La gente se pregunta con toda razón ¿dónde está el Estado?, tras echarle un vistazo a este inquietante panorama de orden público tan perturbado en las últimas semanas.
Las manifestaciones de paro que sufrieron varios departamentos, entre ellos Antioquia, con el municipio de Anorí sin luz entre el 17de diciembre y el 6 de enero por cuenta del frente 36 de las Farc, y el olvido de que ha sido objeto esta región por parte del Gobierno central.
Traslado propuesto. Recordemos que cuando el ahora presidente Santos ejercía como ministro de Defensa se propuso el traslado del Batallón Girardot a los pueblos circunvecinos, entre Santa Rosa de Osos y Yarumal, con una partida presupuestal millonaria apropiada por el gobierno paisa y que hasta el momento no se cristaliza.
Otros episodios. 1) La incursión de las llamadas “Bacrim” a través de “Los Urabeños” y “Los Rastrojos” en Norte de Santander, en cuya capital, Cúcuta, la gente es acosada por el miedo, según denuncia que formula el propio alcalde de la ciudad fronteriza. 2) Cuando Santa Marta se paraliza, también por culpa del terror, según editorializó el periodista Ulilo Acevedo Silva en su periódico Magdalena-Hoy. 3) Cuando a comienzos de navidad se incendiaban carros en la vía a Coveñas; cuando en los departamentos de Sucre, Atlántico y Bolívar los conductores también fueron blanco del asedio de los forajidos. Todos estos hechos son la punta del iceberg que viven los habitantes de estas regiones amenazadas.
Las limitaciones. Estas limitaciones, que se viven en todos los sectores de la economía regional por culpa de las bandas criminales, frenan el normal desarrollo del turismo, atentan contra la palmicultura, la producción algodonera y la actividad ganadera y van en contravía de la seguridad restablecida en el pasado reciente luego de muchos años de acoso guerrillero y paramilitar. Las empresas del campo han quedado de nuevo en manos de los “mayordueños”, toda vez que los propietarios de hatos y cultivos han dejado expósitas sus inversiones.
Padecimientos. Los colombianos que visitamos estas regiones en épocas de vacaciones pudimos apreciar el miedo que sufren los pobladores en las áreas urbanas y rurales cuando circulan ya amenazas de “plan pistola”, ominosa práctica que no se vivía desde los aciagos tiempos del tenebroso Pablo Escobar, quien pagaba dos millones de pesos por cada policía asesinado al sicario que le llevara a manera de prueba la placa y el arma de dotación de la víctima.
La ausencia estatal. En “El desayuno político” del periodista samario Cipriano Valencia nos habló de la ausencia notoria del Estado. El barquero habló con Juan Paz, quien estuvo en la Bahía de Bastidas y encontró la gente atemorizada, sin poder salir de los hoteles, como en el caso del Irotama. La gente se siente secuestrada en las capitales. Los ganaderos sufren el acoso de las bandas mientras ven mermado el consumo de la carne, según comentó a La Barca el empresario Alejandro Ramírez.