* Realismo y pragmatismo ante crisis petrolera
* Otros sectores deben tomar la batuta del PIB
Estabilidad y seguridad. Esas son las dos premisas que al decir de los tratadistas modernos deben guiar las políticas económicas de cualquier país. Y es hacia allí adonde apunta, precisamente, la estrategia colombiana en momentos en que el clima económico global afronta turbulencias de distinta dimensión y efecto. Prueba de lo anterior es lo ocurrido esta semana, pues en ese pequeño lapso se cruzaron una serie de anuncios y circunstancias que evidencian el escenario cambiante al que se enfrenta el sector productivo.
De un lado, el DANE reveló que el Producto Interno Bruto (PIB) creció el año pasado 4,6 por ciento, un porcentaje muy potable no sólo porque es el más alto en nivel latinoamericano sino el séptimo a nivel mundial. La construcción con 9,9 por ciento fue la actividad con mayor crecimiento, en tanto que la industria continuó mostrando una lenta reactivación.
Sin embargo, hay que señalar que el cierre de 2014 reflejó la advertida desaceleración económica, puesto que en 2013 ese indicador se había ubicado en 4,9 por ciento. El año pasado, tras arrancar con un prometedor 6,4 por ciento a marzo, desde el segundo trimestre se notaba un menor dinamismo productivo, pues se pasó a un PIB de 4,3 por ciento a junio, bajando luego a 4,2 por ciento en septiembre y terminando con 3,5 por ciento en diciembre. Como se dijo, no se trata de un fenómeno exclusivamente colombiano, pues entes como el Fondo Monetario Internacional ya habían alertado que 2014 sería un año de desempeño regular, al punto que finalmente se terminó por confirmar su previsión de crecimiento apenas de 1,2 por ciento promedio regional.
Era claro que la descolgada en los precios del petróleo iba a tener un impacto en el cierre económico del año pasado, efecto desacelerador que el propio gobierno Santos no sólo aceptó con realismo sino frente al cual incluso actuó precautelativamente al impulsar, de un lado, la reforma tributaria y, de otro, aplicar desde noviembre pasado un apretón en la Ley de Presupuesto General para 2015 y el cumplimiento rígido de la Regla Fiscal. Una plataforma de medidas que complementó hace algunas semanas al anunciar el aplazamiento de gastos e inversión por seis billones de pesos. A ello se suma que también el monto del Plan Nacional de Desarrollo, que se discute en el Congreso, fue castigado con una disminución de 17 billones de pesos para el cuatrienio. Queda, pues, en evidencia que, como lo dijera esta semana el Ministro de Hacienda, Colombia está manejando la nueva realidad fiscal con previsión y pragmatismo, pues los cálculos indican que el país tiene que prepararse para que su renta petrolera disminuya de 24 billones a 6 billones de pesos en los próximos años.
Un pragmatismo del que también hizo demostración esta semana el Banco de la República, que al analizar las presiones inflacionarias en lo que va corrido del primer trimestre y evaluar los altibajos en la cotización del dólar, que en los últimos días volvió a bajar luego de acercarse al techo de los 2.700 pesos, prefirió mandar un mensaje de estabilidad al mercado y los actores económicos, al no mover sus tasas de interés de referencia. Aunque había voces que pedían al Emisor aumentar sus tipos, no hacerlo evidencia que se confía en que todavía hay márgenes de acción para manejar la coyuntura cambiaria y las fluctuaciones económicas tanto en nivel macro como micro.
Por lo pronto, es claro que la economía requiere un impulso para no perder el ritmo, más aún cuando el panorama de los precios del petróleo no parece mejorar a corto plazo y la recuperación de Estados Unidos hace previsible que en poco tiempo eleve sus tasas de interés y atraiga un buen volumen de capitales que hoy por hoy se ubican en economías emergentes como la colombiana, lo que produciría un nuevo pico de fortalecimiento del dólar frente al peso.
Si se quiere cumplir con la meta del 4,2 por ciento de crecimiento del PIB para este 2015, que es el objetivo gubernamental aunque el Banco y el sector privado son menos optimistas, es necesario que sectores como la construcción, la industria, el agro, el comercio y las obras públicas, sobre todo las de infraestructura, aumenten su ritmo de ejecución. Por el momento, el mensaje que queda al cierre de esta semana es que, en medio de noticias buenas y otras no tanto, el horizonte de la política económica colombiana sigue apuntando al mismo norte: estabilidad y seguridad.