* Alertas prendidas por drástico fenómeno climático
* Urge una estrategia transversal pública y privada
Llegó la hora de la verdad para medir qué tan bien preparado está el país para enfrentar el fenómeno de El Niño. El Ministerio de Ambiente y el Ideam ya declararon que “oficialmente” dicha anomalía climática se registra en Colombia y anunciaron la activación de los planes de contingencia para amortiguar sus efectos, sobre todo en materia de prevención y atención de desastres, así como para disminuir sus consecuencias lesivas en seguridad alimentaria, servicios públicos y otros frentes.
No pocos de los gobernadores y alcaldes salientes, así como los entrantes, han urgido que la estrategia gubernamental sea más ágil en cuanto a giros de recursos y activación de medidas de choque para enfrentar entre cuatro y cinco meses de disminución sustancial de las lluvias y un aumento marcado de la temperatura, lo que podría llevar a una sequía -mediana y extrema- en algunas zonas. Aunque algunos expertos señalan que la intensidad del fenómeno será moderada, otros advierten que no hay que confiarse y traen a colación lo que ocurre en la vecina Ecuador, en donde la sequía tiene en crisis a todo el país, al punto que Colombia y otras naciones tuvieron que entrar a venderle energía de urgencia para disminuir la intensidad del racionamiento que está aplicando a la población y el sector productivo. En Perú también están prendidas ya las alarmas debido al pico extraordinario de lluvias que se está registrando por el mismo Niño.
Los modelos meteorológicos en Colombia indican que la prioridad está en no menos de 176 municipios de distintos departamentos que tienen riesgo alto, moderado o bajo en materia de desabastecimiento de agua, sequía prolongada, incendios forestales y afectación del ciclo de cosechas por las circunstancias anómalas climáticas.
Si bien es cierto que llueve en distintas zonas, esto por cuenta de la segunda temporada invernal del año que comenzó en octubre y debería ir hasta mediados o finales de diciembre, ya se está registrando una pluviosidad con volúmenes por debajo de los promedios históricos. Ello podría impactar el nivel de los embalses y represas que son la columna vertebral de la cadena hidroeléctrica, la principal matriz de generación en nuestro país. Esta situación es más preocupante en vista de las alertas sobre los costos de funcionamiento de las termoeléctricas y la desaceleración en los proyectos de energías limpias, en especial los parques solares y eólicos.
Desde ya se está advirtiendo el riesgo de un alza en las tarifas de este servicio a corto plazo por esta circunstancia, lo que agravará el ya de por sí complejo escenario financiero del sistema y se convertirá en un nuevo eje de presión inflacionaria para el cierre de este año y comienzos del próximo, junto a la escalada en los precios de los combustibles. Si a ello se le suma el posible encarecimiento de alimentos debido a un menor rendimiento de los cultivos por la sequía, entonces el panorama para el consumo y el bolsillo de la mayoría de familias colombianas no es muy optimista en los próximos seis meses.
El Gobierno asegura que tiene una estrategia, tanto desde la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres como en el marco del llamado “Plan Nacional de Gestión”, para el cual se destinó un presupuesto de 2,2 billones de pesos. Adicionalmente activó una campaña denominada “El Niño no es un juego”, cuyo principal objetivo es concientizar a la población del riesgo al que nos enfrentamos y promover el ahorro y uso racional del agua y la energía, así como para evitar conductas que aumenten el surgimiento y propagación de incendios forestales, entre otras prevenciones.
En algunas regiones se escuchan alertas en torno a que las corporaciones autónomas regionales no están maniobrando con la agilidad que se requiere, puesto que estas entidades, gobernaciones y alcaldías están más interesados en el actual proceso de elección de directores, con pulsos políticos y burocráticos a la orden del día.
Es claro, entonces, que toda la nación debe prepararse para afrontar los desafíos del Niño, que tiene efectos más drásticos ahora por cuenta del calentamiento climático. Es imperativo que cada colombiano sepa cómo colaborar en esta cruzada para disminuir el impacto de una emergencia que podría extenderse por seis meses o más. Es hora de la responsabilidad institucional en cuanto a resiliencia climática y ambiental. El sistema de salud también debe ser alertado, así como todo el sector agropecuario. Urge una estrategia transversal a la totalidad de ministerios y el sector privado. No hay tiempo que perder.