias no dependen en exclusiva de los sutiles elementos diplomáticos, siempre dispuestos a negociar. Los Estados mayores sostienen que la debilidad y la palabrería tienen un límite, por lo que llega un momento en el cual es preciso hacer uso de la fuerza. Los expertos consideran que esos excesos se suceden desde los tiempos más antiguos, cuando Atenas por soberbia, atacó islas insignificantes militarmente, las que, inicialmente humillaba, pero con el tiempo al unirse dieron al traste con su poderío. Por el contrario, los partidarios de la guerra recuerdan que el Imperio Romano creció por cuenta de la espada. Así como insisten en sostener que la Unión Soviética se derrumbó por causa de guerras costosas que nunca terminan como la de Afganistán. Lo mismo argumentan quienes recuerdan los sangrientos episodios de la guerra del Vietnam, en los cuales el Gobierno de los Estados Unidos perdió el apoyo popular, que casi siempre lo había acompañado en todas las guerras en las que se vio enfrascado como potencia.
En el caso de la guerra en Siria, Washington actuaría con fundamento en los tristes y abominables episodios en los cuales murieron varios civiles, según se dice, al ser fumigados por poderosas sustancias químicas. Hecho que los Estados y la comunidad mundial rechazan, pero que al escribir estas líneas sin conocer el informe de los expertos de la ONU, no está probado. Y el posible bombardeo, que parece contar con apoyo del Congreso, se efectúa sobre un país en ruinas, que es algo así como salir a golpear un paralitico. Se alega que, incluso, en ese penoso caso, si cometió una agresión que merece ser castigada se debe proceder al ataque. El rechazo del Papa Francisco a tal acción bélica se basa en la razón pacifista que considera que los bombardeos no solucionan nada y engendran mas odios y hostilidades en el Medio Oriente, así no dejen una vivienda en pie. Aun en este caso es conmovedor el nivel de conciencia del Papa Francisco, por lo que invitamos a todos los colombianos a rezar por Siria y por la paz, así el mundo se incline por la violencia y las soluciones de fuerza.