* Impactante actuación en Juegos Paralímpicos
* Urge una reingeniería a la política sectorial
Siempre se ha dicho que los mejores embajadores de nuestro país en el exterior son nuestros deportistas. Son ellos los que constantemente están dejando en alto la imagen nacional. Por estas semanas, sin duda alguna, el orgullo nacional ha girado en torno a la actuación de los atletas criollos en los Juegos Olímpicos –culminados hace tres semanas- y los Paralímpicos de Tokio, en plena competencia. En los primeros se sumaron cinco preseas, cuatro de plata y una de bronce. Y en los segundos la cosecha ha sido aún mayor: ya se conquistaron 20 medallas, tres de oro, siete de plata y diez de bronce, lo que tiene a Colombia en el puesto 23 del torneo orbital.
Es claro, entonces, que el deporte de alta competencia está sacando la cara por el país. Como también lo es que se requiere una política sectorial más eficaz y ambiciosa a nivel nacional, departamental y municipal. De hecho, en el Congreso se han escuchado por estos días muchas voces urgiendo una reingeniería en la política deportiva colombiana. Hasta los propios atletas que ganaron medallas en los Olímpicos y que esta semana fueron condecorados en el Parlamento, aprovecharon la ocasión para pedir más recursos y apoyos a los atletas, no solo para los de alta competencia sino para el deporte recreativo y la promoción de la actividad física como elemento clave para mantener un buen estado de salud. En todo esto será clave la materialización de la nueva Ley del Deporte.
No es un objetivo fácil de implementar. Incluso, en el marco de la discusión actual del proyecto de Presupuesto General de la Nación para el próximo año, no pocos parlamentarios han advertido que los recursos para el Ministerio del Deporte se castigaron para esa vigencia futura. Claro, no es una queja aislada, porque en la mayoría de las carteras también hubo apretón, acorde con las estrecheces fiscales derivadas del billonario y prioritario gasto para enfrentar la crisis sanitaria, social y económica causada por la pandemia.
Pero esa reingeniería no debe basarse única y exclusivamente alrededor del tema presupuestal. Colombia está en mora de hacer una reforma de fondo a la estructura de las ligas y las federaciones de las distintas disciplinas deportivas. Sería ingenuo negar que algunas de estas instancias se encuentran burocratizadas y hay múltiples denuncias sobre manejos poco transparentes de recursos y en la toma de decisiones.
También se requiere, como ya lo plantea un proyecto de ley que cursa en el Congreso, que se precisen las normas sobre asignaciones de recursos y estructuras administrativas y operativas para la promoción de deporte a nivel municipal. No en pocas ocasiones estos asuntos quedan un poco al capricho o afinidad de los mandatarios locales con los programas de actividad física y la práctica de tal o cual disciplina.
No pocos expertos señalan que si bien el Ministerio, que empezó a funcionar en 2019, se ha ido fortaleciendo, todavía adolece de mayor capacidad para interactuar con las secretarías departamentales y municipales del ramo. Urge establecer sinergias no sólo para la detección temprana de talentos en escuelas y colegios, sino también para la promoción eficaz del deporte recreativo y la actividad física como una política de salud pública, comprobado ya que el sedentarismo y sus lesivas consecuencias son causa principal o coadyuvante en muchas patologías y enfermedades que no solo ponen en peligro la calidad de vida de la población sino cuya atención es muy costosa para el sistema sanitario.
Ahora, en modo alguno, esas reformas deben llevar a desconocer lo que se ha avanzado en la política sectorial desde el momento en que empezó a funcionar el Ministerio. Los resultados de este ciclo olímpico, la ampliación de los programas de apoyo a los deportistas de alto rendimiento, los avances en construcción y desarrollo de infraestructura, el fortalecimiento del Sistema Nacional del Deporte, la organización de competencias regionales, nacionales y trasnacionales… Todos son logros importantes.
Colombia es, sin duda, una potencia deportiva. Pero requiere una mayor estructuración de las políticas macro y micro, de forma tal que las directrices, recursos y enfoques que se definan en el nivel central impacten en todos los rincones del país, sobre todo en esos lugares más aislados que, paradójicamente, suelen ser el principal semillero de campeones y grandes atletas en muchas disciplinas.
Mientras todo ello ocurre, el país está en mora de dar el más merecido y sonoro aplauso a los atletas paralímpicos que están dejando el nombre de Colombia en lo más alto de los podios en Tokio.