Documento histórico | El Nuevo Siglo
Lunes, 22 de Julio de 2013

En mayo de 1947, en el semanario Jornada, el jefe liberal cundinamarqués Abelardo Forero Benavides publicó una dura carta dirigida al expresidente Eduardo Santos, el tío-abuelo del actual presidente Juan Manuel Santos, que levantó polvareda.

 

La Barca rescata este valioso documento, especialmente para quienes entienden el significado  del vivo retrato de un oligarca.

 

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Elecciones. Le decía el historiador, periodista y parlamentario Forero al doctor Santos: “El resultado electoral en todo el país está demostrando, con elocuencia tácita, que usted fue destituido por el pueblo de la jefatura del liberalismo y que el triunfo indiscutible se lo adjudicó el doctor Jorge Eliécer Gaitán”.

 

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Resultado. “La situación para las fuerzas liberales que a usted lo acompañaron podía ser distinta si hubiera pensado con sinceridad, con amor al partido y desinterés, un solo momento, en la suerte del liberalismo, en servirlo y encauzarlo, atendiendo a su triunfo general sin preocupación por las personas. Ha sido notorio para todos que su única obsesión, aprovechando la angustia y el deseo de unión del partido, fue la de imponer las candidaturas de sus favoritos con prescindencia absoluta de un criterio generoso y amplio”.

 

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Socavador. Según Forero,”desde los primeros de enero recibí informaciones sobre la manera sutilísima y disimulada como usted (doctor Santos) ensayó socavar la posición de quien estaba militando con toda lealtad a sus órdenes. Nunca se había dado el caso de un jefe político que, en lugar de estimular con entusiasmo a sus colaboradores, se consagrara con sigilosa y soterrada paciencia a socavar la posición de los propios amigos que le adelantaron la campaña”.

 

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Destructor. Anotaba seguidamente: “No había noticia más grata a sus oídos que las contrarias a la campaña política que yo sostenía. Y todos los días, en su despacho, sometió a un riguroso interrogatorio a los buenos liberales de Cundinamarca sobre la solidez de mi posición, para saber cuáles eran las fisuras donde se podría penetrar para destruirla.

Yo siempre entendí que mi candidatura a senador de la República debía trabajarla con el pueblo y no recibirla como dádiva suya. Y por eso me negué sistemáticamente a recibir como dádiva lo que había conseguido con mi esfuerzo, mi honestidad y mi energía”.

 

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Desconfianza. “Tenía algunas razones para desconfiar de su palabra (doctor Santos)  porque es conocida la ondeante volubilidad de su temperamento y aunque a lo largo de su vida ha pronunciado muchas palabras de patriotismo, franqueza, desinterés y abnegación, he tenido desde muy joven mis sospechas, penetrando un poco en su abismal sicología, de que sus propósitos de ambición son desmedidos y tenaces, embozados detrás de una fraseología que engaña a los incautos”.

 

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Acopio. “… Cuando el doctor López Pumarejo, quien tiene, a pesar de sus defectos, el atractivo especial como jefe de ser viril, escueto y franco, propuso la fórmula de un Frente Nacional, usted envió desde Nueva York un cable censurándola como monstruosa y la calificó de harakiri para el liberalismo. Pero por el correo de las brujas, llegó la sospecha y la información de que esa fórmula del Frente Nacional era monstruosa, anti-liberal y anti-patriotica, siempre que no beneficiara a un amigo suyo, el doctor Lopez de Mesa. Para ese caso especial estaba lista la filosofía tendiente a explicar los beneficios del Frente Nacional”.

(Mañana ofreceremos la segunda parte de este texto).