A medida que se va acercando el fin de la temporada invernal, que ya de por sí tuvo niveles de pluviosidad inferiores a los promedios históricos, la preocupación en torno de lo que será el impacto del fenómeno climático de El Niño que azotará al país en el segundo semestre crece.
Por ejemplo, debe tomarse como un campanazo la conclusión de la reunión esta semana entre delegados de la CAR Cundinamarca con varios de los alcaldes de este departamento y de Boyacá para analizar cómo debe enfrentarse la alteración climática que no sólo elevará la temperatura en gran parte del país, sino que amenaza ya con producir una sequía de proporciones, afectar el suministro de agua para consumo humano, poner en peligro la cadena de generación hidroeléctrica así como afectar el ciclo de las cosechas y el correspondiente coletazo en materia de abastecimiento de alimentos y el impacto inflacionario.
La reunión en mención concluyó con la inquietante noticia de que cuando ya está terminando la temporada de lluvias, el nivel promedio de los embalses en Cundinamarca es apenas del 53% de su capacidad, inferior a lo observado por esta época en los últimos años, con el agravante de que en éstos no había riesgo de la presencia de El Niño.
Si bien ya la CAR, por ejemplo, viene poniendo en marcha un plan de contingencia, que incluye desde la construcción de reservorios de agua en zonas rurales, hasta la solicitud a las autoridades y la población en general para que garanticen un uso racional del vital líquido, es claro que se necesita reforzar las estrategias de prevención en todo el país, sobre todo en las regiones más expuestas a la sequía, la Caribe, Andina y el norte de la Pacífica, precisamente aquellas en donde se concentra más del setenta por ciento de los colombianos así como parte de la producción agrícola, industrial, comercial y de servicios.
Más allá de la labor preventiva que están adelantando el Ideam, las corporaciones autónomas regionales, varios ministerios, cada uno dentro de su respectivo campo de acción, se sigue considerando que se requiere una instancia supraministerial, estilo un Alto Consejero Presidencial, que se ponga al frente de todo el plan de contingencia para enfrentar un fenómeno climático que podría ser muy grave para el país. El Niño tiene efectos transversales en los ámbitos poblacionales, económicos, sociales e institucionales que requieren, por tanto, una respuesta en igual o mayor dimensión.