*Baluarte ilustre de la raza colombiana
Carlos Ardila Lule se caracterizó por tres condiciones poco comunes en una sola persona: inteligencia, disciplina y bonhomía. Ello lo llevó a tener una gran capacidad visionaria al mismo tiempo que apostar por proyectos que implicaban un esfuerzo superlativo. La forma en que sacó adelante y consolidó una gran cantidad de empresas evidencia por qué se constituyó en un ejemplo de constancia y pundonor para las generaciones de hoy y las futuras. Pero de la misma manera se distinguió, con base en sus dones primordiales, por su amplio sentido de colombianidad, especialmente porque siempre apostó por el talento humano y las atribuciones de sus compatriotas. Es decir, que ante todo creía en su gente y en las inmensas posibilidades del país. Incluso pensó, en un momento dado, incursionar en la política, pero casi de inmediato se dio cuenta de que podría ser mucho más útil para la nación en las actividades de su dominio. De hecho, más que competitivo, fue ante todo competente.
Tal vez sea por ello que veía oportunidades en donde otros solo encontraban dificultades. De allí que tuviera, así mismo, una indeclinable visión de futuro. Esa sensibilidad especial fue la que, ciertamente, lo llevó a convertirse en uno de los dirigentes empresariales más insignes de Colombia y América Latina en las últimas décadas, dejando su impronta en más de 80 empresas, de muy diferente índole, y generando una gigantesca cantidad de empleos, directos e indirectos.
Pero también, como es claro de lo dicho por sus colaboradores, era un hombre de unas características humanas inigualables. La profusa descripción de sus cualidades en este campo es, en efecto, demostrativa de su espíritu solidario. Ello lo llevó a desarrollar una veta filantrópica ampliamente reconocida, siendo activo colaborador en múltiples causas humanitarias, sociales y de salud, muchas veces cobijado por el anonimato y lejos de los reflectores.
Ha perdido Colombia a uno de sus grandes hombres. Un dirigente empresarial versátil, un filántropo y un jefe de hogar que siempre trató de dar ejemplo en cada uno de los aspectos de su vida.
Desde estas páginas enviamos un mensaje de acompañamiento a su familia, a sus hijos y nietos en estos difíciles momentos, así como a todos los directivos y empleados de sus empresas que, de seguro, sabrán preservar su legado. Sin duda, Carlos Ardila Lulle fue un ser excepcional, baluarte ilustre de la raza colombiana.