- Más peros a eliminar tres ceros al peso
- Tema debería definirlo próximo gobierno
El sector financiero del país habló claro y fuerte: no es el momento de avanzar hacia la eliminación de tres ceros al peso colombiano. Y lo hizo precisamente en la antesala de que el Gobierno lleve un proyecto de ley al Congreso proponiendo esa simplificación monetaria.
La eliminación de los tres ceros a la moneda local no es un tema nuevo. En la última década varias veces se ha puesto sobre el tapete pero o el asunto no pasó de la mera discusión académica y económica, o las iniciativas que llegaron al Congreso se terminaron hundiendo indefectiblemente. En esta ocasión hay un ingrediente adicional: al Ejecutivo apenas si le quedan cuatro meses largos de gestión y al Parlamento aún menos tiempo, cruzado, además, por la recta final de la contienda presidencial. Así las cosas, se ve muy difícil que el Parlamento saliente se le mida a avanzar sustancialmente un debate de tantas implicaciones, por lo que, en realidad, todo dependerá del próximo Legislativo y, sobre todo, de quién sea el nuevo Jefe de Estado y cuál sea su política monetaria.
Inicialmente la idea de quitarle tres ceros al peso vino del Ministerio de Hacienda y luego contó con el visto bueno, aunque condicionado, del Banco de la República. Se considera desde el Ejecutivo que es viable la simplificación de la moneda porque la inflación está controlada y la economía colombiana es una de las más estables de la región. Bajo esa tesis reducir el número de ceros al peso debería facilitar las transacciones económicas, la competitividad comercial global, los registros contables y el turismo, al tiempo que equipararía nuestra unidad monetaria con los estándares internacionales. La propuesta tuvo luego un empujón fuerte por parte del Fiscal General de la Nación, quien pidió acelerar esa modificación monetaria con el objetivo de asestarle un duro golpe a las fortunas ilícitas que tienen escondidas muchas organizaciones criminales en Colombia y que no han podido legalizar debido al accionar de las autoridades en su persecución y decomiso.
Sin embargo, desde el mismo momento en que se habló de la posibilidad de tener un “nuevo peso” en Colombia, la polémica ha estado a la orden del día. Los gremios económicos se muestran divididos respecto a la pertinencia de la medida monetaria, más aún cuando en materia cambiaria, inflacionaria y económica no se ve la necesidad de un cambio como el planteado, y menos en el corto plazo pues apenas está en proceso la entrada en circulación de los nuevos billetes de 5 mil, 10 mil, 20 mil, 50 mil y 100 mil pesos.
Sin embargo, faltaba que el sector financiero, sin duda el más impactado con la posible medida, sentará su posición al respecto. Finalmente lo hizo a través de la Asobancaria, manifestando que es inconveniente en estos momentos avanzar en esa dirección. Para el gremio es claro que la evidencia internacional muestra que las políticas para eliminar los ceros de los billetes se dan generalmente en países que experimentan niveles de inflación altos o desean recuperar y fortalecer la credibilidad en sus monedas y en su política monetaria. Ninguno es el caso colombiano.
Agregó el vocero del sector financiero que si bien la simplificación de la contabilidad y la reducción de algunos costos de transacción se presentan como argumentos para la implementación de la eliminación de los tres ceros al peso, se sabe que los costos operativos de adaptación de todos los sistemas de información pueden desencadenar cuantiosos recursos que no compensan los beneficios de corto plazo.
Por último, pero no menos importante, la Asobancaria recalca que el país se encuentra inmerso en el proceso de implementación de una nueva familia de billetes desde hace tres años, el cual tiene un nivel de ejecución todavía inferior al 30 por ciento y que se adelanta en plena coexistencia con los billetes antiguos. El gremio plantea, finalmente, dudas respecto a la utilidad de la modificación monetaria frente a la fortunas ilegales, advirtiendo que resulta muy difícil hacer compatible un periodo de transición muy corto, como el que se requeriría para confiscar los dineros ilícitos, con el tiempo necesario para que la eliminación de los tres ceros tenga la suficiente difusión pedagógica, operativa y tecnológica para evitar traumatismos en la economía.
¿Hará caso el Gobierno al campanazo del sector financiero? Esa es la pregunta que queda en el ambiente. Por ahora es necesario que se analicen todos los ámbitos y partir de la premisa por todos aceptada de que lo peor en materia de cambios en la moneda ha sido, es y siempre será la improvisación.