* Dependencia petrolera y despilfarro
* Las admoniciones de Cano
La realidad colombiana es imposible de ocultar. Nuestra economía depende en gran parte del petróleo y la minería, como lo admite el codirector del Emisor Carlos Gustavo Cano: “el valor exportado de los bienes de origen minero-energético viene aportando más de cuatro quintas partes de la dinámica del crecimiento de la totalidad de las exportaciones del país, a pesar de que sólo genera 200.000 empleos directos". Lo anterior, a juicio de Cano, es "un genuino síntoma de la enfermedad holandesa". Se calcula que en promedio una inversión de un millón de dólares en el sector apenas produce un empleo por ser una actividad altamente tecnificada, fuera del hecho que después de que se hace la misma y los pozos entran a producir, la explotación se organiza y estabiliza según las reservas del preciado mineral, al punto que pronto se recupera la inversión y con menos personal se consiguen mayores utilidades. Si bien, se debe tener en cuenta que en ocasiones la cuantiosa inversión se hace y no aparece el crudo. Lo mismo que en países con alto grado de violencia e inseguridad jurídica, otros gastos inusuales y bajo presión deben ser contemplados, como la contratación de costosos seguros por el personal que se mueve en zona roja, lo que se contempla en esa modalidad del negocio, que en otros tiempos daba hasta para sufragar golpes de Estado; y todavía en África incide en procesos de guerra civil. Será tal la naturaleza estratégica del petróleo, que casi todas las guerras del siglo XX tuvieron que ver con la geopolítica del llamado “oro negro”.
Como anota el prestigioso economista Cano: “las exportaciones industriales, excluyendo las originadas en el sector minero-energético, entre enero y abril del 2011 con relación al mismo período de 2009, caían 7%. En tanto que, al considerar los últimos 12 meses, su crecimiento era cercano a cero. En suma –agrega- el valor exportado de los bienes de origen minero-energético viene aportando más de cuatro quintas partes de la dinámica del crecimiento de la totalidad de las exportaciones del país. Un genuino síntoma de enfermedad holandesa". Y las cifras son elocuentes, tenemos que las exportaciones se concentran el sector minero que ha gozado de precios elevados, al punto que en 14 años, desde la llegada al poder del comandante Hugo Chávez, de US $8 pasamos a $ 100 y más por barril, dejando muy atrás los demás rubros, en tanto el crecimiento industrial se paraliza y en algunos casos decrece.
En Colombia el precio del petróleo es determinante en la actividad oficial ya que el asistencialismo que invade las arterias de los distintos gobiernos se sustenta en gran parte en esos ingresos. Para infortunio nuestro no hemos conseguido invertir esos fondos en infraestructura para el desarrollo, que es la mejor arma contra los violentos en la periferia. Y cuando invertimos no siempre se hace con la pericia y eficacia esperada, como en el caso de la ampliación de la refinería de Cartagena donde los sobrecostos han elevado tanto la ejecución de la obra que ya se supera de lejos la inversión inicial contemplada. En la actualidad va cerca de los US$ 7.000 millones. Así que ya supera la inversión que hace Panamá para ampliar el Canal, la cual ha tenido algunos sobreprecios que denuncia la prensa local, pero que al terminarla será altamente benéfica para ese país, antigua provincia de Colombia, que hoy nos da lecciones de desarrollo.
La caída de las exportaciones del sector agrícola tiene que ver en parte con la enfermedad holandesa, lo mismo que incide en algunos sectores industriales, afectados por la continua revaluación del peso, que se han tornado menos competitivos en el exterior. EL NUEVO SIGLO, ya hace un par de años, advirtió sobre los peligros de malgastar los ingresos del petróleo y la irresponsabilidad con la que en algunos casos se han dilapidado los recursos de las regalías, en no pocos casos con impunidad sorprendente. ¿Cómo es que en zonas que han nadado en petróleo, en donde recibieron miles y miles de millones por las regalías, no se resuelvan las necesidades básicas más apremiantes ni se construya siquiera un acueducto?
Volviendo al análisis de calificado economista del Emisor tenemos que: las economías emergentes dependientes del sector minero-energético enfrentan el riesgo de que, a medida que crecen, a su vez, aumenta el gasto público, tendiendo a desbordarse y adquiriendo connotaciones cada vez más pro-cíclicas, lo que incide negativamente en la estabilidad de la economía. Y advierte, Cano: "De otra parte, en la medida en que las entradas de capital destinadas a financiar la inversión en dichas actividades predominen sobre el resto, y, como resultado, de la misma forma y proporción evolucionen los ingresos por sus exportaciones, se podrían provocar fuertes presiones sobre la revaluación de la moneda local y el consiguiente debilitamiento de la competitividad de los sectores transables como la agricultura y la industria, configurándose de ese modo síntomas de la enfermedad holandesa".