Como normalmente ocurre en nuestras vidas, las posiciones se ubican entre dos grandes tendencias: por una parte la perspectiva del futuro -con toda la incertidumbre y esperanza que puede tener- y por la otra, la tendencia al pasado - con el cómodo atractivo de lo conocido-. De aquí surgen las opciones que traen expectativas, que vienen preñadas de sueños, pero también se tiene la certeza de lo vivido.
Tanto en Europa, como en Estados Unidos, en relación con la política internacional, se tienen esas disyuntivas. Con el fin de colocar una ilustración que está fresca, a la mano, allí tenemos el caso del Reino Unido en su manifestación por separarse de la Unión Europea. Por otro lado, el escenario estadounidense incluye el hecho –increíble pero cierto- donde sólo Hillary Clinton puede impedir que Donald Trump se haga con la presidencia en Washington.
Profundizando en el caso de los británicos, ¿por qué es un golpe contra la civilización el planteamiento de salida de los ingleses de la Unión Europea? Esencialmente lo es, porque en el Siglo XXI nos debemos -es un deber moral- beneficiar de al menos seis milenios de historia, si es que la misma la empezamos a contabilizar, como ocurre normalmente, desde la invención de la escritura, por parte de la civilización Erec o Warka, asociada a la civilización sumeria, alrededor del año 3,300 antes de Cristo, ubicada en lo que hoy es Mesopotamia, esto es el actual Irak.
Conocer y aprender de la historia es factor clave en nuestra construcción de civilización y cultura. Para ello, una razón esencial: todos deseamos conformar países estables, con desarrollo tan sostenible como sustentable. Países que alberguen sociedades justas, libres y ante todo solidarias. He aquí una trilogía de finalidades de las cuales se apartan las más primitivas e intransigentes posiciones exhibidas por los partidarios tanto del “brexit” como los seguidores del advenedizo “político” Donald Trump en Estados Unidos.
Profundizando más la atención en las disyuntivas que se presentan en la política estadounidense, uno de los puntos de inflexión en la carrera por la Casa Blanca, lo ha dado Hillary Clinton este 6 de julio en Charlotte, Carolina del Norte. En esta ocasión el Presidente Barack Obama en un exaltado discurso, recalcó que apoyaba a la virtual candidata demócrata.
El discurso de Obama fue muy enfático y por demás mordaz en contra de Trump. Recordó al Obama inspirador de multitudes que logró la presidencia con lo que es imprescindible para ello: la emergencia a su favor de una auténtica marea humana reflejada en los votos.
A efecto de reforzar la campaña demócrata, estuvo también presente en el evento, la Senadora Elizabeth Warren, que desde el 3 de enero de 2013 representa a Massachusetts. Warren se ha mencionado como posible llave presidencial junto a Hillary y su presencia trata de compensar el ataque de que “Clinton está vendida a Wall Street”.
Esa puntualización fue parte de los estrepitosos señalamientos realizados por Bernie Sanders, quien, no obstante y en última instancia, ha declarado públicamente que está dispuesto a “impedir que Trump se haga con la presidencia”. Warren ha sido calificada como azote para los especuladores de la bolsa neoyorquina de valores.
Tratar de balancear la campaña de Hillary con el tema de Wall Street fue un aspecto del acto proselitista de Charlotte, pero a eso deben agregarse dos tópicos que no por complementarios son menos importantes para Clinton: (i) el ganarse el apoyo de jóvenes; y (ii) asegurar el legado de Obama al frente del Ejecutivo.
En estos dos componentes es evidente que Obama juega un papel clave. En primer lugar el presidente aún es capaz de energizar, de mostrarse “firing up” la campaña. Tiene un porcentaje de favorabilidad de 56 por ciento. No son los estratosféricos niveles de aceptación de “Lula” da Silva al terminar su presidencia en Brasil, pero es un nivel comparable con la situación que tenía el actual inquilino en la Casa Blanca, al momento de la muerte de Osama Bin Laden.
En segundo lugar, la situación para Clinton ha tomado un rumbo favorable luego de que el FBI tomará la decisión de que no abrirá cargos contra la ex –Secretaria de Estado, por el asunto del uso de los correos electrónicos desde la cuenta personal. Sin embargo, como ya lo ha reiterado Trump, el tema no está, ni mucho menos agotado y aunque no en el ámbito legal, será uno de los aderezos de la encarnizada campaña que se avecina para los próximos cuatros meses que nos separan de la elección en noviembre.
En todo esto de las consultas populares -ya sea en la Unión Europea, como los debates que se tienen en la senda de Washington- es llamativo que los jóvenes se inclinan por las opciones de esperanza, con los cambios y las incertidumbres que ello conlleva. Fueron los jóvenes quienes por poco ganan reivindicando el derecho a que el Reino Unido (RU) continúe en la Europa Unida que se gestó luego de la II Guerra Mundial. El voto por la salida fue mayoritario en lo rural, entre la población más grande -arriba de 55 años de edad- y entre los inmigrantes que ya son legales en el RU.
Dato también curioso: a pesar de los insultos y en lo que constituye el acabose de las condiciones, muchos latinos ya incorporados al “club” estadounidense apoyan a Trump. Lo que prevalece no sólo es la ignorancia, sino el deseo de no conocer, de no pensar, de no dialogar. Para ellos no es de tomar en cuenta los insultos, el típico manejo de baja monta que el candidato da a los temas, ni las fanfarronadas.
Sin embargo, la lógica en la vida siempre es inexorable. Por más bravuconadas que se exhiban, ni Estados Unidos, ni el Reino Unido, ni el mundo, serán lugares más seguros.
(*) Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.