Después de cinco meses de interrupción por la pandemia del nuevo coronavirus, el tenis mundial se reanuda en categoría profesional oficial con el torneo femenino de Palermo, desde el lunes, con las miradas de todo el mundo dirigidas a la isla siciliana.
El 8 de marzo fue el último día en el que hubo partidos oficiales en los circuitos profesionales, con las finales femeninas en Lyon (Francia) y Monterrey (México).
Desde entonces, la crisis sanitaria mundial ha marcado el paso. El prestigioso torneo californiano de Indian Wells fue el primero en ser anulado ese marzo.
Otros gigantes fueron cayendo después como fichas de dominó. Roland Garros fue reprogramado en el otoño francés (27 septiembre-11 octubre) y Wimbledon fue directamente cancelado ese año. Mientras, ATP y WTA anunciaban la ampliación de la suspensión de sus circuitos, cada vez para más adelante.
Finalmente, el mes de agosto fue fijado como el del regreso, pero persisten multitud de interrogantes.
Las chicas tienen Palermo, desde el lunes, como el torneo de su regreso. En la categoría masculina habrá que esperar al 22 en Nueva York (Estados Unidos).
"Si va mal..."
De esta forma, el modesto torneo italiano, acostumbrado a un segundo plano, se encuentra atrayendo toda la atención mundial en estos momentos, al considerarse casi como un test para lo que puede venir a corto y medio plazo.
"La WTA nos avisó de que estas dos primeras semanas (en Palermo desde lunes y en Praga y Lexington la siguiente semana) son torneos de prueba", confirmó a la AFP la tenista francesa Chloé Paquet (174ª del mundo), que no superó la ronda de clasificación en Palermo el sábado.
"Sabemos que si va bien, podrá haber otros (torneos). Si va mal, el calendario podría ser revisado... Somos conscientes de ello", señaló.
A la llegada a Sicilia, las tenistas se sometieron a test. Deben llevar mascarillas en todo momento, salvo para jugar y comer. Su entorno se limita a una persona y se les pide reducir al máximo los contactos con otras jugadoras y con personas del exterior.
Cuadro europeo
Como prueba del efecto de las restricciones, el cuadro principal será europeo.
El deseo de jugar ha primado y tres jugadoras del 'Top 20' han acudido a la cita, pese a tratarse de un torneo de la categoría más modesta de la WTA.
Una de ellas es la croata Petra Martic (15ª), que dijo estar "feliz por ver que realmente es posible el regreso" del circuito.
"No lo creía posible hace apenas una o dos semanas", reconoció.
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No estará sin embargo Simona Halep. Se esperaba que fuera la gran estrella de la semana, pero la exnúmero uno mundial y dos veces campeona de torneos del Grand Slam (Roland Garros 2018 y Wimbledon 2019) decidió renunciar, ante la cuarentena de catorce días que Italia decretó para las personas que hayan estado recientemente en Rumanía o Bulgaria.
Los test, eso sí, parece que funcionan. La WTA informó el sábado, a unos minutos del inicio de las rondas de clasificación, que una jugadora había dado positivo al COVID-19 y había quedado en aislamiento, sin comunicar oficialmente su identidad.
Un recordatorio de que el edificio se asienta en un terreno inestable, en el que en cualquier momento puede haber contratiempos de última hora.
En las gradas podrá haber un máximo de 350 espectadores por día. La pista tiene capacidad para 1.500 personas, pero las restricciones por la pandemia fijaron ese máximo autorizado.