*Los tentáculos del poder
*Fortalecimiento de la democracia en Venezuela
El optimismo de la comunidad internacional por el diálogo del Gobierno y la oposición en Venezuela, avalado por cancilleres de varios países de la región, por Unasur y, en particular, por el Papa Francisco, comprobaron que en medio de los disturbios que agitan a Venezuela, se podía dar encuentro téte a téte entre las partes. Eso que parece normal en un país escindido por la demagogia y la lucha de clases exacerbada por el comandante Hugo Chávez durante 14 años no es sencillo. Se presentan múltiples actores hostiles y lenguajes distintos, que aunque se hable en castellano quieren decir lo contrario. Cuando el Gobierno de Nicolás Maduro se refiere a la democracia considera que ésta es la represión de una supuesta mayoría oficial sobre el resto de la población. No se gobierna para toda la nación sino en contra de gran porción de la misma y a favor de quienes forman parte de las milicias y adeptos del Gobierno. Situación que pervirtiendo el régimen federal lleva a que se les niegue a los Estados que no están con el régimen recursos básicos para su subsistencia, así como se mantiene a la policía local desarmada, todo lo cual se traduce en mayor debilidad estatal regional, así como más inseguridad y trastornos en la gestión burocrática. Esta perversión del sistema ahonda la división y antagonismos entre los Estados, como sucede en el Zulia y el Táchira.
La situación del Estado Táchira, en medio de los diálogos, con el Gobierno, da la impresión de un territorio ocupado por un ejército extranjero. En San Cristóbal, la capital, se establecen barricadas en las calles de los barrios, y en las principales vías, donde se libran denodadas luchas entre la población civil y las fuerzas armadas del Gobierno. En esa ciudad comenzó la crisis por la detención injusta de unos estudiantes y la protesta consiguiente de los compañeros, que se extendió como una gran mancha de aceite por todo el país. Los dirigentes estudiantiles no han aceptado dialogar con los voceros del Gobierno en tanto mantienen inmodificable su postura de exigir la libertad de sus dirigentes estudiantiles, Leopoldo López, jefe de la oposición, y de numerosas personalidades de la política que se encuentran tras las rejas por el simple hecho de protestar en las calles contra el modelo de Estado que hace crisis.
Es el modelo de Estado que quieren los venezolanos lo que se debería plantear en los diálogos entre la oposición y el Gobierno, para lo cual se requiere ante todo restaurar las garantías mínimas de la democracia como, por ejemplo, que le permitan a María Corina Machado y a otro diputado que resultó desaforado como ella, volver a la Asamblea para respetar el voto y mandato popular que recibieron en las respectivas elecciones. El presidente de la Asamblea de Diputados, Diosdado Cabello, con apoyo del Gobierno, decidió arbitrariamente anular la credencial de estos diputados para obtener una mayoría artificial en el Legislativo, lo que viola los principios más elementales de la democracia representativa.
En los diálogos es notorio que las partes evaden el tema de fondo, que es el colapso del Estado y de la economía venezolana. El modelo amenaza caerle encima a la población, desabastecida, agobiada por la falta de oportunidades de trabajo, la quiebra del sistema de salud, la falta de medicamentos y la tenebrosa inseguridad. El presidente Maduro dice que ofrece garantías para la inversión extranjera y al día siguiente propicia la intervención o expropiación de algún comercio o industria, así como pisotea la propiedad privada. En tales condiciones las gentes se preguntan cómo puede sostenerse el Gobierno en el poder cuando es evidente que las masas lo abandonan como embarcación que se va a pique. La respuesta es simple: el Gobierno controla por medio de sus agentes locales y personal cubano la primera industria del país, Pdvsa, que es la que genera con la exportación del petróleo los recursos para los excesivos gastos oficiales, de igual manera con expertos cubanos se ejerce una autoridad férrea sobre las fuerzas armadas y las milicias chavistas que cada vez reciben una paga menor y tienden a la anarquía. Los otros tentáculos de apoyo al Gobierno están en la rama judicial, el poder legislativo y la organización electoral en donde la oposición ni siquiera tiene delegado. Por esas razones ni Leopoldo López ni Corina Machado, Diego Arria y otros representantes valiosos de la oposición han aceptado dialogar con el Gobierno. Uno solo gesto del gobierno de Maduro de liberar a los presos políticos le habría ganado el respaldo de la comunidad internacional y la posibilidad de restablecer el orden en su país. Lo más conveniente para Colombia y Venezuela es el fortalecimiento de la democracia en la nación vecina y hermana.