* La camorra entre Milei y Petro
* Silencio cómplice con dictadura chavista
A estas alturas no se sabe si las relaciones colombo-argentinas se irán a arreglar. Desde que el presidente Gustavo Petro trinara incontables veces, durante la campaña presidencial gaucha, en contra del candidato reformista Javier Milei y se colocara radicalmente en favor de la perpetuación del peronismo (insignia de la decadencia del país austral), se sabía de su vieja inclinación ideológica, en esta ocasión representada en la funambulesca candidatura de Sergio Massa.
No en vano los conceptos y prácticas gubernamentales de Petro tienen, en buena medida, origen en la misma caricatura colombiana, es decir, en el movimiento populista que encabezó el dictador Gustavo Rojas Pinilla a imitación del general Juan Domingo Perón. Y que se conoció como la Anapo. Cantera de la que, según también es archiconocido, emergió el M-19, vertiente anapista afiliada a la violencia y el terror, cuna política del hoy jefe de Estado y que pretende mantener su simbología en la avejentada usurpación de la espada de Bolívar, en estos días tan trajinada.
Es muy posible, pues que el primer mandatario colombiano pensara, como muchos de similar estirpe, que en la jornada electoral definitiva se repetirían los resultados de la primera vuelta presidencial en la Argentina, hace unos meses, y que finalmente Milei mordería el polvo para salir de una vez por todas de ese “payaso derechista”, a semejanza de lo que podría decir cualquier colombo-peronista, o sea, neoanapista de último cuño.
Naturalmente, ocurrió exactamente lo contrario.
Milei arrasó a Massa en la segunda vuelta y demostró cómo en América Latina es posible adoptar un modelo diferente al miserabilismo y la demagogia para resolver los ingentes problemas sociales, sin demoler las instituciones y bloquear las alianzas público-privadas que sirven al objetivo del bien común. Y que se puede actuar en consecuencia, en lugar de mantener a los países en la inopia, con crecimientos económicos ínfimos, sometidos a la compraventa de conciencias, desprovistos de los servicios esenciales y estrangulados por la inflación. Al igual que asfixiados por la deuda y los impuestos, y lesivamente disminuidos por la entronización estatal.
Por supuesto, no será fácil para el mandatario gaucho sacar adelante su programa de gobierno y mantener dosis aceptables de favorabilidad, cuando la mayoría vive de las canonjías del Estado, la especulación, el desorden y los réditos de la politiquería. Pero es un hecho que está dispuesto a gastarse todo su capital político en salvar a la Argentina del colapso crónico.
En todo caso, en el reciente Foro Económico Mundial de Davos Milei se convirtió en figura estelar al traer a cuento, con base en datos fehacientes, los beneficios de la libre empresa y su impacto en la superación de la pobreza desde la revolución industrial, hace 200 años, y el viraje extraordinario en el ingreso per cápita mundial durante esa trayectoria irrebatible. Por lo cual fue aplaudido y, en esa vía, su discurso expuesto de material didáctico en las redes sociales.
Ahora el presidente argentino, a raíz de una de esas preguntas rápidas sobre los líderes internacionales vigentes, para contestar en pocas palabras y hecha en una entrevista por la incisiva Ángela Patricia Janiot, replicó sobre Gustavo Petro que era un “comunista asesino”, con la peor parte para el colombiano frente a otros mandatarios y políticos de la región. Petro, por su parte, había comparado hace un tiempo a Milei con Hitler, Pinochet y Videla.
Es apenas natural decir que las palabras de uno y otro desmerecen el ámbito diplomático en el que se supone deben desenvolverse las relaciones entre países amigos. Pero, políticamente, como Petro intervino en la campaña presidencial argentina quedó claro que su propósito, de una parte, era congraciarse con el candidato peronista de turno, cuyo triunfo dio erráticamente por descontado, y de otra utilizar aquel escenario para dejar en claro su linaje ideológico. Y ahí comenzó la camorra, metiendo baza, como ocurrió con el Perú.
En tanto, se protesta y se llama a consultas al embajador colombiano en Argentina. ¿Será que de paso lo nombran de ministro en la tan anunciada recomposición del alicaído gabinete? ¿Será que Milei se retracta o será más bien que Petro auspiciará con sus trinos la avalancha de huelgas que anuncian los peronistas huérfanos de poder? Y mientras esto ocurre, nada sobre el fraude que ya se otea en el horizonte, en Venezuela, con la protuberante maniobra de inhabilitación de la candidata María Corina Machado y la nueva esquilmación de la democracia que por anticipado se avizora en el país hermano. Silencio total …