*Cronograma fijado para el 2022
*Todas las voluntades confluyen
Tras varias décadas de frustración, parece que ahora sí la posibilidad de que Bogotá tenga un sistema de transporte masivo tipo Metro se hará una realidad. Así se desprende del anuncio, esta semana. por parte del alcalde Enrique Peñalosa y el gerente del proyecto, quienes dieron a conocer el nuevo cronograma para adelantar esa megaobra, señalando que la respectiva licitación para la primera fase se abrirá a comienzos del próximo año y podría estar entrando en funcionamiento hacia el 2022. Para ello, uno de los pasos que se dará de inmediato será la presentación al Concejo capitalino de un proyecto de Acuerdo para crear la Empresa Metro, que es uno de los requisitos exigidos tanto por el Gobierno Nacional como por el Banco Mundial para seguir dando viabilidad a la obra que ya tiene compromisos presupuestales por 13,8 billones de pesos, adquiridos tanto por la Nación como por el propio Distrito.
Corresponderá ahora a la corporación legislativa dar trámite expedito a la iniciativa para que antes de terminar el primer semestre se pueda estar aprobando y se proceda, entonces, a la creación formal de la entidad que manejará todo el proyecto del Metro y su funcionamiento. En las últimas tres décadas y media, por lo menos en cuatro ocasiones, se ha intentado arrancar esta empresa pero por distintas circunstancias de orden político, legal y presupuestal nunca se cristalizó ese objetivo y, consecuencialmente, el Metro tampoco.
Tal como lo había indicado Peñalosa a lo largo de la campaña electoral el año pasado, en los nuevos diseños de la Fase Uno la Administración plantea que ese tramo del Metro, de quince kilómetros, entre el sur occidente y el centro de la ciudad, sea elevado. No en pocas ocasiones el Alcalde ha puesto sobre la mesa los estudios financieros que evidencian que el costo de esta modalidad de construcción es mucho más bajo que hacerlo de manera subterránea. Además de ello es claro que un Metro bajo tierra tarda por los menos una década en estar listo, mientras que si es elevado ese tiempo se disminuiría a tres o cuatro años. Serán ahora los estudios pendientes los que tienen que determinar la ingeniería de detalle de la obra y la ubicación de las estaciones. Esos mismos estudios permitirán definir cómo será la línea del Metro hacia el norte de la ciudad, por la Avenida Caracas, que como se sabe es el corredor con la mayor demanda de transporte en la capital del país.
Como en distintas ocasiones se ha reiterado en estas páginas, la necesidad de un Metro para la capital del país no tiene discusión, no solo por ser un sistema de transporte masivo que ayudará a superar el caos de movilidad vial que hoy afronta la urbe y su área metropolitana, sino porque la obra no está pensada ni vista de manera aislada sino como un eje más del sistema intermodal, junto al Transmilenio, la red de buses SITP, el Tren de Cercanías, las ciclorrutas y la regulación del parque automotor tanto público como privado.
Como se ve están alineadas, como nunca antes, las voluntades de los gobiernos Nacional y Distrital así como definidos los esquemas de financiamiento del proyecto, al tiempo que avanzan a un buen ritmo los últimos estudios y diseños sobre trazados, flujos financieros, normatividad y aparato institucional requerido, así como el anhelo de los más de 7 millones de capitalinos para que la obra se arranque los más pronto posible y sea una realidad dentro de seis años. A ellos se suma que la participación del Banco Mundial es una garantía para que ese esfuerzo se haga de manera ordenada, coherente y sin tomar riesgos o dejar cabos sueltos que puedan llevar a millonarios sobrecostos, como los vistos en otras megaobras en que se ha embarcado el país.
El Metro, pues, apunta a ser una realidad en el corto plazo. Una realidad que no sólo tendrá impacto en materia de movilidad vial, sino también de reorganización urbanística a todo nivel en una ciudad que se encuentra, precisamente, en un dilema sobre la materia en estos momentos. Lo importante ahora es que los cronogramas se cumplan al pie de la letra y que las dilaciones que en los anteriores gobiernos dieron al traste con este sentido proyecto para los capitalinos no vuelvan a asomar. La conjunción de voluntades nacionales y distritales, así como la seriedad de la hoja de ruta, parecen asegurar que ese riesgo está totalmente neutralizado y que el Metro va que va.