Nuevo aporte de EU, en especial para desminado
Advertencias sobre impunidad en proceso de paz
El país dio ayer, a través del presidente Juan Manuel Santos, las gracias a los Estados Unidos por 15 años de colaboración en el denominado Plan Colombia. La situación, entonces, al inicio de la ley bipartidista norteamericana, era desastrosa por la estela dejada en el gobierno de Ernesto Samper. Tanto por la erosión institucional que había significado el abismo de su mandato, como por el incremento geométrico de los cultivos ilícitos y el aprovechamiento de la guerrilla para pasar a la guerra de movimientos, así como una economía en franco declive. Estas circunstancias que llevaron a situar a Colombia en el umbral de “país fallido”, de acuerdo a los escalafones de la corporación Rand, fueron el detonante sustancial para que hubiera recepción inmediata para una estrategia de rescate.
Ello, además, en el entendido de que buena parte de la región suramericana pasaba a un escenario impredecible y sujeto a la demagogia populista.
Dentro de las diferentes actividades de Estados Unidos, durante el lapso, de la guerra de Irak al ‘Estado islámico’ de hoy pocos son los éxitos internacionales que pueden señalarse sin reservas en una estrategia conjunta. En ello, de consuno con los gobiernos desde entonces, puede decirse que el salvamento de la democracia colombiana y sus principios, así como el desarrollo de la economía de mercado, han sido exitosos. Así mismo, por lo demás, sin despliegue de tropas, ni gran atención mediática global, pero en todo caso convirtiendo a Colombia en uno de los principales benefactores del fisco norteamericano, al lado de Israel y Egipto, en su época. Fue por ello, claro está, que ayer se dio la reunión entre los presidentes Juan Manuel Santos y Barack Obama a fin de exaltar el aniversario y generar las condiciones propias para una segunda etapa estratégica, libre de las circunstancias apremiantes de 1998.
Aparte de si el proceso de paz que se adelanta actualmente con las Farc termina de manera fructífera, o si el acuerdo a que se llegue es refrendado o no en el plebiscito, el breve discurso del presidente Obama dejó en claro que Estados Unidos siempre estará al lado de Colombia. Ahora en esta nueva etapa que en todo caso se espera de desactivación terrorista, puesto que hay hechos irreversibles que denotan el anacronismo absoluto del viejo conflicto armado interno, no parecería, en este punto, que Colombia pudiera volver a las estruendosas épocas anteriores, mucho menos a aquellas en que su suerte y viabilidad estaban en juego. Dijo el presidente Obama, precisamente, que tratará de que una partida de 450 millones de dólares, equivalentes a un billón 300 mil millones de pesos, sea adoptada entre los partidos Demócrata y Republicano para seguir colaborando con el país, especialmente en el desminado.
No será en todo caso fácil, entendido por ejemplo que un senador poderoso como el demócrata Patrick Leahy, amigo de la nación colombiana, advertía a la salida de una reunión con el presidente Santos, que no debería aceptarse la impunidad y producir el castigo efectivo a quienes tanto en la guerrilla como en la Fuerza Pública habían violado consistentemente y por largo tiempo los derechos humanos. Una opinión de algún modo similar a la establecida por Human Rigths Watch, que es una voz de crédito en Washington y particularmente en el partido Demócrata, cuya tesis principal sobre el proceso de paz es que conlleva una “piñata de impunidad”.
Por su parte, el partido Republicano, aún más drástico que el Demócrata al respecto, dejó entrever las mismas señales negativas, no solo en la ausencia del expresidente George Bush de los eventos, sino en ciertas opiniones congresionales. De hecho, el Partido Republicano es el que domina el Congreso y en plena campaña presidencial no cederá un ápice en el enfrentamiento partidista. Aun así la apertura del debate deja, en su momento, campo para el optimismo si se entiende que en principio el Plan Colombia se aprobó con el 99 por ciento de los votos parlamentarios. Ello, por descontado se ha venido deteriorando mucho más hoy, pero, como se dijo, la política exterior norteamericana no dejará de mantener a Colombia como el éxito a mostrar en la región, hasta la actualidad.
Sea lo que sea ayer quedó atrás el Plan Colombia tal cual se conocía. Bajo la nueva política es a todas luces factible, más que el llamado posconflicto, dar un viraje consistente en la inversión social y que se pueda recuperar la esperanza de los niños, tal y como dijo el presidente Obama. Para que, asimismo, no siga ocurriendo la vergüenza de estos días, cuando precisamente varios niños han muerto de física hambre en La Guajira. Lo que a todas luces nada tiene que ver con la guerra, sino con la desidia estatal y social.