CRÓNICA. “El país que yo sueño es aquel donde un estudiante pueda hacer en paz su proyecto de vida, donde mi ejemplo como docente sirva para la construcción de buenos ciudadanos”. Así piensa José Walter López, un manizaleño apasionado por la educación y el arte, que hoy lidera un plan de convivencia en el colegio Prado Veraniego, de la localidad de Suba.
Ni siquiera una grave enfermedad que lo mantuvo en cama durante más de un año hizo que José Walter López, de 44 años, profesor de filosofía, español y ética, truncara su deseo de continuar enseñando en las aulas. Y fue precisamente, durante ese tiempo de incapacidad, que las ideas empezaron a llegar a su cabeza.
Se cuestionaba diariamente sobre su rol de maestro, se hacía preguntas y también se daba respuestas, pero lo que sí tenía claro José Walter era que debía regresar a los salones de clase con más empeño y más pasión que antes.
Y así fue. Logró superar sus dificultades de salud y hoy ya cumple nueve años como docente de planta del Distrito, tres de ellos en Prado Veraniego. En la institución es uno de los profesores más queridos y respetados por sus colegas y también por sus estudiantes. “Es de esos profesores lanzados a los que se les ocurren locuras, pero locuras de las buenas, de esas que sirven para la vida”, señala José Ignacio Casallas, rector del colegio, quien con admiración asegura que gracias a la actitud de José Walter, a sus ideas innovadoras y su creatividad, ha logrado que los jóvenes “le caminen” a todos sus proyectos sin ningún reparo.
No es en vano que más de 50 estudiantes hayan decidido formar parte de ‘Mimos por la paz’, uno de sus proyectos más sobresalientes dentro del colegio, con el que se busca mejorar el comportamiento dentro de la institución, adquirir mayor conciencia sobre el cuidado del planeta y ver en el diálogo y el respeto las alternativas más eficaces para la solución de conflictos.
… ¡El show debe comenzar!
José Walter propuso a sus estudiantes pintarse sus caras de blanco, hacer un listado de aquellas acciones que considerasen fundamentales para mejorar la convivencia dentro del colegio y, posteriormente, plasmarlas en cartulinas con colores llamativos; todo esto, claro está, sin significarles algún tipo de nota en su clase.
Como era de esperarse, el escepticismo embargó al grupo de chicos, pero uno que otro decidió dar un paso adelante y arriesgarse frente a tan curiosa iniciativa. Según el día designado, el grupo al que le corresponde su presentación llega con media hora de antelación al colegio, todo porque el ‘show’ amerita una buena preparación. Frente a un espejo que va de pared a pared, en el salón múltiple, niños y niñas pintan sus caras de blanco y practican sus gestos más expresivos. Luego toman sus carteles con mensajes alusivos a la paz, el orden, el cuidado del medio ambiente y la tolerancia, se dividen en tres grupos y recorren diferentes espacios de la institución.
El primer grupo irrumpe en silencio los salones del colegio, enseñando sus carteles y llamando la atención de los chicos que en ese momento reciben sus clases. Cabe resaltar que todos los maestros del Prado Veraniego comprenden la importancia de la actividad y permiten el acceso de los mimos a sus aulas sin ningún problema.
El segundo grupo realiza su puesta en escena en la plazoleta central del colegio. Allí forman un círculo, con sus brazos entrelazados simbolizando la unión que existe entre ellos. Los estudiantes también portan imágenes alusivas a la paz y a la conservación de la naturaleza. Con ello buscan captar la atención de los demás estudiantes que recorren los pasillos.
Finalmente, el tercer grupo hace una muestra teatral junto a la cafetería del colegio. Allí, los chicos personifican algunos de los problemas más comunes que agobian a la humanidad, como la discriminación, el racismo y la destrucción de la naturaleza; todo esto con el fin de generar mayor conciencia y responsabilidad en el comportamiento de sus compañeros y, en general, de los seres humanos.
La gran apuesta del profesor José Walter, al integrar el arte con propósitos sociales, ha dado buenos resultados. Sus estudiantes hoy son la muestra de eso. Muchos de los jóvenes que forman parte del grupo ‘Mimos por la paz’ han mejorado notablemente en su comportamiento dentro del colegio. Aspectos como la impuntualidad, el desaseo, la intolerancia y la exclusión, poco a poco han sido derrotados luego de la puesta en marcha de esta iniciativa.
Para María Fernanda Hernández, estudiante de grado 11, su participación en el grupo es una manera de dejar huella en la sociedad. Asegura que su rol de mimo le ha ayudado a vencer la timidez, a soñar con un país en paz y a trazarse metas personales más ambiciosas. Aplaude los alcances del proyecto y resalta la labor de su maestro, de quien dice “es un apasionado por el trabajo, un enamorado de la pedagogía y un profesor que siempre se empeña en sacar adelante propuestas creativas e innovadoras”.
Así mismo piensa Andrés Felipe Escobar, estudiante de grado 9. Señala que tener un proyecto como éste en su colegio es de gran importancia, ya que orienta a los chicos sobre mecanismos eficaces y responsables para resolver problemas sociales: “Sin duda, hoy entendemos que la mejor manera de solucionar un conflicto es el diálogo. Debemos afrontar las cosas con armonía y no con violencia física ni verbal. Éste no es un taller más del profe José Walter; aquí queda muy claro que él solo quiere cosas buenas para nosotros y para el país”.
‘Mimos por la paz’ seguirá desarrollándose de manera transversal en el colegio. Los estudiantes han mostrado tanto interés, que “vale la pena seguir trabajando con mayor entusiasmo”, asegura el docente José Walter, quien además enfatiza en que la disposición de los estudiantes ha permitido el éxito del proyecto: “Los chicos hoy tienen demasiadas ideas, sentimientos y emociones guardadas que vale la pena descubrir, pero, sobre todo, tienen unas fortalezas que yo estoy dispuesto a potencializar”. /Con educaciónbogotá.edu.co