En mayo de 1947, en el semanario Jornada, el jefe liberal cundinamarqués Abelardo Forero Benavides publicó una dura carta dirigida al expresidente Eduardo Santos, el tío-abuelo del actual presidente Juan Manuel Santos, que levantó polvareda.
La Barca rescata este valioso documento, especialmente para quienes entienden el significado del vivo retrato de un oligarca.
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Elecciones. Le decía el historiador, periodista y parlamentario Forero al doctor Santos: “El resultado electoral en todo el país está demostrando, con elocuencia tácita, que usted fue destituido por el pueblo de la jefatura del liberalismo y que el triunfo indiscutible se lo adjudicó el doctor Jorge Eliécer Gaitán”.
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Resultado. “La situación para las fuerzas liberales que a usted lo acompañaron podía ser distinta si hubiera pensado con sinceridad, con amor al partido y desinterés, un solo momento, en la suerte del liberalismo, en servirlo y encauzarlo, atendiendo a su triunfo general sin preocupación por las personas. Ha sido notorio para todos que su única obsesión, aprovechando la angustia y el deseo de unión del partido, fue la de imponer las candidaturas de sus favoritos con prescindencia absoluta de un criterio generoso y amplio”.
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Socavador. Según Forero,”desde los primeros de enero recibí informaciones sobre la manera sutilísima y disimulada como usted (doctor Santos) ensayó socavar la posición de quien estaba militando con toda lealtad a sus órdenes. Nunca se había dado el caso de un jefe político que, en lugar de estimular con entusiasmo a sus colaboradores, se consagrara con sigilosa y soterrada paciencia a socavar la posición de los propios amigos que le adelantaron la campaña”.
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Destructor. Anotaba seguidamente: “No había noticia más grata a sus oídos que las contrarias a la campaña política que yo sostenía. Y todos los días, en su despacho, sometió a un riguroso interrogatorio a los buenos liberales de Cundinamarca sobre la solidez de mi posición, para saber cuáles eran las fisuras donde se podría penetrar para destruirla.
Yo siempre entendí que mi candidatura a senador de la República debía trabajarla con el pueblo y no recibirla como dádiva suya. Y por eso me negué sistemáticamente a recibir como dádiva lo que había conseguido con mi esfuerzo, mi honestidad y mi energía”.
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Desconfianza. “Tenía algunas razones para desconfiar de su palabra (doctor Santos) porque es conocida la ondeante volubilidad de su temperamento y aunque a lo largo de su vida ha pronunciado muchas palabras de patriotismo, franqueza, desinterés y abnegación, he tenido desde muy joven mis sospechas, penetrando un poco en su abismal sicología, de que sus propósitos de ambición son desmedidos y tenaces, embozados detrás de una fraseología que engaña a los incautos”.
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Acopio. “… Cuando el doctor López Pumarejo, quien tiene, a pesar de sus defectos, el atractivo especial como jefe de ser viril, escueto y franco, propuso la fórmula de un Frente Nacional, usted envió desde Nueva York un cable censurándola como monstruosa y la calificó de harakiri para el liberalismo. Pero por el correo de las brujas, llegó la sospecha y la información de que esa fórmula del Frente Nacional era monstruosa, anti-liberal y anti-patriotica, siempre que no beneficiara a un amigo suyo, el doctor Lopez de Mesa. Para ese caso especial estaba lista la filosofía tendiente a explicar los beneficios del Frente Nacional”.
(Mañana ofreceremos la segunda parte de este texto).