*Chávez y la Primera República
*Cesarismo y contrarrevolución
La muerte del comandante Hugo Chávez, tras penosa enfermedad, ha provocado que algunos cronistas recuerden que del grupo de los que participaron en la sesión secreta o reservada, en la cual se abrió la urna que contenía los restos del Libertador Simón Bolívar, apenas el comandante había sobrevivido. Puesto que se difundió la noticia que sin excepción los que estuvieron en la ceremonia de exhumar los restos del gran hombre, al respirar los tóxicos que emanaron contrajeron el mal que los llevó a la tumba. Los expertos consideran que se trata de coincidencias y consejas, pese algunos seguidores del político venezolano sostienen que la prueba del eventual envenenamiento de Bolívar, es precisamente esa, que los fluidos que contaminaron el aire que respiró el comandante con fatal fortuna comprueban la tesis de su envenenamiento por cuenta de los enemigos ocultos en Bogotá. Y, en consecuencia, al morir el comandante Chávez se comprobó la teoría del envenenamiento de Bolívar e indirectamente la del jefe populista venezolano. En cierta forma, ese sería el sacrificio de su acerado bolivarismo. Todo lo cual no pasa de ser una fantasía con la finalidad de crear una especie de fábula, al estilo de la de la tumba de Tutankamón. Esas no son más que coincidencias fatales, consejas y charadas de mal agüero.
Y en cuanto al manejo que le da el comandante Hugo Chávez a la memoria y el legado intelectual del Libertador es conveniente hacer algunas precisiones. El Bolívar que destaca el comandante es de la Primera República de Venezuela, que se hunde cuando se pierde la fortaleza de Puerto Cabello y Miranda es reducido por Bolívar y otros oficiales venezolanos, junto con Miguel Peña, quienes reaccionan con fiereza cuando Casas lanza el chisme que el Precursor de la Independencia de Hispanoamérica se preparaba a abandonar el la región con parte del Tesoro Público.
Todo parece indicar que se trató de una jugarreta política y un malentendido. Miranda pretendía salvar el pellejo y salir de Venezuela en una embarcación bajo la protección de la bandera británica. Con la ida obsesiva de continuar la lucha en otra oportunidad. Los que regaron el chisme de su huida para abandonar la causa pretendían confundir a los partidarios de la independencia, como en efecto ocurrió. La estrategia de Monteverde tuvo éxito, quizá por eso mismo dijo lo que dijo en el informe al Rey de España sobre la razón de concederle el pasaporte a Bolívar.
Lo cierto es que el Simón Bolívar que actúa en Venezuela apenas se percibe como un esforzado y rico capitán de la causa por la independencia, sin que se conozcan documentos de fondo en esa etapa de su vida. Así que el Bolívar que conoce Venezuela en ese momento es de estirpe un tanto jacobina o por lo menos impregnada del sabor postrevolucionario que le había trasmitido su visita a Francia y sus diálogos con algunos actores de la revolución, incluido el girondino Francisco de Miranda, de gran influjo en la vertiginosa formación política de joven Bolívar en Londres. Lo mismo que la influencia francesa seudo revolucionaria en la política venezolana es evidente. Y es exclusiva en la medida que Miranda llega a Venezuela acompañado de varios oficiales franceses de la misma estirpe ideológica, lo que radicaliza el conflicto venezolano. Y Bolívar está impregnado de ese tufillo a la francesa que incendia el país y provoca la terrible reacción de los realistas que da al traste con la Primera República de Venezuela. Y esa imagen de Bolívar queda flotando en su patria chica.
El coronel Simón Bolívar que llega a Cartagena sin un mango, como acostumbraba a decir dado que sus bienes le habían sido confiscados, sobre la marcha analiza los episodios del derrumbe catastrófico de Venezuela, repasa en su mente privilegiada los hechos y hace la más formidable autocrítica de esa gesta. Y es tal la profundidad de su reflexión que hace la disección de los males que se abatieron sobre el escenario de esa República, para llegar a la conclusión que en gran parte el fracaso se debió a que siguieron a rajatabla los postulados quiméricos de los demagogos franceses, al igual que por la imitación del modelo federal de los Estados Unidos. Al criticar el pensamiento europeo de la Ilustración, del cual bebían su inspiración los imitadores de los revolucionarios parisinos, sin saberlo se convierte en un contrarrevolucionario, quizá en el más notable de los contrarrevolucionarios hispanoamericanos. Y es contrarrevolucionario no por pretender volver al antiguo régimen como los realistas europeos, sino por buscar una salida distinta a la seudo revolucionaria que había fracasado en Caracas. Esa búsqueda de un nuevo orden en esta parte del mundo que quiere republicana y libre, lo hace el padre del democesarismo, que trata de consagrar en las distintas constituciones que escribió a partir de entonces. En ellas se consagra un Estado fortalecido y con unas instituciones poderosas para tratar de moderar la tendencia a la anarquía que oteaba en el horizonte.