Tras dos años de tratativas en La Habana, las reglas del juego del proceso de negociación entre el Gobierno y las Farc cambiaron a partir de ayer, luego de que las partes decidieran empezar a conversar sobre medidas para “desescalar” el conflicto armado.
La decisión, mediante la cual se dio por superada la crisis en el proceso, suspendido por el secuestro de un general, tres militares y una civil en Arauca y Chocó, significa un cambio sustantivo en el modelo de la negociación, pues desde que en noviembre de 2012 se instaló la Mesa en La Habana, las conversaciones habían avanzado de manera independiente a lo que pasara en el campo militar en Colombia. Es más, el Gobierno no en pocas ocasiones, ante la petición de la guerrilla de abocar un pacto para un cese el fuego bilateral, respondió que debía mantenerse la premisa de negociar en medio del conflicto, pues lo que se estaba buscando era precisamente un acuerdo para la terminación definitiva de la guerra, y no para la ‘humanización’ de la misma, pues este último aspecto lo único que haría será prolongar la confrontación armada y su saldo fatal.
Ayer, tras dos días de diálogos a puerta cerrada, encabezadas por los jefes negociadores de ambas partes, Humberto de la Calle y alias ‘Iván Márquez’, se expidió un comunicado en el que dieron por “superada la crisis” e informan que se acordó “que el próximo ciclo de conversaciones tendrá lugar entre el 10 y el 17 de diciembre con el propósito de avanzar en el tema de desescalamiento del conflicto con el fin de llegar a un acuerdo lo más pronto posible en esta materia”.
El Gobierno había adelantado, en las últimas dos semanas, en medio del lento proceso de liberación de los plagiados, que culminó el domingo pasado con la devolución del general Rubén Darío Alzate, el suboficial y una abogada, que era necesario entrar a considerar medidas para “desescalar” el conflicto, en tanto que la guerrilla insistió no sólo en el cese el fuego bilateral sino en redefinir las “reglas del juego” para que un hecho de guerra no volviera a interrumpir el ritmo de las negociaciones.
Esos dos objetivos, al parecer, se terminaron combinando, no sólo en la decisión para abordar ya el tema de la disminución de la intensidad del conflicto, sino también en otro punto del comunicado anunciado ayer, según el cual “las delegaciones acordaron establecer un mecanismo permanente, a través de los países garantes, para facilitar la solución de eventuales crisis que se puedan presentar en el futuro”.
Es decir, que las partes dan por entendido que si se vuelve a presentar un hecho de guerra en Colombia que tenga un impacto superlativo en la opinión pública o el proceso de paz, la Mesa, de forma paralela a la negociación, deja en manos de los países garantes, Cuba y Noruega, la búsqueda de una solución al problema.
Interrogantes
Tras lo anterior hay dos grandes preguntas. Primera, qué significa “desescalar” el conflicto. Para algunos analistas, las partes buscarán acuerdos parciales y bilaterales con el fin de disminuir la intensidad de la guerra y sus secuelas. ¿Cómo? Podría ser a través de acuerdos sobre liberación de secuestrados, excarcelación de guerrilleros enfermos, operaciones conjuntas de desminado, pactos para que no se atente contra la infraestructura petrolera, cesación puntual de operaciones ofensivas unilaterales o bilaterales… Incluso, según algunos observadores, podría llegarse a plantear algunas zonas de localización de tropas subversivas o corredores para su desplazamiento, de forma que se no se generen combates con la Fuerza Pública.
La segunda pregunta se dirige a qué implicará para el ritmo de la negociación como tal, que apenas suma tres preacuerdos y restan los puntos más complejos, referidos al desarme, gabelas jurídicas a la guerrilla, mecanismos de participación política y otros, que Gobierno y Farc vayan ahora a concentrarse en cómo disminuir la intensidad de la guerra y lograr un pacto sobre el tema lo más pronto posible.
En otras palabras, si una agenda de negociación que ya de por sí iba lenta en la Mesa, ahora se demorará más en concretarse, porque de forma paralela se va a discutir cómo disminuir la intensidad del conflicto interno.
No hay que olvidar que el proceso de negociación ya ajustó dos años y que el Gobierno ha advertido que es necesario acelerar el ritmo pues el tiempo desgasta el apoyo al mismo. Además, si se llegara a un acuerdo, este debe ir luego a refrendación popular y sólo entonces se sabría qué se implementa para que la guerrilla se desarme, reinserte a la vida civil y entre a participar en política.
Las víctimas
Precisamente sobre el desarrollo de la agenda, Gobierno y Farc anunciaron ayer que el 15 de diciembre se recibirá la primera delegación de organizaciones en el marco de la subcomisión de género. Un día después escucharán en La Habana la quinta y última delegación de víctimas del conflicto.
Después de ello, en la segunda mitad de enero, en fecha por definir, se reanudará el trabajo de la Mesa.
Desde la próxima semana, las delegaciones del Gobierno y las Farc comenzarán a discutir cómo disminuir la intensidad del conflicto, según se anunció ayer en La Habana/AFP