- OEA, ONU, Unión Europea, Estados Unidos…
- Rearme subversivo y complicidad venezolana
Colombia es, de lejos, uno de los países con más importancia geopolítica del continente. De allí que cualquier circunstancia que incida en su presente y futuro de inmediato prende las alarmas no solo en América sino en otras latitudes, más aún si la circunstancia en cuestión tiene desbordes fronterizos o efectos trasnacionales. Prueba de ello es lo que ocurrió esta semana cuando parte del foco global estuvo centrado en la compleja coyuntura nacional derivada del recientemente anunciado rearme de una facción del ala militar de las Farc y el hecho de que tanto esta como el Eln utilicen territorio venezolano como retaguardia estratégica, con la complicidad absoluta y desafiante del régimen dictatorial.
De un lado, en la Organización de Estados Americanos (OEA) la Cancillería de nuestro país expuso suficientes y documentadas pruebas de cómo el gobierno chavista permite e incentiva la presencia en Venezuela de cabecillas guerrilleros y frentes subversivos. Acto seguido, en un hecho sin precedentes pero con profundas implicaciones, Estados Unidos, Colombia, Venezuela (en cabeza del embajador designado por el presidente interino Juan Guaidó) y varias naciones más urgieron la invocación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), tras considerar que los ejercicios militares que está desarrollando la dictadura madurista en la frontera con nuestro país no solo constituyen un acto de provocación injustificado sino que amenazan la paz continental. Aunque algunos países se opusieron a la activación de dicho instrumento, que permite imponer distintas sanciones -incluida la autorización de la vía militar- contra el agresor, lo cierto es que la mayoría de las naciones democráticas apoyaron la decisión. Eso sí, todas ellas, con Colombia y Estados Unidos a la cabeza, insistieron en que la idea es acudir al arsenal de medidas jurídicas para neutralizar la amenaza chavista y en modo alguno se está pensando en hacer uso de la fuerza bélica.
Casi al mismo tiempo, por intermedio de una de sus voceras, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió a los gobiernos de Colombia y Venezuela dialogar para disminuir tensiones en la frontera. La invitación fue desechada por el presidente Iván Duque, quien reiteró que un país pacífico y democrático como el nuestro no tiene nada que dialogar con un régimen dictatorial y menos cuando este alberga a grupos terroristas y narcotraficantes que asesinan y agreden a los colombianos. Lo cierto es que la amenaza para la seguridad continental que representa la satrapía chavista apunta a ser uno de los temas centrales de la Asamblea General de la ONU que comienza en próximos días en Nueva York. Se sabe que Colombia insistirá allí en que la dictadura venezolana está violando la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad que advierte sobre los Estados que brindan protección al terrorismo. El tema tendrá aún más eco si se tiene en cuenta que, precisamente, esta semana el Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad la prórroga por un año del mandato de la Misión de Verificación de Naciones Unidas sobre el acuerdo de paz en nuestro país.
Pero no termina allí el ojo avizor de la comunidad internacional sobre la difícil coyuntura en Colombia a raíz del rearme de un sector de las Farc y la complicidad del chavismo con esas facciones disidentes y también con el Eln. Esta semana estuvo en Bogotá la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, quien insistió en que el acuerdo de paz continúa siendo el núcleo del compromiso de ese bloque multinacional con nuestra nación. La alta funcionaria condenó la reincidencia criminal de un grupo de cabecillas desmovilizados y recalcó que la UE y Colombia “coinciden en la necesidad de mantener la presión para forzar una solución política, negociada, que conduzca a unas elecciones presidenciales libres y creíbles (en Venezuela), ya que la crisis humanitaria empeora cada día”.
Y como si todo lo anterior fuera poco, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también puso el foco esta semana sobre la crisis venezolana y su incidencia en Colombia. Tras despedir a su asesor de seguridad John Bolton, el Mandatario llegó a decir que su posición sobre Caracas y La Habana es mucho más dura que la del saliente alto funcionario. Paralelo a ello, el gobierno estadounidense reiteró que si la dictadura chavista agredía a Colombia, nuestro país contaría de inmediato con el respaldo de la potencia norteamericana. Y, en tercer lugar, la Casa Blanca designó también esta semana al experimentado diplomático Michael Kozak, de reconocida “línea dura”, como subsecretario interino de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental. Para no pocos analistas esta movida podría implicar que Washington redoblará su presión sobre el régimen Maduro.
OEA, ONU, Unión Europea, Estados Unidos… Todo esta semana. También se habló de llevar la complicidad del chavismo con los grupos terroristas colombianos a la Corte Penal Internacional, así como de organizar una cumbre en Bruselas el próximo mes sobre la cooperación internacional para atender la crisis migratoria venezolana.
Como se ve, Colombia está en el centro del escenario geopolítico mundial y en los próximos días y semanas habrá decisiones y movidas muy determinantes al respecto, que ojalá contribuyan a neutralizar amenazas internas y externas.