Ciudad-región, aquí y ahora
*Agenda concreta Bogotá-Cundinamarca
*Movilidad vial, el asunto más urgente
Un destino común e indivisible. Eso es lo que tienen Bogotá y Cundinamarca. Por lo mismo, reuniones de coordinación de los grandes proyectos en materia de infraestructura vial, sin duda la necesidad más sentida de los habitantes de la capital del país y el departamento, tienen el gran reto de pasar de las formulaciones de proyectos y exposiciones de los criterios de los respectivos equipos técnicos, a concretarse en una agenda concreta, con plazos fijos y mecanismos permanentes de monitoreo por parte de ambas administraciones.
En ese orden de ideas, la reunión entre el alcalde Enrique Peñalosa y el gobernador Jorge Rey, quienes estuvieron acompañados de sus secretarios y altos funcionarios del sector de movilidad, y a la que asistió un delegado de la Agencia Nacional de la Infraestructura, debe ser la base para la formulación de un plan con metas definidas en aspectos técnicos, financieros, de diseño de proyectos, trámite de permisos y licencias, mecanismos de financiación y, sobre todo, definición de las responsabilidades de lado y lado.
Como en varias ocasiones se ha recalcado en estas páginas, una de las mayores deficiencias en el centro del país es la falta de integración de Bogotá, no sólo con la llamada área metropolitana, sino con todo el departamento en sí. Los desarrollos urbanísticos, de comercio e industria de la última década han evidenciado que el concepto de ciudad-región pasó ya de ser un mero anhelo integracionista entre la capital del país y su área circunvecina, a convertirse en una obligación para ambas jurisdicciones.
Entre las primeras conclusiones de la cumbre de ayer quedó patente que existe la decisión de la Alcaldía y la Gobernación de finiquitar, después de tantos años de desencuentros y choque de prioridades entre las distintas administraciones de lado y lado, la terminación y puesta en funcionamiento de la Autopista Longitudinal de Occidente (ALO), que es clave para empezar a desembotellar los inmensos volúmenes de tráfico automotor en esta parte de la ciudad-región, beneficiando así a millones de capitalinos y cundinamarqueses que tienen que soportar a diario largos y desesperantes trancones.
Es claro que hay diferencias de criterios entre la Alcaldía y la Gobernación. Eso es apenas natural, pero lo importante es que exista la suficiente voluntad política y análisis objetivo, de lado y lado, para encontrar soluciones de consenso. Ese debe ser el marco para resolver, por ejemplo, la defensa a ultranza que hace el Departamento del proyecto de Tren de Cercanías, que el Distrito no considera tan prioritario. Otro asunto que requiere un alto grado de concertación es el relativo a la instalación de peajes en las entradas de la ciudad que propone la Alcaldía, pero que, por obvias razones, no comparten muchos sectores poblacionales y económicos del Departamento. No menos importante es definir cómo se ampliarán las troncales del sistema Transmilenio, sobre todo en lo relativo a la absorción de las decenas de miles de personas que llegan por las vías de Soacha o Mosquera. El aumento de los carriles en la Autopista Norte, la salida vial de Suba hacia Cota y la regulación del ingreso de transporte de carga por el corredor de la Calle 13, también hicieron parte de la cumbre ayer entre Peñalosa y Rey.
Se espera, entonces, que en pocas semanas ambas administraciones pongan sobre la mesa la agenda de trabajo conjunto en materia de integración vial y que la misma tenga, como se dijo, metas y cronogramas precisos para superar las falencias en materia de conectividad por carretera de la ciudad y todo el departamento.
Por igual se está pendiente de cómo se van a instrumentar los escenarios de concertación y trabajo conjunto para otros asuntos vitales para la ciudad-región como los planes de recuperación de la cuenca del río Bogotá, la coordinación de las estrategias en materia de seguridad o el impacto de proyectos tan trascendentales como el aeropuerto alterno de El Dorado, que se planea construir al occidente de la capital del país, entre los municipios de Madrid y Facatativá. La seguridad alimentaria, la integración en materia de servicios públicos e incluso los planes de contingencia para afrontar emergencias derivadas del fenómeno climático de El Niño, también hacen parte de una agenda muy amplia y compleja que no espera, respetando las prioridades de cada administración en sus respectivas jurisdicciones.
Tras muchos años de promesas y actos protocolarios sobre integración Bogotá-Cundinamarca, llegó la hora de que se pase a los hechos concretos. Ese reto es el que empezaron a cristalizar ayer, en la mesa técnica sobre el tema vial, Peñalosa y Rey. Manos a la obra.