El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA -por sus siglas en inglés- pretende calificar la capacidad de análisis de los estudiantes, con fundamento en pruebas que se realizan cada tres años en diversos países. Según los resultados se publican unas listas que clasifican el puntaje internacional por países, lo que concita a la comparación. En Suiza se hizo el estudio y dio resultados homogéneos entre estudiantes de origen alemán y francés, a la baja en los cantones italianos. Se trata de pruebas estándar entre estudiantes de 15 años, que se promedian según los puntajes.
Los críticos del programa sostienen que es inseguro y poco confiable, por lo que no se le puede considerar tan objetivo como afirman sus promotores, sin que por eso se le descalifique, puesto que como todo dato estadístico puede ser engañoso y de otra servir de alerta para analizar la capacidad de análisis en determinadas áreas, dato que se trata de auscultar por el sistema cognitivo, según los conocimientos y dadas las respuestas obtener un resultado cuantitativo. Según informan los expertos el examen cognitivo se desarrolla durante dos horas, al que sigue una sesión de cuestionarios que se efectúa en una hora, en ambos casos el tiempo estimado es determinante... Como todo ese tipo de evaluaciones tiene sus puntos débiles y duros críticos, que sostienen que los resultados dependen de la interpretación.
Lo positivo del programa es que permite tener una visión de conjunto de la situación, haciendo la salvedad que un mismo país presenta respuestas divergentes. Como la evaluación es voluntaria se obtienen resultados que pueden servir de alerta para mejorar o para confirmar un buen rumbo formativo. Teniendo en cuenta que no es lo mismo enseñar que formar. Una cosa es que un joven estudiante sea civilizado, que maneje los controles del ordenador de manera acertada y otra la cultura de cada quien. Una cosa es programar un ordenador y otra usarlo.
En países como Colombia, en cierta forma, se aplica la fórmula de Raúl Haya de la Torre, quien apela a la teoría de la relatividad de Einstein. Como se recuerda Haya refutó el determinismo histórico de Marx, en cuanto no se podía aplicar en todas las latitudes. Por un fenómeno del principio relativista del espacio-tiempo histórico, reconoció que la estimativa de cada proceso social, dentro de su escenario geográfico dado, debiera relacionarse con el proceso de otros grupos, siempre teniendo como referencia el ritmo de los de mayor avance, de “velocidad máxima. De allí arranca la afirmación de que en la filosofía de la historia hay que tener muy presente el ángulo espacial desde el que se le ve y se le estudia”. Por tanto las leyes históricas no tienen la misma equivalencia, dada la relatividad del punto de observación. Por lo mismo, la historia del mundo vista con lentes europeos no puede ser la misma que la historia vista desde el espacio-tiempo histórico indoamericano. Por lo mismo en un país como Colombia de desarrollo desigual, con seres en la Edad Media en cuanto a su evolución o en el siglo XVIII, XIX, XX y XXI, la medida puede resultar incierta. Lo que se comprueba al analizar los resultados un tanto negativos para la población de origen italiano en Suiza, en un caso que no tiene la magnitud de la desigualdad colombiana.
En esto de las comparaciones entre culturas y elementos disímiles bien vale la pena recordar la observación de Herbert Spencer, al analizar el sistema educativo inglés: “Imaginemos un individuo tan ignorante como un niño en mantillas con relación a los objetos intermedios y los movimientos de los seres que lo rodean, no sabiendo cómo guiarse entre ellos ni garantizarse de sus peligros; este individuo podrá tener la seguridad de que perderá la vida en la calle la primera vez que salga solo, cualesquiera que sean, sus conocimientos”.