Rusia se enfrenta a corto plazo a un inmenso desafío, con amenaza de recesión, desbocada subida de precios y sistema bancario fragilizado, pese a que el rublo parece estabilizado tras su derrumbe a principios de semana.
El movimiento de pánico bursátil el lunes y martes, cuando el euro superó de forma impensable los 100 rublos y el dólar los 80, se asemejó a una pesadilla que viene a cerrar un año de progresiva caída de la moneda, en un contexto de crisis ucraniana y baja de las cotizaciones del petróleo, principal fuente de ingreso del Estado ruso.
Esa recuperación se debió a la decisión del banco central, obligado a una radical subida de su principal tipo de interés (de 10,5% a 17%), pero también a una mejora en los precios internacionales del crudo.
El presidente Vladimir Putin, en su conferencia de prensa anual del jueves, intentó tranquilizar a los rusos asegurando que lo peor de la crisis habría pasado en dos años. Pero no anunció ninguna medida para apoyar a una economía muy debilitada.
"La trayectoria de la economía en los próximos seis meses será peor de lo previsto debido a lo ocurrido esta semana" advierte Chris Weafer, de Macro Advisory, que prevé una caída del PIB ruso del 5% en el primer semestre de 2015.
"Consumo e inversiones van a sufrir por la subida de las tasas de interés, la inflación va a aumentar por el debilitamiento de la moneda, la confianza va a desaparecer (...)" enumera el experto a la AFP.
El efecto inmediato de la caída del rublo fue la decisión de algunos suministradores de cesar sus entregas, en lugar de librarse a inciertos aumentos de precio: Apple cerró su tienda en línea, Ikea suspendió durante dos días sus ventas de cocinas, y los automóviles Opel y Chevrolet dejaron de ser entregados a los concesionarios./AFP