Nuestro país se ha convertido en uno de los lugares preferidos de los turistas de distintas regiones, en particular de Estados Unidos y Europa, lo mismo que Hispanoamérica e incluso de países asiáticos, si bien estos últimos suelen arribar animados por los negocios. Cartagena es la ciudad que lleva la ventaja en cuanto el número de visitantes nacionales y foráneos, que a diario llegan por avión, cruceros o carretera a la ciudad amurallada. Las inversiones hoteleras que se han hecho en esa ciudad son de las más cuantiosas pero también son las que más utilidades dejan. Tenemos hoteles en La Heroica administrados por corporaciones internacionales -de las primeras en el mundo- que compiten para brindarle al cliente las mayores comodidades y atención. Los precios en Cartagena dan para todos los bolsillos, por lo que también se encuentran pequeños hospedajes y apartamentos, que por sumas módicas le permiten al viajero pasar unos días de sol, brisa, playa y música, así como si lo prefiere asistir a numerosos eventos culturales que se efectúan casi durante todo el año. En Cartagena como una herencia del virreinato o de los tiempos del estadista del Cabrero, los presidentes de la República suelen visitar con frecuencia la cómoda casa de huéspedes en la que reciben a personalidades y gobernantes de distintos países. A más de la actividad turística y oficial, la ciudad cuenta con la mejor infraestructura para eventos comerciales e internacionales. El alcalde local, Dionisio Vélez, hace enormes esfuerzos por inculcar a la población la mística y las maneras para recibir el turista, con la finalidad de dejarlo satisfecho y que regrese.
Los que nos visitan se sorprenden no sólo con Cartagena o la bella Santa Marta, sino con multitud de pequeñas poblaciones y ciudades que tienen diversos climas y ofrecen posibilidades de esparcimiento. Colombia tiene nevados, valles hermosos, playas exóticas, cumbres, ríos de aguas cristalinas; zonas culturales y de bellezas sorprendentes como la Sierra Nevada donde habita en su entorno la antiquísima comunidad indígena de los Arhuacos. Los turistas que visitan esa región se quedan fascinados al encontrar un mundo mágico, donde prevalece la defensa de sus costumbres y creencias, las cuales se trasmiten oralmente de generación en generación. Es tal la belleza de sus pintorescas aldeas, como la de sus trabajes y costumbres, que el visitante se lleva una emotiva e imborrable sorpresa al encontrarse con estos seres en los cuales la “civilización” no ha conseguido derrumbar sus creencias y alergia instintiva al consumismo. Esta comunidad y otras de indígenas se pueden conocer en los viajes. Más para ahondar en sus costumbres se deben repasar los escritos del notable antropólogo Gerardo Reichel Dolmatoff, quien con sus valiosas investigaciones descubrió esas comunidades.
En la zona del Pacifico la infraestructura hotelera y vial está en pañales, lo que ofrece indudables ventajas al turista que se arriesga a recorrer caminos polvorientos hasta llegar a playas selvas y poblaciones indígenas o de origen africano que presentan atractivos pintorescos por la insularidad en la que se han mantenido durante décadas no sólo por los obstáculos geográficos, sino en gran parte por cuenta de la violencia de los grupos armados que controla todavía parte de la explotación minera. Si el turista quiere contemplar algo hermoso y exótico, puede seguir a la Amazonia donde se encontrara con las aves e más atractivas y los delfines rosados que contribuyen a dar al paisaje la sensación de paraíso perdido. En todas esas zonas hallará pobladores amistosos, cálidos y de buen ánimo que sonríen al paso de los viajeros. A los que le gusta las planicies les recomendamos visitar el Valle del Cauca, donde se encuentran las viejas casonas de las haciendas que recuerdan la historia romántica de La María, que aun conmueve a las jóvenes que guardan algo de romanticismo en su corazón. Y existen lugares coloniales en los cuales el tiempo parece haberse detenido como es el caso de Mompox o de la colonial Popayán, que tantos presidentes le ha dado a Colombia. Las zonas del eje cafetero ofrecen la mayor hospitalidad y confort al visitante. Y no podemos olvidar la fuerza de la naturaleza que encontramos en la Guajira y en sus playas, entre las más pintorescas del mundo. Para el turismo citadino están Bogotá, Medellín, Manizales, Cali, Pereira, Barranquilla, Valledupar, Cúcuta, que tienen características propias y ofrecen instalaciones hoteleras seguras, centros de esparcimiento y toda suerte de lugares para visitar sus alrededores, como es el caso de la Salina de Zipaquirá, tan cerca de la capital. El paisaje que se observa al viajar por esas zonas suele ser la expresión majestuosa de la naturaleza tropical, que es lo que le otorga a Colombia el honor de ser considerado como el paraíso turístico de moda. Y, para los que tienen un sentido nacionalista ecológico, está San Andrés y Providencia, con su inigualable mar de los siete colores.