El cambio climático es fenómeno que amenaza al planeta. No hay lugar del globo exento de su impacto, provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero lanzadas durante decenios a la atmósfera. Científicos de diversas nacionalidades advirtieron sobre las consecuencias cuando quizá era tiempo para detener los graves efectos que ya se experimentan y se van a intensificar en los próximos años.
En Colombia nevados y páramos serán los más afectados. Si continúa la tendencia de calor en la atmósfera y la tendencia a derretirse la nieve, en menos de medio siglo podrían desaparecer. De hecho las masas nevadas que cubren a los que aún existen son delgadas. Si se mira algún dibujo de pocos siglos atrás la diferencia es inmensa. En todas las épocas de la historia es evidente que el ser humano ha sido el mayor depredador de los ecosistemas. En tiempos remotos el equilibrio natural era perfecto. En el discurrir de los siglos, primero de manera lenta, casi imperceptible, seguramente empezó el deterioro. Con la revolución industrial el proceso se aceleró y el crecimiento del sector fabril, la aparición de los carros determinaron el incremento de agentes contaminantes. En las grandes ciudades una nube espesa de smog cubre las áreas urbanas. En ciudades chinas como la capital, Beijing, los niveles intolerables se reflejan en nubes oscuras que la cubren, y el gobierno ha tenido que declarar emergencias y tomar medidas.
En Colombia, en las tres últimas décadas ha sido más rápido el descongelamiento de nevados. Y ahora, con los veranos más fuertes aumenta el derretimiento. La disminución de lluvias fuertes en los páramos incide de manera negativa e incrementa los riesgos de que cada vez haya menos nieve en esas otrora hermosas cumbres blancas. Su sensibilidad a variaciones del clima es evidente y se nota más en períodos con presencia de El Niño. No se debe olvidar que los nevados son reservas de agua, de donde surgen por fusión los nacimientos de algunos ríos. Los glaciares aportan agua para las cuencas hidrográficas deficitarias climáticamente.
Expertos que analizan el futuro del suministro de agua en los Andes están cada vez más temerosos porque ciudades como Quito y Bogotá, que se encuentran a gran altura, pueden verse afectadas por las crecientes temperaturas que están secando los páramos. Los páramos son praderas de matorrales húmedas y frías que cubren las laderas de las montañas andinas desde Venezuela hasta Perú, a alturas de entre 3.000 y 5.000 metros. Los científicos dicen que la forma en que los páramos reaccionan al cambio climático podría tener un impacto mucho más grande en el suministro de agua para algunas ciudades que el derretimiento de los glaciares.
El calentamiento incide de manera general. En el Ártico, gigantescas masas de hielo se desprenden con frecuencia y empiezan a flotar. Sin duda la temperatura en la Tierra irá aumentando, ahora más que en los siglos precedentes. Los mayores responsables del calentamiento son los grandes países desarrollados y los emergentes que ahora los igualan en volúmenes de partículas dispersas en el entorno terráqueo. Se requieren decisiones para disminuir las emisiones de gases, en plazo breve. Es cuestión de supervivencia, de salvar el hábitat de todas las especies vivas que lo pueblan.
Es necesario un esfuerzo global, en el que las grandes potencias deben actuar de consuno para frenar la contaminación y quizá morigerar la respuesta de la naturaleza ante las acciones depredadoras y el desafío de los humanos, que seguramente no va a quedar impune. Las fuerzas naturales cuando reaccionan pueden provocar catástrofes. Ya se han visto en maremotos de grandes magnitudes. El calentamiento global es una realidad insoslayable y frente a esta evidencia todos los países tienen que actuar.