* Bolívar y la construcción republicana
* Bicentenario de un cónclave histórico
Se celebran por estos días los doscientos años del Congreso de Cúcuta de 1821, en donde la Gran Colombia se erigió como Estado que aglutinaba a Venezuela, la Nueva Granada y Quito, bajo la divisa de la grandeza que encarnaba el Libertador Simón Bolívar. Un hecho que se dio cuando los cañones y la artillería retumbaban por el enfrentamiento entre republicanos y monarquistas. Una guerra civil que, en parte, por ese choque a muerte que dejaba ríos de sangre había derivado en una guerra de liberación, bajo el designio de conformar una virtual potencia mediante esa nueva unidad geográfica y política planteada.
Colombia es la hija del Libertador y él acogió ese nombre en honor del descubridor del Nuevo Mundo, el almirante Cristóbal Colón. Casi de inmediato los gobiernos europeos y los Estados Unidos comprendieron la magnitud e importancia de la naciente República y seguían con sumo interés su evolución política.
En ese momento ya Bolívar, que hasta entonces había llevado toda la carga y responsabilidad de la guerra y del gobierno itinerante en la Nueva Granada y Venezuela, había renunciado en Angostura a tan gran acumulación de poder como soldado, político y justicia mayor, sin instituciones que moderaran su influjo. Por eso presentó su proyecto constitucional para forjar un Estado eficaz en lo administrativo, fortalecido y garante de la voluntad popular y la libertad colectiva en un medio donde se desconocía la democracia y la libre determinación política, producto esto de más de trescientos años de vigencia del absolutismo monárquico.
Al presentarse por cuenta de la invasión de Napoleón a España el vacío de poder en el imperio español, la Nueva Granda y Venezuela reaccionaron a su manera. Las clases dirigentes se dividieron en centralistas y federalistas, unos por simple moda y otros por meditada convicción. Antioquia, Cartagena, Tunja, Mariquita, Neiva y Cundinamarca aprobaron flamantes constituciones y se enfrentaron militarmente federalistas y centralistas, en lo que lo que Antonio Nariño, denominó como “la patria boba”. La confrontación bélica en Venezuela provocó torrentes de sangre entre independentistas y realistas, dirigidos desde Caracas y Coro, siendo esta pequeña ciudad la que derrumba esa Primera República de Venezuela.
Bolívar, entonces, se refugió en Cartagena y le prometió a Camilo Torres liberar a Venezuela y la Nueva Granada. Este le da la alternativa militar en ocasión del sitio de Santa Fe de Bogotá.
Así las cosas, en el Congreso de Cúcuta el Libertador cumplió la palabra empeñada y forjó un nuevo Estado con la Nueva Granada, Venezuela y Quito. Los políticos y legisladores lo apoyaron en sus proyectos libertarios, mas, lo mismo que en Angostura, no atendieron su idea de crear un poder moral, con un Senado hereditario y un presidente vitalicio para sentar las bases firmes de una eventual nueva potencia. Se dividieron los representantes del pueblo en dos grandes bandos, los que pretendían la autonomía de la Nueva Granada y la de Venezuela dentro de la unión, considerados federalistas; y los centralistas o unitarios, que seguían al Libertador. También hubo corrientes entre los que pretendían una democracia al estilo de Estados Unidos, a la francesa o con moderado influjo británico, como el que alentaba el Libertador.
En Cúcuta, a la inversa del Ejecutivo fuerte propuesto por el Libertador para tiempos turbulentos y conjurar la anarquía que percibía en el horizonte, se le otorgó preeminencia al Congreso, que en cierta forma intentó amarrar al presidente y obligarlo a pedir permiso hasta para dirigir las tropas en emergencia en el exterior. Se sabía que Bolívar tenía inminentes proyectos de liberar los países del sur, en especial por cuanto el general San Martín había perdido el apoyo de las Provincias Unidas y la única fuerza capaz de intentar esa empresa era la colombiana.
En cuanto a la democracia, en el referido cónclave de Cúcuta se decidió refrendar el poder presidencial, del Parlamento y las asambleas representativas mediante el sufragio. La República de Colombia dividió su territorio en departamentos, provincias, cantones y parroquias. Las atribuciones del Congreso fueron las mismas que se consagraron en Angostura. Las generalidades constitucionales sobre el poder presidencial un tanto débil se afianzaron por exigencia del Libertador en los decretos parlamentarios que consagraron las atribuciones del Ejecutivo. En uno de ellos se autorizó al presidente “para dictar en los pueblos insurreccionados todas aquellas medidas extraordinarias que son indispensables y que no estén comprendidas en la esfera natural de sus atribuciones, hasta el restablecimiento de la tranquilidad pública en cada uno de aquellos lugares respectivamente”. Sin ese decreto la República habría sido ingobernable.
Como se ve, el Congreso de Cúcuta tuvo una importancia superlativa en el nacimiento de la República y de allí la importancia de su celebrado bicentenario.