El homo sapiens ha tardado varios siglos en darse cuenta de que la contaminación continua e irresponsable del medio ambiente es mortal para la subsistencia de la especie humana, los animales y la naturaleza en la Tierra. El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Gabriel Uribe, viene estudiando y desarrollando sobre la marcha una política que intenta superar los escollos y la desidia. No por falta de normas ni de objetivos, ya desde los días del Libertador Simón Bolívar, dispone que sembremos un millón de árboles para defender la naturaleza y favorecer la expansión de la riqueza de los bosques en nuestra región. Lo mismo que le repugna que se lance basura a los ríos y castiga severamente a los que tiran detritus en las calles de las poblaciones. El gran hombre se preocupaba de la higiene de sus soldados, de evitar depredaciones del entorno al paso de las tropas y dar un buen trato a los paisanos en plena guerra. La arborización ha debido ser desde entonces una empresa común en países tropicales en los que gozamos de grandes extensiones de tierra, sol y agua. Lo mismo que la política de fomentar el riego oportuno y con apoyo técnico para mejorar las tierras en donde la lluvia no es tan frecuente, la que de paso se atrae sembrando árboles, lo que mejora notablemente el ecosistema.
El ministro Juan Gabriel Uribe se destaca como defensor a ultranza de los páramos y humedales en el país, que por desgracia están degradando mineros clandestinos e irresponsables y algunas empresas que mediante el tráfico de influencias o el descuido de las autoridades, desde hace años han conseguido permisos de explotación minera que contaminan de manera fatal el medio ambiente. La información que desliza el alto funcionario es dramática, puesto que: el 85% del agua para consumo humano, riego y generación de energía eléctrica del país proviene de los páramos. La contaminación de los páramos y la destrucción criminal de los humedales significa que las aguas con las que se riegan los cultivos, que consumen las poblaciones y que son indispensables para que el hombre sobreviva en el planeta, están en peligro, por cuanto una retroexcavadora que se utiliza en la minería puede destruir la riqueza natural y contaminar en un instante fuentes de agua cristalina milenarias e irrecuperables para la sociedad. Esos páramos son “verdaderas fábricas de agua”.
En algunas regiones del país la contaminación ha degradado las aguas de los ríos, siendo uno de los más deplorables ejemplos el de la contaminación del río Bogotá, que por desgracia ni con recursos y planes multimillonarios se ha conseguido superar. Ese es uno de los desafíos que afronta el ministro de Ambiente, que no puede asumir por su cuenta, dado que requiere de un esfuerzo mancomunado de distintas instituciones. La contaminación de los ríos y los exámenes que las entidades oficiales hacen continuamente, muestran que los colombianos forzados a beber ese líquido contaminado de mercurio y otros minerales o productos tóxicos nocivos para el hombre, padecen numerosas y graves enfermedades, algunas letales, que se habrían podido evitar de cumplir con las leyes ambientales y de respeto a la naturaleza. Peligros que se multiplican en la medida que se extiende por casi todo el país la explotación de la minería, fenómeno que el Ministro intenta reorientar para preservar la naturaleza, tal como lo ha venido haciendo con reconocido éxito, al procurar el apoyo de la comunidad y de los expertos en reto ambiental en el páramo de Santurbán, modelo de política consensuada y responsable. Lo que demuestra que con decisiones inteligentes y el apoyo de los técnicos se consiguen soluciones que van a beneficiar a las sucesivas generaciones. Quizá ese es el mejor regalo que le hace el ministro de Ambiente a la sociedad, demostrando que se puede concertar con las partes y llegar a soluciones ambiciosas, justas y positivas.
Entre los empeños del ministro Uribe esta meter en cintura a las carboneras que crean problemas de contaminación que afectan el medio ambiente y la salud de los colombianos. Se trata de poderosas multinacionales y de pequeñas empresas, que en la manipulación del mineral y el transporte, terminan por degradar extensas zonas del país y afectar con el nocivo polvo carbonífero la salud de poblaciones enteras. Lucha en la que el Ministro compromete a otros sectores oficiales y particulares, para paliar tan grave situación, sin perjudicar a las gentes que se ganan el sustento de la minería y que de clausurarse éstas quedarían a la intemperie.
En el día del ambiente el ministro Juan Gabriel Uribe destacó que su cartera cumple con los proyectos del Gobierno a favor del Medio Ambiente, con la finalidad de “articular una política institucional que consiste en tener una ANLA que no sea una oficina pequeña sino una entidad administrativa especial con autonomía, que haga un seguimiento claro de las licencias una por una”. Lo que será acompañado de una política macro de largo aliento, armonizada con medidas de desarrollo racional y economía limpia, que beneficiarán a las sucesivas generaciones.