*Retos de cumbre contra cambio climático
*Cuatro prioridades señaladas de la ONU
Menos diagnósticos y más acción. Esa es la premisa con que la mayoría de las naciones dice que llegará a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, que comenzará en dos semanas en Glasgow (Escocia). La urgencia de que la comunidad internacional adopte medidas más drásticas y efectivas contra el calentamiento global y sus nefastos efectos es de tal magnitud que, incluso, los expertos en la materia sostienen que no hacerlo bien podría estar señalando una hoja de ruta catastrófica para la humanidad, ya no hacia el final de este siglo sino en las próximas décadas.
Es evidente que lo pactado en el Acuerdo de París, seis años atrás, no se cumplió. Muy pocos países se han mantenido firmes en cuanto a sus metas de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) así como en la adopción permanente y verificable de políticas de desarrollo sostenible y combate al cambio climático.
Todos los informes de las agencias de la ONU, iniciativas científicas globales, la academia y de múltiples gobiernos coinciden en que la cruzada para frenar el incremento de la temperatura media mundial no ha dado los resultados esperados. Por el contrario, se advierte que ésta podría aumentar hasta en 2,7 grados centígrados en las próximas décadas, lo que llevaría a que los desastres naturales y el deterioro de la calidad de vida de la población en general por el detrimento ambiental crezcan de forma sustancial y pongan en peligro la supervivencia misma del ser humano.
Debe tenerse en cuenta que uno de los más completos estudios al respecto este año concluyó, en un tono que iba de la alarma casi que a la resignación, que en la lucha contra el cambio climático el planeta ya había pasado el punto de no retorno. Es decir, que reversar el calentamiento global sería imposible y la nueva meta global debería ser enfocarse en la mitigación de sus graves consecuencias y propender por la mejor adaptación posible a la realidad climática que se está asentando lenta pero inexorablemente en todos los rincones del orbe.
Visto todo lo anterior queda claro que de la COP26 tienen que salir acuerdos sobre acciones concretas y vinculantes de índole global, continental, nacional, regional y local. Una hoja de ruta que ya delineó días atrás la propia secretaria ejecutiva de Naciones Unidas para Cambio Climático, Patricia Espinosa, partiendo de la base de dos premisas. En primer lugar, que los 46 países menos desarrollados ya son los más afectados por los efectos de la emergencia climática, a pesar de contribuir muy poco a las emisiones totales. Y, en segundo término, que el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) fue claro en advertir que a menos que se produzcan reducciones rápidas, sostenidas y a gran escala de las emisiones de GEI el objetivo del Acuerdo de París será imposible de alcanzar.
Espinosa señaló, entonces, cuatro prioridades para que la COP26 sea efectiva. En primer lugar, que se concreten los compromisos de las grandes potencias y países desarrollados para movilizar 100 mil millones de dólares anuales para acción de mitigación climática de las naciones en desarrollo. La segunda urgencia se dirige a culminar las negociaciones pendientes en torno al cumplimiento del Acuerdo de París. Este es uno de los asuntos que ha impedido alcanzar las metas nacionales a que cada país se comprometió, sobre todo por la renuencia de las potencias en temas como la descarbonización productiva, la migración a fuentes de energía limpias y desarrollo sostenible.
La tercera prioridad se enfoca en que los planes nacionales de acción climática, más conocidos como “NDC” por sus siglas en inglés, no solo se aceleren sino que estén alineados con la ciencia y con estrategias a largo plazo que garanticen llegar a la carbono neutralidad para mitad del siglo, generando además políticas de resiliencia eficaces para mitigar el impacto del cambio climático.
Por último, pero no menos importante, de la cumbre en Escocia, que comenzará el último día de este mes, debe salir la decisión global de que frenar el calentamiento global es una causa que exige un enfoque multilateral. En otras palabras, que se escuchen y analicen las propuestas de todos los sectores, con criterio equitativo y proactivo, para que la cruzada sea mundial, convencida y eficaz, desde lo público, lo privado y la población en general.
¿Podrán los gobiernos comprometerse a esta hoja de ruta, con hechos y compromisos exigibles y vinculantes? El 12 de noviembre, cuando cierre la COP26, el mundo tendrá esta respuesta vital para su futuro a corto, mediano y largo plazos.