La economía de América Latina y el Caribe crecerá 2,5% en 2022, pero la guerra en Ucrania aumentó la incertidumbre y disparó los precios, reiteró este martes el FMI al publicar sus perspectivas para la región.
La guerra tras la invasión rusa de Ucrania "está convulsionando a la economía mundial y elevando la incertidumbre en torno a las perspectivas de América Latina y el Caribe", afirma el FMI en un blog.
Aunque el organismo prevé que Brasil crezca 0,8%, México 2%, Colombia 5,8%, Chile 1,5%, Perú 3% y Argentina 4% este año, esto supone "reducciones muy importantes respecto de las tasas de dos dígitos del año anterior".
Por zonas, América del Sur crecerá 2,3% este año y América Central, Panamá y la República Dominicana 4,8%. Para el Caribe distingue entre las economías dependientes del turismo, muy golpeado por la pandemia, con un 3,2%, y los exportadores de materias primas (Guyana, Suriname y Trinidad y Tobago) que se llevan la mejor parte, con un 20,2%.
Todos ellos se ven afectados por la inflación, pero con "bastante heterogeneidad", afirmó este martes en rueda de prensa Ilan Goldfajn, director del FMI para las Américas.
"Tenemos importadores de materias primas, alimentos y energía, bastantes en Centroamérica, algunos en el Caribe, que experimentan un shock negativo", mientras que los de Sudamérica "que exportan granos, metales y algunos incluso petróleo tendrá un impacto positivo", explicó.
Es más, "algunos de los países de la región se posicionan como la solución al problema mundial de la inseguridad alimentaria" debido a que pueden exportar alimentos aumentando la producción, añadió.
Ímpetu
Incluso antes de la guerra, la recuperación de América Latina y el Caribe "ya estaba perdiendo ímpetu", señala el blog.
Pero en estos momentos la región se expone "a riesgos inusualmente altos" que provienen de dos shocks: "La dinámica de la pandemia que conduce a una mayor inflación" y la subida de los precios por la invasión rusa de Ucrania. "Es un shock inflacionario encima de otro", precisó Goldfajn. Esto obliga a los países a adoptar medidas "para amortiguar el golpe sobre los más vulnerables y contener los riesgos de tensión social", estima el FMI.
Y es que, según Goldfajn, los pobres soportan una inflación entre un 3 y 4% más alta que la de los ricos, por su mayor consumo de alimentos y de energía para el transporte.
Varias naciones han reaccionado con medidas que van desde "la reducción de impuestos y aranceles de importación hasta límites de precios o transferencias sociales".
De acuerdo con el informe, cerca del 40% de los países han introducido nuevas medidas, sobre todo por el lado de la reducción de impuestos, "con un costo fiscal medio estimado equivalente al 0,3% del Producto Interno Bruto".
Para reducir el riesgo de tensión social, los gobiernos deben apoyar a los hogares de bajos ingresos "y dejar que los precios internos se ajusten en función de los precios internacionales", recomienda el FMI.
Medidas temporales
Por otro lado, según Goldfajn, los países que no tienen un sistema de seguridad social desarrollado para ayudar a los más vulnerables deben optar por "medidas temporales" para "aligerar el aumento de los precios" durante un tiempo, insistiendo en que "la palabra clave es ‘temporal’".
Entre tanto, se avecinan otros riesgos, además de la inflación, advierte el FMI, que cita una posible escalada de la contienda bélica o la subida de las tasas de interés en Estados Unidos, que podría alimentar una salida de capitales de una región necesitada de inversiones y más proclive al endeudamiento. Una desaceleración en países como China también perjudicaría a la región.
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Inflación
Ante este desafío, las autoridades están adoptando políticas monetarias más restrictivas e implementando medidas para amortiguar el golpe sobre los más vulnerables y contener los riesgos de tensión social.
Además, el actual endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos, con una orientación más restrictiva por parte de la Reserva Federal, podría, con el tiempo, incidir en las condiciones financieras internacionales.
El aumento de los costos de financiamiento a escala mundial e interna puede acelerar la salida de capitales y plantear un reto para la región, dadas las grandes necesidades de crédito público y externo que existen en algunos países, y los limitados recursos para financiar inversiones.
Una desaceleración más acentuada del crecimiento en China, debido a la pandemia o a otras razones, también podría tener un impacto en los precios de exportaciones clave y en el comercio de la región. Todos estos riesgos ensombrecen las perspectivas de crecimiento en América Latina y exigen medidas de política.
El repunte a punto de frenarse
Tras el pronunciado repunte del año pasado, el crecimiento está volviendo a su tasa tendencial previa a la pandemia conforme las políticas se reorientan, desacelerándose hasta el 2,5% en 2022. Las exportaciones y la inversión están retomando su rol como principales motores del crecimiento, pero los bancos centrales han tenido que endurecer la política monetaria para combatir el aumento de la inflación.
“Nuestro pronóstico para Brasil es que la expansión se desacelerará a 0,8% este año, tras el crecimiento de 4,6% observado el año pasado. La economía de México se desacelerará a 2%. Colombia probablemente registrará una desaceleración menor con un crecimiento de 5,8%. El crecimiento en Chile y Perú será de 1,5% y 3%, respectivamente, indicando reducciones muy importantes respecto de las tasas de dos dígitos del año anterior”, afirma el FMI.
Alimentos y la energía
La pobreza y la desigualdad siguen siendo preocupaciones importantes, dado el impacto diverso del aumento de la inflación sobre la población. Los grupos más vulnerables en la región son los más golpeados por la subida de precios de los alimentos básicos y la energía, al tiempo que siguen luchando para recuperarse del impacto económico de la pandemia.
De hecho, desde que estalló la guerra, varios países de la región han actuado para contener los efectos del aumento de los precios en los grupos vulnerables, con medidas que van desde la reducción de impuestos y aranceles de importación hasta límites de precios o transferencias sociales.
Cerca del 40% de los países han introducido nuevas medidas, sobre todo por el lado de los impuestos, con un costo fiscal medio estimado equivalente al 0,3% del producto interno bruto de este año.
Mayor inclusión
Con las relaciones de deuda pública/PIB por encima de los niveles previos a la pandemia y el aumento de los costos de financiamiento en un contexto de tasas de interés internacionales y locales más altas, los países tendrán que garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas para ayudar a preservar su credibilidad y recomponer el espacio fiscal.
Pero también será importante adoptar medidas que protejan a los más vulnerables, para lo cual se hace necesaria una estrategia que se centre en una consolidación inclusiva. El gasto en programas sociales, salud, educación e inversión pública debe protegerse, al tiempo que se implementan reformas tributarias (como el aumento de los impuestos sobre la renta de las personas físicas) que apuntalen el crecimiento inclusivo y ayuden a los países a mantener la sostenibilidad fiscal.