EDITORIAL. Lupa a los subsidios | El Nuevo Siglo
Foto tomada de La razon.co
Miércoles, 23 de Agosto de 2017
  • Responsabilidad del Congreso
  • Ajuste en tiempos de crisis

Uno de los elementos más protuberantes de la economía colombiana es el caso de los subsidios. Hay allí elementos estridentes que, si bien en algunos casos obedecen a necesidades ingentes, en otros generan distorsiones que no permiten crear una economía sólida y homogénea.

Desde luego, un país que busca salir de la pobreza requiere una cantidad importante de subsidios. Pero igualmente ellos no pueden ser el expediente que impida realizar inversiones generales y salir del asistencialismo. De modo que es necesario encontrar un punto medio.

Como es sabido, este año el Presupuesto Nacional tiene alrededor de $72 billones en subsidios, 18 de ellos dedicados a las pensiones. Esto quiere decir, en buena medida, que en algún momento el país tiene que sincerarse con el tema pensional. Existe allí, como se ve, un factor importante por donde se gasta una cantidad trascendental de recursos. No quiere decir, por supuesto, que no se deban aliviar las cargas al momento de la jubilación y del retiro laboral. No obstante, y a no dudarlo, una vez se ha incrementado el promedio de esperanza de vida en el país, el soporte de las cargas pensionales se ha salido de toda órbita. De hecho, una gran cantidad de pensionados mantienen trabajos alternos, lo cual quiere decir que estaban en plena posibilidad de seguir laborando al momento de acceder a este beneficio.

Desde hace años se viene prometiendo una reforma pensional para poder adecuar claramente el Presupuesto Nacional, pero nadie es capaz de llevar la tarea a cabo. Es desde luego un tema muy sensible. Sin embargo, tendrá que abocarse más pronto que tarde por cuanto el país no puede seguir por esa ruta.

De la misma manera entre educación y salud existen más o menos $40 billones en subsidios. La primera duplica a la segunda en los rubros correspondientes. Semejante cantidad de recursos exige, ciertamente, que se mejore la calidad de la educación, por cuanto no se trata simplemente de cobertura, sino de una buena y apropiada formación académica. Esto quiere decir, por descontado, que los subsidios en educación son de alguna manera rubros de inversión.

De otro lado, Familias en Acción ha venido creciendo inconmensurablemente. Aunque en principio fue una buena idea para ayudar a las personas verdaderamente necesitadas, ello se ha venido desbordando. Hoy en día hay 2.5 millones de familias en este programa.

A esto, por lo demás, se pueden sumar otros subsidios como los que se han venido invirtiendo en vivienda. Los beneficiarios del programa de casa gratuita pueden dar fe de que la plataforma ha sido a todas luces benéfica.

Lo anterior quiere decir, no obstante, que una parte importante de la población no pertenece al flujo central de la economía. Aunque la nación ha venido engrosando la clase media, la contracción del consumo, en los últimos dos años, pone en evidencia que esto puede dejar de ser así.

Fuere lo que sea, el país requiere de un gigantesco esfuerzo de focalización, porque muchas veces los subsidios van a dar a las personas que menos los necesitan. Esto, desde luego, no es bueno por cuanto fomenta la cultura del atajo y es ahí donde hay un drenaje de dineros inconsecuente.

En estos días, precisamente, se da curso en el Congreso a una legislación que busca poner en cintura a los subsidios y hacerlos verdaderamente efectivos. Para ello se ha requerido de una gran cantidad de información. Y a la larga se espera que el Parlamento, pese a la campaña electoral actual, tome conciencia de las necesidades presupuestarias y fiscales.

Es claro, ciertamente, que la economía colombiana tuvo un auge reciente en el extractivismo. De hecho, es fácilmente perceptible que padecimos la enfermedad holandesa. Ahora que el país tiene una economía más ajustada a lo que realmente es, por fuera de bonanzas temporales, resulta trascendental realizar los ajustes del caso. Ojalá el Congreso así lo entienda y no deje pasar esta oportunidad, tanto en cuanto los años futuros no se perciben holgados y las inversiones estatales se han visto excesivamente castigadas. No son buenas noticias, claro está, que Colombia para este año ronde apenas un crecimiento del 1.5%. Esto no sólo obliga a una reducción en el tamaño del Estado, sino igualmente en sus costos, donde los subsidios deben ir exclusivamente a quienes realmente los requieren.

 

Síganos en nuestras redes sociales:

@Elnuevosiglo en Twitter

@diarionuevosiglo en Facebook

Periódico El Nuevo Siglo en Linkedin