- Una cita electoral en medio de pandemia
- Cálculos políticos de los presidenciables
El próximo 6 de septiembre alrededor de siete millones de bolivianos están citados a las urnas para escoger al Presidente de la República. El proceso para definir la fecha de los comicios ha sido muy accidentado, sobre todo por el intenso pulso político entre las toldas del exmandatario Evo Morales, quien se vio forzado a renunciar a finales del año pasado tras comprobarse un fraude electoral que buscaba mantenerlo en el poder, y los partidos de centro y derecha que, aunque divididos, quieren evitar a toda costa que la izquierda populista vuelva al gobierno en la nación del altiplano.
Un pulso político que, además, ha estado cruzado por la coyuntura crítica de la pandemia del Covid-19 que desde hace varias semanas tiene a América Latina como epicentro, sumando ya más de 106 mil fallecidos y unos 2,3 millones de contagiados, con el agravante de que el pico epidemiológico aún no llega. De hecho, la llegada de la enfermedad viral a Bolivia ya hizo aplazar una vez los comicios presidenciales, pues inicialmente estaban programados para el 3 de mayo pasado. Sin embargo, ahora el riesgo sanitario parece mayor en la medida en que, de un lado, la cifra de infectados en el país se acerca ya a los 29 mil y al millar de decesos y, de otro, los cálculos oficiales indican que hacia agosto o septiembre podría estarse dando el pico epidemiológico, con un estimado de 130 mil casos positivos y un saldo mortal entre 4.000 y 7.000 personas. Incluso, el gobierno de la presidenta interina Jeanine Añez, también candidata presidencial, no descarta que ante la expansión de la crisis sea necesario volver a ordenar cuarentena estricta en algunas zonas del país.
Obviamente adelantar una campaña electoral y fijar fecha para la cita en las urnas en medio de la pandemia es un riesgo, en primer lugar, sanitario, y, en segundo, político. Sin tener certeza de cómo evolucionará la pandemia, es claro que los comicios de primera vuelta para el 6 de septiembre y de un eventual balotaje para el 18 de octubre, terminan siendo una apuesta incierta, al punto que algunos analistas no descartan que sean aplazados uno o dos meses más. De hecho, el gobierno de Añez se opuso a este calendario electoral, en tanto otro aspirante derechista calificó el cronograma como el dilema entre “votar o morir”. Sin embargo, una alianza entre el Movimiento Al Socialismo (partido de Evo Morales que domina la Asamblea) y la campaña de su principal rival en la contienda, el exmandatario y candidato centrista Carlos Mesa, determinó que, en abril, se aprobara una ley fijando las fechas electorales de septiembre y octubre, que el Ejecutivo sancionó días atrás a regañadientes y finalmente el Tribunal Supremo Electoral oficializó el respectivo cronograma.
Los analistas políticos sostienen que detrás de este acuerdo hay una clara jugada proselitista, en la medida en que las encuestas muestran que Luis Arce (el candidato de Morales) tiene un favoritismo de 33%, en tanto que Mesa lo sigue con 18% y Áñez está en tercer lugar con casi 17%. En ese orden de ideas, el MAS apuesta a acelerar la cita en las urnas para no perder la ventaja y Mesa también hace lo propio, calculando que si queda segundo en septiembre podría recibir luego, para la segunda vuelta, los votos de la hoy presidente interina y otros sectores de centro y derecha que no quieren que la izquierda, que con Morales estuvo casi 14 años en el poder, regrese al mando.
No hay que olvidar que el sistema político electoral boliviano establece que habrá balotaje entre los dos aspirantes más votados si en la primera vuelta ninguno de los candidatos obtiene la mitad más uno de los votos válidos o al menos un 40% de la votación pero con 10 puntos de diferencia sobre el segundo. Visto el escenario que pintan los sondeos de opinión, todo apunta a que habrá segunda vuelta y allí las coaliciones y el llamado “voto en contra” serán definitivos.
Así las cosas, parece evidente que por más que las autoridades electorales hayan fijado noviembre para la posesión del nuevo gobierno, esa posibilidad está supeditada a lo que pase con la pandemia de este coronavirus. Siendo claro que los bolivianos están en todo su derecho de escoger al Presidente de la República, hacerlo en medio de la crisis sanitaria es una apuesta muy riesgosa por más medidas de bioseguridad que se prometan aplicar en la campaña y el día de la cita a las urnas, si es que estas finalmente se mantienen.